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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Terrorismo moderado

Ayer se lo decía yo a un periodista que me entrevistó sobre el tema del terrorismo, entre otras cosas. Ay, el día en que descubran que uriq no sabe nada del rollo y que uno, como Joyce (perdón), vive solamente obsesionado por el estilo. Ayer me preguntaba el periodista por el terrorismo /extremismo, y yo le respondía:-Tanto como el terrorismo de extrema derecha o de extrema iz quierda, me inquieta el terrorismo moderado, el terrorismo de la moderación.

Me explico. Ya sabemos que, en el contexto en que hoy se vive, no va a ser fácil una sociedad fascista ni una sociedad sovietista (moscovita, como. decían nuestros abuelos). O sea que lo que hacen los terroristas extremos de-uno-u-otro-signo, consciente o no, auspiciados o no, es recortarnos la sociedad por las dos puntas, dejándonos en un centro mediocre, inmovilista, conservador, donde cambiar algo para que todo siga igual resulta ya revolucionario. Al terrorismo de la moderación le conviene mucho que haya muertos de extrema derecha/ izquierda, muertos extremados, pues que así se salvaguarda el núcleo doméstico del paleocapitalismo familiar y todo queda en casa. Deducir de esto que el terrorismo de la moderación favorece, auspicia o financia el terronsmo de la violencia seria, ya, más policía que filosofía, y uno es .filósofo por correspondencia, que estoy leyendo las cartas de Nietzsche a Lou-Andreas Salomé (las cartas filosóficas o introductorias, pues la filosofía no es nunca más que la introducción a otra cosa: al amor o la guerra).

Felipe González desde fuera de la ucedé, y Moscoso desde dentro (rama progre), han dicho en estos días lo mismo: «El franquismo está volviendo al partido del Gobierno por la puerta de atrás». Ambos van de pesimistas, pero, a mí, lo de la puerta de atrás me parece un rasgo de optimismo: Robles Piquer ha vuelto por la principal. El terrorismo de la moderación es, sociológicamente entendido, el que no tira bombas, no vuela mercerías, no mata guardias, no acollona peatonales, no mola con sus parabellum ni farda con sus cuchillos largos, sino que impone sordamente un terror moderado, cotidiano, administrativo, progresivo, televisivo, intensivo, amistoso, persuasorio y a lo Melville, si es que nuestros ilustres ágrafos hubieran leído a Melville, que no han pasado de Sergio y Estíbaliz, una Historia mágica de España. El terrorismo de la moderación me empfaza a mí de porno, aunque ellos profesen en los malolientes clásicos, a quienes les abandonó su desodorante hacia el siglo XVII. El terrorismo de la moderación pone el grito en el cielo churrigueresco cuando uno habla del sexo de los ángeles, que era el de García Lorca, aunque ellos se pasaron a Lorca por la garlopa de la muerte. El terrorismo de la moderación patrocina hoy a los vanguardistas musicales de entreguerras aunque fueron ellos quienes financiaron esas guerras. El terrorismo de la moderación ha salido de la mediocridad catedrática franquista para inaugurar la mediocridad democrática oportunista. El terrorismo de la moderación cultiva mediante libros, autores, cantautores, discos y cosas la nostalgia de los 40/40, desacredita exquisítamente a los partidos políticos «por hacer política» -¿deberían hacer campeonatos de billar a tres bandas?-, pasa de sindicatos por espiritualidad liberal y dice que adónde vamos a parar cuando los auxiliares de farmacia hacen huelga en Málaga para cobrar más.

El terrorismo extremado puede romper la democracia. El terrorismo moderado pretende, sencillamente, desnaturalizarla, apocarla, petrificarla. Son terrorismos complementarios, si es que no son el mismo.

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