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La Administración Reagan pretende que el FMI y el Banco Mundial impongan nuevas restricciones a sus créditos

La Administración Reagan ha lanzado una «mayor campaña» para, de alguna forma, internacionalizar su restrictiva política monetaria y pretende que el Fondo Monetario Internacional y, el Banco Mundial impongan nuevas restricciones a su política crediticia, especialmente a aquellos países cuyas políticas económicas difieren sustancialmente de lo que Washington considera que es acertado en los particulares momentos de la economía mundial.

La nueva campaña norteamericana, filtrada con todo lujo de detalles al inicio de las 36 reuniones anuales de los dos organismos internacionales, ha encontrado serias resistencias en las reuniones previas de los distintos comités regionales del FMI y el Banco Mundial, y se espera que sea objeto de un fuerte debate, incluso entre los países industrializados, en las sesiones formales que los ministros de Finanzas y Economía de las 141 naciones representadas en los citados organismos comienzan mañana en Washington.Lo que la nueva Administración norteamericana pretende es que el FMI y el Banco Mundial, dos instituciones creadas y pensadas para asistir a los países miembros a resolver sus problemas y desajustes externos, limiten su ayuda financiera globalmente y la condicionenselectivamente aquellos Gobiernos que tienen en efecto políticas económicas acordes a las actuales circunstancias de la economía mundial.

Con ello, Washington espera que el FMI y el Banco Mundial reduzcan su papel como prestatarios en el sistema financiero internacional y contribuyan así a limitar la liquidez en los mercados mundiales, un acontecimiento que a su juicio reduciría las tensiones inflacionistas mundiales. Una cosa así sería muy favorablemente vista por los bancos privados. que pese a haber sido fuertes prestatarios en los últimos años atraviesan momentos de exceso de liquidez.

Asimismo, la nueva Administración Reagan desea que el Banco Mundial dé un giro de 180 grados a su política tradicional de asistencia a los sectores públicos de los países miembros y la reconduzca hacia el sector privado de los mismos, convirtiéndose así en una institución muy similar a los bancos comerciales.

La política de Washington, que el presidente Reagan expondrá en su discurso ante la asamblea del FMI y el Banco Mundial el próximo martes, ha sido objeto ya de debate en la reunión de ayer del comité interino del FMI y ha recibido, el viernes pasado, una dura crítica por parte del llamado «grupo de los veinticuatro», grupo que reúne los intereses de los países en desarrollo miembros del FMI y Banco Mundial.

Las principales críticas a lo que algunos han calificado de «internacionalización» de la política monetaria de Washington, se basa en que lo que Reagan pretende es precisamente dar la vuelta a una marcada tendencla de ambos organismos, durante los últimos años. de relajar la «condicionalidad» de sus créditos, precisamente para adecuar la concesión de préstamos a los difíciles momentos que atraviesa la economía mundial, todavía no recuperada del todo de los fuertes incrementos de los precios del petróleo de 1979 y 1980.

El hecho de que Washington se vea apoyado en esta nueva campaña por algunos países industrializados tal como Gran Bretaña y Japón, no ha hecho más que alentar a la nueva Administración norteamericana, que piensa así desplazar la atención central de las reuniones de sus propias políticas a las que practican los dos organismos, siguiendo las pautas de su directorio.

La oposición francesa

No obstante, la nueva estrategia de Washington cuenta ya con la fuerte oposición del Gobierno socialista francés, cuyo ministro de Economía, Jacques Delors, ha señalado que el objetivo de Reagan, de aceptarse, contribuiría a limitar las posibilidades de soluciones de la crisis que atraviesan algunos países en desarrollo especialmente los no productores de petróleo.Aparte de esta nueva campana de Washington, los temas de debate de la 36ª reunión del FMI y el Banco Mundial seguirán concentrándose en la política monetaria de Washington (especialmente sus altos tipos de interés) y, en este sentido, es de preveer que continúe el debate iniciado en la última reunión anual de la OCDE en París, Y continuando en la cumbre de Ottawa, sobre la necesidad de una suavizacion de dicha política que permitía una salida más cómoda de la crisis actual.

Asimismo, los ministros de Fínanzas de los 141 países asistentes se espera que analicen la actual situación económica mundial a la luz del informe anual presentado por la gerencia del FMI y por la presidencia del Banco Mundial, que adelantó hace dos senianas que la coyuntura mundial continúa siendo adversa y que es previsible que continúe igual hasta mediados de 1982.

Aunque, según el informe, se empiezan a observar algunos indicios de progreso en lo que se refiere a la localización de los problemas de la economia mundial, todavía persisten altas tasas de inflación en muchos países, unidas a una persistente resistencia al crecimiento en los países industriales y a un fuerte aumento de los desequilibrios por cuenta corriente.

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