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La escalada militar en el Sahara pone en peligro la paz en la región

La celebración de un referéndum de autodeterminación para los saharauis -que ha sido el objetivo de todas las gestiones de las Naciones Unidas y de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en los últimos años-, aceptada al final por el rey Hassan II en Nairobi en junio pasado, parece comprometida con el ataque polisario de la semana última contra Guelta Zemmur y la escalada militar subsiguiente.Por primera vez en la historia reciente del conflicto del Sahara, el Polisario ha utilizado, según se afirma en Rabat, carros de combate T-54 y cohetes SAM-6, lo cual, para Marruecos, constituye una escalada inaceptable de la guerra. La denuncia pública de Mauritania, acusada por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta, de haber intervenido directamente en el ataque contra Guelta, constituye un riesgo de extensión del conflicto y un peligro para la paz en la región.

Los periodistas que fuimos invitados el martes, día 20, a visitar Guelta pudimos constatar la firmeza con que los oficiales marroquíes exponen esta versión de los hechos, pero quedamos perplejos por la ausencia de pruebas materiales de esta escalada.

Nuestra perplejidad esta vez no tiene ninguna importancia, ya que, con la excepción de Mauritania, que niega que su territorio sirva de base al Polisario, estos últimos y los marroquíes parecen admitir la versión de la escalada, lo cual permite suponer que ello tiene ciertas ventajas para ambos. Como nada es casual en una guerra, la pregunta obligada es: ¿cuáles son los objetivos de cada cual?

Algunos creen que, con su ataque, el Polisario podía tratar de forzar a Marruecos a sentarse en una mesa de negociación, para discutir con ellos el cese al fuego, algo que la resolución de Nairobi no prevé. Esta interpretación resulta demasiado inocente, porque de sobra es sabido que Marruecos no aceptará sentarse con el Polisario. Por otra parte, la hábil explotación del ataque en el sentido de un endurecimiento de la posición de Rabat era perfectamente previsible.

En lo que a Marruecos respecta, se sostiene que la posible exageración de los hechos de Guelta tiene una doble finalidad: interna, para restablecer la unidad nacional rota al aceptar el referéndum de Nairobi; y externa, al poner en entredicho la voluntad de paz del adversario y "recuperar la total libertad de acción", como dijo el rey Hassan II en su mensaje inicial.

Lo primero parece pueril, pues no se conoce que el rey Hassan II actúe cediendo a presiones, y mucho menos que, por el momento, sea él quien necesite hacer concesiones a una oposición cuyos dirigentes principales están encarcelados y que se encuentra sin capacidad de maniobra. Eso sin mencionar a una parte del Ejercito -que ha dado los mayores sacrificios estos años- que piensa que al Polisario le es imposible desalojar a Marruecos o infligirle alguna derrota significativa, y que no desea que sus actuales ventajas se pierdan en una negociación.

La actitud de Marruecos no puede explicarse más que en el contexto de la aceptación del referéndum en Nairobi por el rey Hassan II, que fue explicada por el soberano como un gran sacrificio de su parte, y la urgencia con que se desea llegar sea a la organización del referéndum en las actuales circunstancias, favorables a Rabat, o al abandono de la idea.

Para Marruecos, que siempre ha sido de la opinión de que el verdadero Estado saharaui de la región -"si debe existir alguno"- es Mauritania, la colaboración entre polisarios y mauritanos es, al fin y al cabo, natural y quizá se anticipe la posibilidad de que aparezca un Estado saharaui en Mauritania, que muy bien pudiera ser hostil a Marruecos, pero que, en todo caso, se desearía cooperativo.

Para una buena parte del Polisario, los saharauis se han autodeterminado ya al tomar las armas, y un referéndum de autodeterminación en las condiciones impuestas por Marruecos no es deseable.

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