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La "política internacional" de la "música electroacústica

Se ha celebrado en Estocolmo el III Festival de Música , Electroacústica, organizado por la Radio Sueca y el Estudio de Música Electroacústica de Estocolmo, que fue fundado por aquélla y que en, parte es aún financiado por ella. Paralelamente, la Radio Sueca tuvo la excelente idea de hacer una reunión de miembros de la Unión Europea de Radiodifusión en torno a cuatro preguntas bien concretas: ¿Qué presencia tiene en sus programas la música electroacústica? ¿Tiene alguna persona empleada con conocimiento especializado en música electro cústica? ¿Tiene su radio un laboratorio electroacústico? ¿Cómo se presenta la electroacústica en su radio: en programas especiales o formando parte de otros programas?Sería un poco apresurado sacar consecuencias demasiado definitivas de una reunión dé tres días a la, que, además, no asistieron todos los miembros de la UER. Por Radio Nacional de España 16 hicimos Miguel Alonso y quien esto escribe. Pero sí se puede decir que, al menos como instantánea de la cuestión, en buena cantidad de países importantes la cosa fue de lo más interesante. Las posiciones se dividieron, grosso modo, en tres: los países cuyas radios no han pensado o no han podido plantearse -por razones casi siempre economicas- en consagrar una atención mayor a la electroacústica, incluido un laboratorio destinado a ella; aquellos que, haciéndolo, han pensado ante todo en un uso comercial de la misma, con ausencia de criterios educativos o creacionales; aquellos que han decidido servir a la información y formación de oyentes y creadores con todos sus medios técnicos.

Claro está que hay además cuantos grados intermedios se pueda imaginar. Es el caso de Radio Nacional de España, que, no disponiendo de medios propio s de creación en el campo electroacústico, consagra una parte importante de sus programas culturales a la difusión de estas músicas. Fue interesante comparar la visión de la Radio Finlandesa -«Finlandia apenas si tiene tradición musical», decía uno de sus representantes, «y al público le resulta igual de fácil, o de difícil, oír a Bach que la electroacústica. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Nosotros procuramos aprovechamos de los primeros»-, comprometida en una política de difusión y de creación de estas músicas, con la de Australia, Irlanda o Inglaterra, obsesas por no separarse demasiado del gusto de un público consumidor de rock y sus derivados, gusto que, por una parte, presentan como espontáneo, aunque hayan sido ellos sus principales artífices (una vieja trampa).

Radio Francia, a la que se honró invitando especialmente a Pierre Schaeffer, uno de los creadores de la m-úsica concreta, cumplió un papel muy positivo, recordando a los presentes -quizá hubiese alguno que no lo supiera...- los orígenes de esta música, posible gracias a ella, y haciendo notar que investigación y explotación comercial son dos mundos distintos, aunque puedan ser complementarios, pero que nunca deben ser mutuamente sacrificables. Fue fascinante y conmovedor recordar con Schaeffer los heroicos tiempos de la música concreta en los años cuarenta.

Indigencia estética

Algunas radios presentaron obras realizadas en sus estudios. La tónica, en general, fue bastante baja, no por culpa de las radios, sino de los compositores. Predominaba una serie de tipos de obras cuya indigencia estética acababa a veces por ser exasperante. Simplificando, podrían reducirse a obras misticoides -orientalismo, ciencias ocultas, liberación del ego mediante un panteísmo de vía estrecha...- con un repertorio musical anémico de acordes estáticos, voces cantarinas, etcétera... ; obras -académicas, dentro de la tradición electroacústica de los añs cincuenta y sesenta; obras que intentan una síntesis entre lenguajes actuales de composición y el rock.

Junto a ellas, alguna pieza sí merece, atención: Bigwing, de Andrew Bentley, inglés, aunque la obra estuviese realizada en Helsinki y fuese presentada por Radio Finlandia. Una interválica rica, unida al timbre, verdadera imaginación formal. La contribución canadiense, con alguna obra como la de Hildegard Westercamp, dentro de la estética de Murray Schaeffer de los «paisajes sonoros», y los Canadian outlines, de Larry Austín, especie de versión actual de la vieja idea de los Espaces, de Varèse, etcétera...

Se tuvo ocasión de escuchar además los excelentes Cantos nocturnos I, de Bengt-Emil Johnson, sueco, organizador de los encuentros y del festival. Johnson, poeta y compositor, presenta en esta obra un comentario sonoro a unos textos invocatorios y de encantamiento de los indios navajos. El tratamiento electroacústico de la voz es admirable y la fuerza comunicativa de la obra -que fue presentada al Premio Italia de este año- es simplemente estupenda.

En una reunión como la que describo es impensable obtener conclusiones generales. Se trata más bien de contrastar políticas culturales en torno a un hecho como la música electroacústica.

En el festival propiamente dicho habría que destacar la sesión dedicada a John Cage -que pronto cumplirá setenta años...-; la Tóupie dans le ciel, de François Bayle, siempre tan sensible y poético; la Tapestry II, del norteamericano Bill Brunson, y la parte de percusión de Rhythms, de Joel Chadabe, a cargo del extraordinario percusionista que es Jan Williams. La Sala Berwald de la radio -una de las más hermosas que me haya sido dado conocer- estuvo siempre llena de un público joven, atento y frecuentemente entusiasta. Como sucedería entre nosotros si por fin alguien decidiese desarrollar una actividad pública similar, cosa que cada día se hace sentir como necesidad imperiosa y hasta urgente.

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