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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / EL DEBATE DE LA OTAN
Tribuna
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Las razones de un eslogan

La presentación fácil de una idea o de una posición es la de reducir la realidad a disyuntivas rotundas: negro o blanco, todo o nada, bueno o malo. Cuando la complejidad de una situación es grande, utilizar este recurso suele conducir a una simplificación excesiva, que se traduce generalmente en una distorsión del mensaje que se quiere transmitir. Recurrir a semejantes atajos en la comunicación política puede llevar sin querer y sin sentir a caminos no deseados y a rutas que no son las nuestras.La respuesta fácil aparentemente para los socialistas, ante las inexplicables e inexplicadas urgencias del Gobierno por meternos de prisa y corriendo en la OTAN, era sencillamente haber dicho «OTAN, no», pues tiene la contundencia de lo elemental, de lo negro o blanco; pero esa esquematización del problema, si la hubiéramos asumido, nos conducía al terreno maniqueo e irracional de lo bueno y de lo malo, donde le hubiera gustado situarlo al Gobierno y que nos hubiera deslizado, sin apenas percibirlo, hacia uno de los campos del conflicto que no es el nuestro. En función de ello desechamos la simplificación grosera que suponía el «OTAN, no», eliminando la trampa de valorar a la OTAN en abstracto, fuera del contexto de las fuerzas en presencia y evitando de ese modo que nos empujaran dialécticamente -si no estás conmigo estás con los otros- hacia el campo soviético, con el cual los socialistas de todo el mundo tenemos criterios diametralmente encontrados en casi todo, especialmente en lo referente a la libertad y la democracia y a su aplicación práctica en la estructuración del Estado y de la sociedad.

Evitar la simplificación

Se decidió centrar en el mensaje directamente el tema con el propósito de que el pueblo español se hiciese una idea cabal de la magnitud del problema, una idea correcta de nuestra posición, y una idea de la sustracción que se le quiere hacer en una toma de decisión de vital importancia; y se optó por decir llanamente «OTAN, de entrada no» como lema central.«OTAN, de entrada nada», obvia la simplificación maniquea del rechazo en abstracto de la OTAN y circunscribe nuestra negativa al ingreso en dicha organización. De entrar no, que viene resaltado intencionadamente por el tipo de letra utilizada en la valla y en todos los folletos.

Cualquier eslogan tiene evidentemente otras lecturas>y este podría leerse «por principio no» o «de momento no», que también se ajustan a nuestra posición. «De entrada no» -por principio no-, porque estamos en contra de incrementar la tensión mundial y de participar en la política de bloques dirigida por las superpotencias en detrimento de los países medianos y pequeños y del acercamiento entre los pueblos, «de entrada, no» -de momento, no; de prisa y corriendo, no- hasta que el Gobierno no explique con claridad al país sus razones y las ventajas. hasta que no haya un debate nacional profundo y sereno y hasta que el pueblo tome una decisión, que nosotros estamos dispuestos a respetar. En cualquier caso, «de entrada no» -de ninguna manera-, mientras el problema de la soberanía sobre Gibraltar no está totalmente resuelto. «De entrada, no» -para empezar, no-, mientras se nos quiera colar un problema adicional para enmascarar con los problemas más acuciantes y urgentes que tiene la nación

Todas estas lecturas y algunas otras de menor fuste que fueran estudiadas previamente producían siempre una imagen correcta con nuestra posición de rechazo al ingreso en la OTAN en las diversas facetas desde las que se podría observar la situación. El hecho de que un eslogan sea polivalente, si la resultante de sus diversas lecturas coincide siempre con la posición del que lo emite, lo hace todavía más valioso, atractivo y eficaz. De hecho habría que tener tiempo y dinero para analizar dentro de unos meses el grado de penetración de este eslogan en el lenguaje político, que me atrevo a predecir que tendrá un éxito semejante al vocablo firmeza, puesto en circulación por nuestro partido con los dos eslóganes de « 100 años de honradez y firmeza» y un «Gobierno firme para...».

A cualquier eslogan se le puede intentar sacar punta para hacer decir lo que no dice, para distorsionar su sentido e intención y relanzarlo como un boomerang; algunos de ésos que ejercen de listos por la vida puede tener la intención de intentar colar -como cuando se dijo que el PSOE no iba a hacer ninguna campaña y la única campaña seria y nacional que hay contra el ingreso en la OTAN es la socialista- que «ya, ya, que sí, que de entrada no, pero de salida cualquiera sabe», pero esos listos escamotearían las dos frases de base «Exige que te escuche. Exige un referéndum» que acompañan al lema central que define muy claramente la única salida posible que zanje la cuestión para el PSOE, el referéndum.

Por último, cabe decir que un eslogan puede ser importante o quedar reducido a una frase más o menos ingeniosa, en la medida en que se ponga a su disposición una serie de soportes eficaces, y vaya acompañada de una explicación escrita, gráfica y oral adecuada. En este caso los medios humanos y técnicos e informativos puestos a disposición de ese eslogan -en definitiva, de la campaña contra el ingreso en la OTAN- por el PSOE revelan la importancia que ahora y siempre le hemos dado al tema por tocar directamente a los intereses y la soberanía nacional.

Roberto Dorado es consejero federal de propaganda del PSOE.

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