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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cancún y la supervivencia

EL 22 y el 23 de octubre, veintidós delegaciones de todas las regiones del mundo, con la excepción del bloque sovietico, pero con la presencia de China comunista, se han reunido en Cancún. España, por una serie de lamentables peripecias, tampoco ha podido prestar su colaboración al diálogo entre los poderosos países del Norte y los países pobres del Sur. Nuestro patrimonio histórico y nuestra posición geográfica nos exigía la gran responsabilidad de una presencia activa; la mediocridad que rige .nuestra política exterior ha impuesto, sin embargo, otra vez su marca. No hemos estado en el primer encuentro en la cumbre, destinado a la búsqueda de un nuevo orden económico internacional que se convertirá en tarea prioritaria de las Naciones Unidas. Al país descubridor del Nuevo Mundo no le ha interesado oficialmente el envite.El norte industrial representa una población de mil millones de habitantes, con una renta media anual por persona de 650.000 pesetas, que se reduce a 60.000 para los 3.400 millones de habitantes del sur no industrializado. El Sur incluye a los ricos sultanes de la OPEP, a México y a Brasil, pero también a un conjunto de países "menos desarrollados", con rentas por habitante y año, como Bangladesh, de 9.000 pesetas. En conjunto, los países que componen el Sur, con un 75% de la población mundial, sólo producen el 20% de los bienes.y servicios del planeta.

Las necesidades son inmensas. El informe de la comiiión dirigida por el antiguo canciller alemán Willy Brandt ha tratado de sintetizar y analizar sus sevicias: alimentación, energía, comercio y deuda exterior. Aproximadamente mil millones de personas padecen una desnutrición y un hambre crónicas desde su nacimiento, lo que les impide incluso el desarrollo potencial de su intelígencia. A veces el hambre se localiza en zonas agrícolas fértiles, como es el mismo caso de Bangladesh, pero la excesiva densidad y el rápido crecimiento demográfico impiden el ahorro de los recursos necesarios para mejorar el equipo productivo. El hambre es el presente y el futuro. Y precisamente ahí se encuentra el gran argumento para que la ayuda exterior sea un colaborador decisivo a la hora de romper el círculo vicioso de la pobreza.

El alza espectacular de los precios del petróleo ha elevado la factura de las importaciones de los países no productores, pero además ha contribuido a la recesión del mundo industrial y entornado la puerta por la que pasan las exportaciones de los países del Tercer Mundo hacia sus principales mercados. El resultado es un freno del comercio internacional y, a su vez, un incremento de la deuda exterior de los países pobres, que ha pasado de 97.000 millones de dólares en 1973 a 425.000 en 1981.

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Ahora bien, simplificar el problema Norte-Sur en términos del volumen de ayuda y donaciones hacia los segundos es una vía que no permite recorrer un largo camino. El presidente Mitterrand tiene, por supuesto, razón cuando declaraba en Cancún que "en nuestro derecho penal es un delito grave la no asistencia a las personas en peligro". Pero tampoco puede olvidarse la afirmación de Reagan de que, "a menos que una nación ponga en orden su propia casa no habrá ninguna ayuda que pueda producir el desarrollo".

Cancún, con la presencia a bastante última hora del presidente norteamericano, supone un importante reconocimiento del muy ignorado informe de la comisión Brandt. Si en las discusiones se ha logrado que un aire de humanismo haya convertido la seca discusión de las cifras en un debate de personas responsables y vecinos del pequeño planeta Tierra, las condiciones de supervivencia de la humanidad comenzarán a parecer menos peligrosas. De algún modo habrá que contar en el activo de Mitterrand que la discusión se haya encaminado por estos derroteros.

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