Activismo nacionalista en la región Yugoslava de Kosovo
En la región autónoma yugoslava de Kosovo, poblada por más de un millón de albaneses, la situación continúa siendo "compleja" y siguen las pintadas de lemas antieslavos, las octavillas proalbanesas y los sabotajes, según declaraba ayer a la Prensa el ministro yugoslavo del Interior, Franjo HerIjevic.Más de cien personas han sido condenadas a penas que van desde una media de dos años de cárcel hasta extremos no muy raros de quince años. Cerca del 10% de los activistas nacionalistas son menores de edad y, según declaraba el ministro del Interior yugoslavo, suelen ser recluidos en reformatorios tras su detención.
La región autónoma de Kosovo sigue cerrada al turismo y casi no pasa día sin que la Prensa yugoslava registre ataques contra los partidarios de que Kosovo se convierta en la séptima república de la federación yugoslava, actualmente formada por seis repúblicas federadas. La televisión yugoslava mostraba esta semana pintadas ya tachadas, que todas las noches vuelven a surgir sobre muros y carreteras con textos como "En pie, hermanos albaneses", "Abajo el revisionismo yugoslavo" .
Mahmud Bakali, que hasta su dimisión forzosa tras los sangrientos choques entre manifestantes albaneses y la policía era el jefe de los comunistas de Kosovo, es acusado ahora de haber ocultado manifiestos de un llamado "Partido comunista marxista-leninista de los albaneses", organización clandestina rival de la Liga de los comunistas yugoslava.
El ministro yugoslavo del Interior ha revelado que se dan "organizaciones clandestinas" en Kosovo. La pasada semana, el diario Vijesnik, de Zagreb, daba cuenta de un tiroteo entre fuerzas del orden y dos albaneses de veintiún y veintitrés años de edad, Salih Lajqi y Ahmed Selaj, que resultaron muertos tras haberse fugado de la cárcel. Hace poco se condenó a un grupo que en abril se echó al monte con un botín de armas y municiones procedentes del saqueo de un coche de la policía. También han sido condenados ocho albaneses a penas de diez a quince años de cárcel por haber exigido hablar albanés y enseñar sus pasaportes a los ocupantes de los coches de matrícula yugoslava que entraban en Kosovo por Serbia.
Un tribunal de Belgrado ha dictado sentencia de seis años de cárcel contra Bosko Simich, ciudadano yugoslavo que hace cinco años se nacionalizó norteamericano, por delito de espionaje a favor de Estados Unidos y otro país occidental. Los medios de información yugoslavos se han limitado a decir que Bosko Simich entregó secretos de importancia a dos países.
Según se ha llegado a saber en Belgrado, el tema de Bosko Simich figuró entre los tratados hace nueve días en la capital yugoslava por Alexander Haig con sus anfitriones yugoslavos.
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