Nuevo intento de sabotaje contra un buque de la Armada
Un nuevo intento de sabotaje contra los barcos de la Armada española que patrullan el Cantábrico fue descubierto el viernes por la tarde en Santander. Un paquete explosivo, compuesto por tres kilos de Goma 2, fue localizado por buceadores de la Marina, en una inspección de rutina, a cinco pasos del patrullero Sil, y ayer fue explosionado en una playa cercana. No se ha producido explicación oficial alguna acerca de la forma en que pudo realizarse este intento de atentado, diez días después de que una bomba estallara junto al casco del destructor Marqués de la Ensenada.
El artefacto explosivo estaba colocado en uno de los pilares de la machina (grúa) del puerto, a veinte metros de la Comandancia de Marina, según informa nuestro corresponsal en Santander, Juan G. Bedoya. La bomba se encontraba a cinco pasos del lugar donde estaba atracado el patrullero Sil, y a escasa distancia, por tanto, de donde fue saboteado, el pasado día 2, el Marqués de la Ensenada. Se da la circunstancia de que el artefacto estaba a un metro frente a la santabárbara de otro buque de guerra, el destructor Cadarso, que levó ancla horas antes.
Aunque fuentes policiales estiman que la bomba fue colocada al mismo tiempo que el artefacto contra el Marqués de la Ensenada y que habría permanecido allí todo este tiempo, nadie se explica cómo los tres kilos de Goma 2 encontrados ahora no habían aparecido en las inspecciones que, según las autoridades, realizan diariamente los buceadores de la Marina de guerra.
Si, como es más probable, el artefacto fue depositado posteriormente, podrían quedar en entredicho las medidas de vigilancia adoptadas en torno a los barcos que realizan misiones de impermeabilización de la costá cantábrica en la lucha contra ETA, máxime al tratarse del segundo intento de atentado -el primero, consumado- en pocos días.
El grave interrogante sobre las condiciones de seguridad de los barcos que patrullan la costa cantábrica no ha encontrado hasta ahora la adecuada respuesta oficial.
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Inexplicable fallo de las medidas de seguridad en torno a los barcos de la Armada que patrullan el Cantábrico
Viene de primera página,
El paquete atado a uno de los pilares de madera de la Comandancia, fue descubierto por los buceadores de la Armada a última hora de la tarde del viernes, cuando realizaban algunas pasadas de rutina bajo el casco del patrullero Sil. Inmediatamente después, el comandante del patrullero ordenó zafarrancho de combate a su tripulación, que desplazó el buque de su atraque habitual, mientras iban llegando a la zona unidades policiales del 091, así como efectivos de la Guardia Civil y del parque de bomberos, y los especialistas en la desactivación de explosivos. Minutos después, el puerto quedaba prácticamente tomado por las fuerzas de seguridad, entre las que se encontraban ya el gobernador civil y altos mandos militares de Santander.
La pleamar, que el viernes se produjo a las ocho de la tarde, no permitió la recuperación del paquete, que a aquella hora las autoridades calificaron todavía de sospechoso, negándose a aceptar, por temeraria, la posibilidad de un nuevo sabotaje en el mismo lugar que el anterior. Sin embargo, cuando hacia las once de la noche el gobernador civil, Emilio Contreras, se retiraba a su domicilio, lo hacía ya con el convencimiento de la existencia de una bomba.
Explosión en la playa de los Peligros
Aprovechando la bajamar de las 7.50 horas de ayer, los buceadores recuperaron el paquete y lo trasladaron por mar a la playa de los Peligros, primera de las de la bahía, entre la península de la Magdalena y Puerto Chico, donde tres especialistas en desactivación de artefactos, después de un meticuloso trabajo, lograron hacerlo estallar sobre la arena, tirando de largas cuerdas atadas a los dos extremos del paquete. La onda expansiva ocasionó un desplazamiento de varios kilos de arena. Era la una de la tarde, y la Policía Nacional tuvo que desplecar numerosos efectivos para evitar que las personas que a aquella hora se dirigían hacia El Sardinero se concentrasen en el lugar.
El explosivo estaba compuesto por tres kilos de Goma-2 y disponía de un mecanismo de relojería, según la policía, parado desde hacía tiempo. Este hecho avalaría la tesis de que la bomba fue colocada junto con la que explosionó en la madrugada del día 2 de octubre, hipótesis posible, pero no probable, para quienes afirman que, de ser así, un paquete de este tamaño no habría pasado inadvertido para los buceadores de la Armada, que diariamente han examinado el lugar.
Desde el sabotaje al Marqués de la Ensenada, prácticamente todos los días ha atracado algún barco de guerra frente a al Comandancia de Marina de Santander. Ayer, por ejemplo, se encontraban en el puerto santanderino, además del Sil, el también patrullero Nalón (PVZ-51) y el destructor Vicente Yáñez Pinzón (F-4), que fondeó en la bahía a media mañana, después de realizar su misión de vigilancia en alta mar. El patrullero Sil, que se encuentra ahora fondeado frente al paseo de Pereda, muy cerca del club marítimo, llevaba tres días atracado en el muelle de la Comandancia.
La impresión de que la seguridad de estos buques de la Armada, utilizados por el Gobierno en la lucha antiterrorista, no era la mejor posible, se refuerza por el hecho de que ayer llegaron al puerto santanderino varios miembros de la unidad especial de buceadores de combate de la Marina de guerra, con base en Cartagena. La misión que se les encomienda es la de proteger y vigilar las unidades navales surtas en la bahía de Santander.
El Sil es uno de los barcos cedidos por Estados Unidos a la Armada española en 1959. Forma parte de una serie de doce de la clase Nalón, y está dotado de radares tácticos de varios tipos.
Fallaron los sistemas de detección
Por otra parte, el destructor antisubmarino de la Armada española Marqués de la Ensenada (D-43), objeto de un sabotaje terrorista en la madrugada del día 2 de octubre, tenía estropeados sus aparatos de detección de objetos. La información no ha podido ser confirmada en fuentes oficiales -aunque tampoco ha sido desmentida-, pero se ofrece como segura entre los técnicos que han examinado posteriormente el buque.
Según ellos, sólo así se explica que los submarinistas de ETA hayan podido acercarse al casco del buque sin haber sido detectados por el sonar o equipo electrónico destinado a esa misión. Igual teoría mantiene para el supuesto de que la bomba contra el destructor hubiese sido colocada desde el muelle, aunque en este caso habría que poner en cuestión además la vigilancia desde tierra y desde el propio barco de guerra.
La reparación del Marqués de la Ensenada, que se lleva a cabo en uno de los diques de Astllleros de Santander (Astander), está prácticamente terminada, y el buque puede regresar al muelle de la Comandancia hoy o mañana. Los trabajos efectuados tienen un coste de unos diez millones de pesetas. Además del casco resultó afectada una de las salas de calderas.
Aunque la reparación ha sido efectuada con más rapidez de la que en principio se pensaba, aún no se sabe si este destructor antisubmarino volverá inmediatamente al servicio de vigilancia antiterrorista de la costa cantábrica o deberá navegar hasta El Ferrol para ser sometido allí a una revisión en profundidad de sus instalaciones electrónicas, también dañadas por la explosión.
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