Los centros culturales de las embajadas, lugares predilectos para el aprendizaje de idiomas
Saber idiomas ha dejado de ser un lujo para convertirse en una necesidad. El paro y la posibilidad de ascender profesionalmente son dos de los motivos que impulsan cada año a miles de personas a matricularse por estas fechas en inglés, francés y alemán, los tres idiomas más frecuentes entre el alumnado español. El alumno de idiomas sabe que la mejor manera de aprender una lengua es en el propio país donde se habla, por ello algunos deciden aprender idiomas en «territorio extranjero» sin salir de España. Son los alumnos del Institut Français, el Deutsches Kulturinstitut, el British Institute y el USA Cultural Center.
Mucha gente se sorprende cuando se entera de que la manzana que ocupa el Instituto Alemán de Madrid, con entrada por la calle de Zurbarán, es territorio alemán. Lo mismo sucede con el espacio que ocupa el edificio del Instituto Francés, situado en la calle del Marqués de la Ensenada. Ello se debe a que tanto el Deutsches Kulturinstitut como el Institut Français de Madrid, son edificios de sus respectivas embajadas, y por tanto se consideran territorio de esos países. No ocurre exactamente lo mismo con el Instituto Británico y el Centro Cultural de Estados Unidos. Estos centros no son «territorio extranjero», legalmente hablando, pero en ellos, al igual que en los otros, es posible respirar la atmósfera de los países cuya lengua enseñan; y de eso se trata.Desgraciadamente, esta posibilidad de estudiar un idioma en el ambiente del país donde se habla, sin salir de España, sólo se puede disfrutar en Madrid y en algunas otras ciudades como Barcelona, Sevilla o Valencia, donde existen delegaciones culturales de este tipo. Pero allí donde se ofrece esta oportunidad no se puede decir que sea desaprovechada. En Madrid son cerca de 13.000 las personas que se matriculan anualmente en los cuatro centros mencionados: 3.800, en el británico; 3.429, en el Centro Americano; 3.200, en el Instituto Alemán, y 2.300, en el Instituto Francés, según las estadísticas del pasado curso.
Para matricularse en el Británico sólo se necesitan tres requisitos: tener más de diecisiete años, el bachillerato o estudios equivalentes y pasar una prueba que determine sus conocimientos en el idioma. Las tarifas son de 14.500 pesetas al trimestre por cinco horas semanales o 29.000 por diez horas semanales. Es decir, 43.000 y 87.000 pesetas, respectivamente, por cada año escolar, a una media de 260 pesetas la hora de clase.
Estudiar inglés en el Centro Cultural de Estados Unidos sale un poco más caro: unas trescientas pesetas la hora de clase. Costando cada curso, de cinco .semanas y media de duración, 7.500 pesetas. Los alemanes son los más baratos. Por un curso completo, de octubre a mayo, en el que se imparten clases semanales de hora y media, sólo cobran 11.000 pesetas. Si se trata de un curso acelerado -cuatro clases semanales de noventa minutos cada una- el precio es de 12.000 pesetas, y si le corre mucha prisa leer a Goethe, puede hacer un curso exprés de cinco clases semanales de dos horas de duración cada una, por la módica cantidad de 17.000 pesetas. En el Instituto Francés las tarifas del curso completo de ocho meses van desde las 26.000 pesetas por cuatro horas y media semanales, a las 46.800 por diez horas semanales. Una originalidad de¡ Instituto Francés son las clases para niños y jóvenes, de ocho a trece años, con una metodología específica para estas edades.
El alumnado siempre opina que paga demasiado por los cursos de idiomas. Como excepción a la regla, los alumnos del Instituto Alemán se declararon -en una encuesta que realiza el instituto- conformes en un 87% con las tarifas, no encontrándolas ni caras ni baratas. Sin embargo, hasta los centros con las tasas más altas dicen que con las matrículas no cubren los gastos de los cursos y que sólo se mantienen gracias a los presupuestos que para estos menesteres les otorgan sus respectivos Gobiernos.
Actividades culturales
Es difícil establecer la proporción en la que los cursos de idiomas tienen que ser subvencionados, ya que estos centros organizan con su presupuesto otras muchas actividades culturales. Por otra parte, los directivos coinciden en no querer hablar demasiado de sus economías internas. Lo cierto es que por esas cantidades no sólo ofrecen unas clases impartidas por, profesores nativos, plenamente cualificados, sino que además ponen a disposición del alumno un ambiente muy especial que le hace sentirse más cerca de¡ país cuyo idioma estudia. Esa atmósfera se respira en las bibliotecas de los centros, en las salas de exposiciones de arte, en los salones de actos y hasta en el vestíbulo, siempre lleno de carteles, anuncios y referencias al país en cuestión.El Instituto Francés de Madrid es quizá el más conocido por sus actividades culturales, celebradas, en ocasiones, como auténticos acontecimientos, e inspiradas por la idea de fomentar el intercambio cultural hispanofrancés. Sin embargo, la imagen pública del instituto, fundado ya en el año 1912, ha sido durante mucho tiempo la de un centro consagrado exclusivamente a la difusión de la cultura francesa, lo que propiciaba ampliamente el cliché, tan español, del imperialismo cultural francés. Los dialogos francoespañoles, celebrados durante el pasado curso, y en los que se propició una confrontación intelectual entre personalidades españolas y francesas, son un indicio de este cambio de imagen iniciado en los últimos tiempos.
El porcentaje de mujeres matriculadas es más elevado que el de hombres. En el caso del Instituto Francés -idioma muy solicitado para las secretarias- el porcentaje de mujeres asciende aproximadamente al 70% del alumnado, cifra que se rebaja a un 56% en el caso del Instituto Alemán, idioma mucho más solicitado por los técnicos. Según unas encuestas realizadas por el Instituto Alemán, los estudiantes y titulados en carreras de Ciencias y de Ingeniería supusieron durante el pasado curso el 19% de su alumnado, constituyendo así el mayor grupo profesional del centro, seguido muy de cerca por los estudiantes o licenciados en filosofía, arte y teología, que representaron el 13% de los alumnos. Indudablemente, la industria alemana y la saga de los Kant, Hegel, Marx, Schopenhahuer, Nietzsche, Heidegger, etcétera, atraen hacia el Deutsches Kultunnstitut a multitud de universitarios. Este interés por leer en las fuentes es tan grande que el Instituto Alemán se ha visto forzado a organizar unos cursos especiales para filósofos, que sin querer realizar el inmenso esfuerzo de estudiar alemán, quieren poder leer algunos textos de sus autores favoritos, aunque sea a golpe de diccionario.
Otro curso especial de¡ Instituto Alemán -de gran importancia, debido a sus connotaciones sociales- es el que se imparte para hijos de emigrantes que hayan regresado de la República Federal de Alemania. El instituto se ha sentido obligado a ayudar a estos jóvenes -de nacionalidad española, pero criados en Alemania- a reintegrarse en la sociedad española, intentando que perfeccionen el idioma que aprendieron de pequeños, ya que, aunque lo hablan correctamente, en la mayoría de los casos no saben escribirlo ni relacionarlo con el español.
Al Centro Cultural de Estados Unidos acuden en su mayoría profesionales que necesitan urgentemente saber inglés. El 46,4% de los alumnos matriculados en el curso pasado estaban en este caso.
Títulos
La elección de estos centros y no de una academia o profesor particular responde, en un principio, a la idea generalizada de que en ellos hay una mayor seriedad, organización y de que, al fin y al cabo, es algo oficial y por tanto expiden diplomas de mayor validez.En el caso del Instituto Alemán, este centro otorga, tras superar una dura prueba, el Kleines y el Grosses Sprachdiplom del Goethe Institut, títulos de gran prestigio en el mundo germano; que sirven, por ejemplo, para poder matricularse en las universidades alemanas sin necesidad de efectuar el riguroso examen de lengua que se les hace a los extranjeros. Esto mismo sucede con el Centro Cultural de Estados Unidos, que tiene cursos especiales para preparar los exámenes del Michigan.
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