Humanismo y economicismo, dos concepciones de la educación enfrentadas en la 38º Conferencia de la Unesco
En la Conferencia Internacional de Educación de la Unesco, que se celebra actualmente en Ginebra, se enfrentan las dos concepciones de la educación, tradicionalmente opuestas, que reflejan la vieja y supuesta dicotomía entre el humanismo y el desarrollo tecnológico. Junto a esta eterna cuestión, adquiere singular relieve la preocupación por el angustioso panorama del desempleo juvenil, descrito en términos bastante dramáticos por el director general de la Unesco, Amadou Mahtar M'Bow, en su discurso inaugural.
A partir del hecho de que los actuales sistemas de educación -especialmente los de los países en desarrollo- no responden a las necesidades objetivas de la sociedad contemporánea, surgen dos concepciones claramente diferenciadas para remediar la situación. Por un lado, la economicista, que plantean países como Estados Unidos, y que apoyan vivamente regímenes políticos como los de Chile y Argentina, que ponen la educación al servicio exclusivo de la economía. La eliminación de carreras llamadas humanistas, y la organización de cursillos de corta duración que pretenden fundamentalmente una formación tecnológica, constituye la esencia de esa manera de concebir la educación. Para sus defensores, son las leyes de la economía quienes determinan las necesidades de un determinado tipo de educación.Por otra parte, la concepción humanista de la educación. Sus defensores, países como México, Francia o España, plantean con especial énfasis que la educación no debe perder su esencia humanista. Mantienen que el desarrollo económico de la sociedad debe estar al servicio del hombre y no al servicio de la economía.
Entre estas dos posturas, los representantes de los países en desarrollo buscan una alternativa para sus problemas. La falta de médicos, de técnicos y de científicos hace necesaria una urgente adaptación de sus sistemas educativos, que posibilite la formación a corto plazo de estos profesionales.
Adecuación al mercado de trabajo
Por otra parte, países con desarrollo industrial intermedio, como España, buscan con desesperación una mayor adecuación de sus sistemas educativos al mercado de trabajo. Antonio Lago Carballo, subsecretario de Educación y Ciencia de España, aludía la semana pasada al incesante incremento de estudiantes en los niveles superiores de la enseñanza, «mientras que las cifras de titulados universitarios en paro se cuentan por decenas de miles, sin que las perspectivas de empleo permitan abrigar la esperanza de encontrar solución a corto plazo».Esa situación plantea problemas que van más allá de los propios sistemas educativos, comprometiendo al conjunto del sistema económico de un país. Es al menos la opinión de los países más atrasados, que se quejan de ser víctimas de la herencia colonial, que les legó unos sistemas educativos calcados de las sociedades europeas y que servían más que nada para preparar a los hijos de los colonos. «Las reformas escolares», se quejan, por ejemplo, los representantes de Etiopía y Alto Volta, «tampoco sirven de nada, porque también faltan los medios».
Los países latinoamericanos, por su parte, inclinados mucho más a reproducir los modelos norteamericanos, no dejan de denunciar la herencia española, basada fundamentalmente en la formación confesional, pero también constatan con amargura que los sistemas norteamericanos tampoco les dan resultados. Frente a estos hechos, la Unesco se encuentra incapaz de ofrecer soluciones mágicas.
Al fin y al cabo, los documentos de trabajo de la conferencia auspiciada por la Unesco no son sino el reflejo de las aportaciones de los Gobiernos de los países miembros. Estos documentos reflejan necesariamente las dudas y vacilaciones de los Gobiernos y de los expertos, que no se atreven a hacer pronósticos a largo plazo sobre el futuro desarrollo de la educación, como puso de manifiesto el director general de la Unesco en su discurso inaugural.
Pero si es arriesgado aventurar la evolución de la educación en los próximos veinte años, como el propio M'Bow afirmó, «es legítimo intentar una delimitación de los problemas que, sin duda, se plantearán para el desarrollo de la educación en un mundo en rápida mutación». El director general aludió, a este respecto, a la necesidad esencial de erradicar el analfabetismo, «que humilla a cientos de millones de hombres y de mujeres», así como a la de reducir las desigualdades en materia de educación entre los individuos, los grupos sociales y las naciones.
Angustia del desempleo juvenil
Ya se ha hecho alusión a la inquietud, no sólo española, por el problema del desempleo, recogida por el director general de la Unesco en su discurso inaugural con tintes verdaderamente dramáticos. «Algunas preocupaciones», señalaba Amadou M. M'Bow, «imponen a la educación responsabilidades especiales. Se trata, en particular, del desempleo, que afecta cada vez más a los jóvenes. Permítanme aquí abrir un paréntesis para señalar mi seria preocupación ante la angustia que padece un número cada vez mayor de jóvenes en el mundo. Si persistiera esta situación, habría motivos para temer convulsiones de excepcional gravedad y tensiones que no guardan proporción con las que, de uno u otro modo, se procura vencer y, por qué no decirlo, una nueva forma de violencia cuyos efectos serían graves para numerosas sociedades».En este contexto, el director general proponía a los participantes en la conferencia la conveniencia de «volver a analizar la formación que proporcionan las instituciones educativas para ajustarla mejor a las realidades y a las necesidades».
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