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AJUSTES EN EL SISTEMA MONETARIO EUROPEO

Solución intermedia en la pugna monetaria franco-alemana

Soledad Gallego-Díaz

Los ministros de Economía y Finanzas de los diez países miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE) acordaron el pasado domingo, después de ocho horas de duras discusiones, un reajuste de las paridades de cuatro de las ocho monedas que forman parte del Sistema Monetario Europeo (SME). El marco alemán y el florín holandés han sido revaluados en un 5,5%, mientras que el franco francés y la lira italiana sufrían una devaluación del 3%. El franco belga (y el luxemburgués, asimilado a él) resistió las presiones franco-alemanas y mantiene su valor, al igual que la corona danesa y la libra irlandesa. Se trata del ajuste monetario más importante realizado en el seno del SME desde su creación, el 13 de marzo de 1979.

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El Consejo de Ministros fue precedido por una reunión de urgencia del comité monetario, formado por los directores de las bancas nacionales y los directores generales del Tesoro, pero los expertos no pudieron llegar a un acuerdo y levantaron la sesión a la una de la madrugada del domingo, sin resultados aparentes. Este fue uno de los motivos por los que el Consejo de Ministros se prolongó más de lo previsto: de once de la mañana a siete de la tarde, con una breve interrupción para almorzar. Los titulares de Economía y Finanzas estaban obligados a encontrar una solución antes de medianoche (hora de Bruselas; ocho de la mañana del lunes, hora de Tokio) porque la apertura de la Bolsa japonesa sin el anuncio previo y público del reajuste monetario europeo hubiera permitido a los especuladores internacionales realizar operaciones que hubieran costado una auténtica fortuna al Gobierno francés.El eje París-Bonn

La discusión se centró, en un primer momento, en la revaluación que debía experimentar el marco alemán. París exigía que, de una forma o de otra, la relación entre el franco y el marco sufriera una variación de como mínimo, el 9%. Una primera hipótesis de trabajo fue revaluar el marco y el florín en un 4,5% y devaluar la lira italiana y el franco belga, así como el franco francés, en otro 4,5%. La propuesta de París y Bonn -que han formado un eje perfecto frente a Italia y Holanda- tropezó con la negativa rotunda de Bélgica a tocar su moneda y con la indignación de Italia, que devaluó la lira el pasado mes de marzo en un 6% y que acusaba a sus compañeros de «minar por la base» todos sus programas de lucha contra la inflación.

El primer ministro belga, Mark Eyskens, que preside un Gobierno en funciones y que se enfrenta con unas elecciones generales anticipadas previstas para el 8 de octubre próximo, celebró una reunión de urgencia con el primer ministro de Luxemburgo y con el ministro de Finanzas de los Países Bajos, dentro del marco de la cooperación del Benelux. Eyskens logró el apoyo de La Haya, dispuesta a revaluar el florín por encima del 4,5 %.

Presiones sobre Italia

Las presiones se concentraron entonces sobre Italia para lograr que aceptara una devaluación cercana al 4%, tal y como deseaba el Gobierno francés. Roma se defendió con uñas y dientes y lanzó una contrapropuesta: revaluación del marco en un 6% y devaluación del franco y de la lira en un 2,5%. París seguía exigiendo más, pero Bonn no estaba dispuesta a llegar al 6% de revaluación. El presidente de turno del Consejo, el británico sir Geoffrey Howe, celebró diversas entrevistas bilaterales hasta lograr que tanto Italia como Francia aceptaran unasolución intermedia: devaluación del 3 %. Algo menos de lo que pretendía París y más de lo que quería Roma.

Desde el punto de vista de los técnicos de la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la CEE), el reajuste es realista, ni excesivo ni insuficiente, según palabras del vicepresidente François Xavier Ortoli. El problema más inmediato es el imprescindible ajuste de los precios agrícolas, de acuerdo con las nuevas paridades. El Consejo de Ministros de Agricultura tiene que revisar los montantes compensatorios, fórmula ideada para proteger los ingresos de los agricultores europeos contra las fluctuaciones de las monedas respectivas.

Tanto los expertos de la Comisión como los portavoces de los distintos países fueron unánimes a la hora de atribuir la responsabilidad de esta variación de las monedas europeas a la política económica norteamericana y especialmente al mantenimiento de altas tasas de interés, que perturban el mercado internacional. Técnicos comunitarios estimaban ayer en Bruselas que el reajuste en el seno del SME no tiene porqué provocar grandes alteraciones en relación con monedas terceras, pero que habrá que esperar varios días antes de saber, gracias a los movimientos de las bolsas, el impacto auténtico del reajuste.

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