Las ponencias presentadas son más radicales que la vigente "estrategia económica socialista"
En las citadas proposiciones -correspondientes a Castilla-La Mancha (Toledo), Euskadi (Guipúzcoa) y País Valenciano (agrupaciones comarcales de Alicante y Valencia)- se realizan en distintos momentos fuertes críticas a la vigente «estrategia económica socialista», a la que se califica de ambigua, insuficiente, fracasada, etcétera. Así por ejemplo, en el texto elaborado por los socialistas valencianos, se dice: «La estrategia económica socialista actualmente vigente como programa del partido en este terreno padece de la superposición integrada de las dos políticas económicas diferenciadas que aquí se han expresado (se refieren al llamado «modelo occidental burgués para enfrentarse a la crisis» y a la nueva política económica socialista «que se concreta en el programa francés victorioso en las últimas elecciones presidenciales y legislativas y en el programa de los laboristas británicos, entre otros»). Por una parte, se inscribe dentro de la nueva política económica socialista, en la medida en que subraya la necesidad de igualdad, del reforzamiento del sector público, de llegar al pleno empleo e incorporar todo el tema de la planificación concertada. Por otra parte, no especificar una política de expansión planificada, no entrar en la delimitación rigurosa de las nacionalizaciones a efectuar en su caso, no clarificar la naturaleza obligatoria o no de los acuerdos de planificación, no proponer claramente una prioridad de la lucha contra el paro frente a una política antinflacionista, no referirse para nada a una política de comercio exterior, etcétera, dejan muchas dudas que se acrecientan conforme se observan manifestaciones concretas del programa coyunturalmente determinadas, como por ejemplo, el programa abierto para una nueva mayoría de la moción de censura o la reciente oferta programática del comité federal en materia económica».Más adelante prosigue la crítica: «Hay afirmaciones socialistas en el sentido de que no se va a generar una nueva expectativa de reforma fiscal; hay otras según las cuales parece que la única diferencia entre UCD y el PSOE en el terreno económico es el déficit presupuestario a tolerar; hay afirmaciones de que el mejor sistema económico es el de mercado, sin más aclaraciones ni matizaciones; hay momentos en que parece haberse aceptado una congelación hipotética de pensiones, etcétera».
Distancia entre la cúpula y la base
En estas críticas y en otras que se ofrecen en las ponencias, y en las ofertas de política económica que se hacen en estas últimas, queda claro un distanciamiento entre las opiniones de la mayoría de los portavoces del PSOE en materia económica y las bases, sin duda más radicalizadas en sus proposiciones de nacionalizaciones, intervencionismo del sector público, oposición a una política monetaria dominante, etcétera. Así, por ejemplo, la exposición realizada por Carlos Solchaga hace una semana en unas jornadas de Euroforum, en la que explicó el programa de gobierno del PSOE, y la mayor parte de las líneas de acción de las ponencias económicas, denotan una divergencia considerable.
Del 29º Congreso del PSOE no saldrá, casi con total seguridad, una nueva estrategia económica socialista, cerrada y sin fisuras, que actualice la vigente. Ocurrirá previsiblemente lo que adelanta la ponencia de la agrupación comarcal de Valencia: «Junto a unas líneas generales de política económica que subrayen las características esenciales de ésta, deben existir posteriormente unas conferencias periódicas de economistas socialistas, detallando el programa y proponiendo medidas concretas de desarrollo de las grandes líneas de política económica, para lo cual es lógico y necesario tener siempre en cuenta la situación concreta en que se halla la economía dentro de la realidad específica de la evolución del país. En la elaboración de la actual estrategia económica del PSOE se ha procedido en alguna manera de esta forma, al no haber resuelto el 28º Congreso un programa económico, y haberse encargado su elaboración a una conferencia ad hoc, cuyas conclusiones pasaron al Comité Federal para su aprobación».
Otras de las líneas maestras comunes a la mayoría de las ponencias se refieren a la democracia industrial, a la insistencia en la profundización de la reforma fiscal y a la posibilidad de quitar a la política monetaria su actual protagonismo.
En cuanto a la primera, los socialistas creen indispensable que al proceso de democratización política iniciado en 1976 se le una un progresivo incremento de la democracia industrial. La ponencia de Guipúzcoa es la más explícita en este terreno, al proponer una ley de codeterminación paritaria. «Los socialistas pretendemos», dice la ponencia en cuestión, «implantar una nueva concepción de la empresa como unidad social solidaria y democrática, en la que los trabajadores, al tiempo que se corresponsabilizan en la buena marcha de la empresa, participen en todas las decisiones en pie de igualdad Con los poseedores del capital -los empresarios-. Esta forma de democratización que los socialistas nos proponemos introducir en la empresa se denomina cogestión o codeterminación paritaria » .
La reforma fiscal también forma parte de casi todas las ponencias, existiendo diversos matices que van siempre en el sentido de una mayor profundización de la que inició Fernández Ordóñez. Así, Castilla-La Mancha afirma que «la reforma fiscal, necesidad sentida por una amplia mayoría de la población española y fundamentalmente por la anticuada Administración pública, no será capaz de cumplir su verdadero papel de reasignadora de recursos, por lo que se convierte en un mero mecanismo de drenaje de fondos, basado en el impuesto sobre el rendimiento de las personas físicas». Y Valencia, por poner otro ejemplo genérico, escribe que «los socialistas consideramos que es preciso impulsar el carácter redistributivo del sistema tributario, manteniendo la continuación de la reforma fiscal, incrementando la presión fiscal para las rentas más altas y luchando contra el fraude ».
Por último, la política monetaria, puesta de moda tantos años después de su invención por los Gobiernos de Margaret Thatcher, Ronald Reagan o el general Pinochet (con distintos matices en cada caso), es criticada de un modo compacto por los socialistas: «Es necesario desplazar a la política monetaria de su papel predominante», entiende la agrupación comarcal de Alicante. Y prosigue: «Es evidente que se ha de controlar el crecimiento de las disponibilidades líquidas, pero ello se debe hacer en combinación con otras medidas: reorganización industrial y adopción de un déficit de sector público que permita el incremento de la inversión».
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