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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La gran evasión

Cena en casa de Francisco Fernández-Ordóñez. Los perros ladran como si aún estuvieran defendiendo a un ministro. Quizá los perros, tan inteligentes (aunque en la cena hemos hablado más de gatos, por culpa del mío y de Vidal-Beneyto, que ha hecho un ran libro/ compilación de la polémica estructuralista en torno a Les Chats de Baudelaire), quizá los perros, digo, saben que están defendiendo a un hombre/bisagra, un hombre del futuro, frente a la eran evasión de la derecha colocal, que ahora aúna leopoldismo/ suarismo/ nacionalcatolicismo/ multilateralismo (más algún socialdemócrata apócrifo), con vistas a presentar en las elecciones/83 un gran paquete electoral, un ómnibus perdido, confuso y poderoso que, a medida que se aproxime a la Moncloa, se irá transformando en búnquer. En casa de Pacoordóñez, el Ministerio de Hacienda amorosamente pintado por Amalia Avia:-Podría explicarte quién hay detrás de cada ventana- me dice, el autor de una ley tributaría que entre todos le han atomizado.

¿Y qué tenemos en el otro hemisferio, me pregunto mientras la doncellez de una doncella me trae la cocacola del tiempo, frente a la gran evasión de la derecha hacia la derecha? Y me respondo a mí mismo: otro posible gran paquete electoral, no coherente por los intereses, como el de la gran evasión, sino por las ideas: una aproximación de los socialdemócratas a Felipe González, o a la inversa, más la recuperación de hombres como Tierno, a salvo del affaire de los barrenderos.

No parece que el PSOE vaya a tomar nada de sus condiscípulos del pecé, sino que los deja despeñarse en el autocar trágico de la marginalidad, camino del hondo sur. Otro slogan del PSOE pudiera ser «PCE, de entrada, no». Aún no se le ha ocurrido a Roberto Dorado. PCE, ni de entrada ni de salida. Pero hay muchas afluencias/confluencias de radicales, liberales no multinacionales, «burguesía lluminada», progresista, y nietos naturales y políticos de don Manuel Azaña que podrían engrosar, en torno a los graníticos toros de Guisando -«como dos siglos de piedra», escribió Federico-, un paquete progresista, aperturista, socializante, democratizante, de gran aceptación electoral. De modo que Felipe (sólo Tierno le llama «señor González»), cuando se almidona de presidente llegadero, como ayer le reprochaba más o menos, en este periódico, mi querido maestro Aranguren, sabe quizá lo que se hace. En el despacho de Fernández-Ordóñez, donde tomamos el café, la penúltima foto de Antonio Machado (la última es de muerto), esa donde tiene algo de sublime zapatero de portal:

-Es el modelo de español perdedor que todos amamos- me dice José Antonio Fernández-Ordóñez.

Y con Machado, una bandera española y una foto de los Reyes. Pero los agudos y hermosos perros ladran en la noche defendiendo esta reunión de «rojos», porque a tales extremos ha llegado la Historia en España. Por la tarde, en Radio Nacional, he permanecido durante una hora contestando llamadas de los oyentes, en un coloquio radiofónico. Me pregunta una señora qué me parece como estuvo mi señorito en la tele, con/contra Antonio Izquierdo: «Admirable y valiente». Y ella: «Estuvo como una catedral». Y yo: «Señora, no puedo decir tanto, porque a mí me paga y parecería servidumbre, pero estuvo genial».

Cebrián, definiendo el jectorado del periódico -estudiantes, intelectuales, jóvenes, profesores, muchas mujeres-, hacía el catálogo de esa España posible que no bosteza y que, én el machihembrado socialismo/socialdemocracia. que acabo de sacarme, sería un frente nada impopular, de clase media amplísima y progre, contra la gran evasión de la derecha más a la derecha. Pero los perros ladran demasiado.

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