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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / EL DEBATE DE LA OTAN
Tribuna
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El problema moral

Nuestro país se enfrenta en estos días a una polémica importante: OTAN, sí; OTAN, no. Se trata de saber si España se debe incorporar o no al Tratado del Atlántico Norte. Pese a la posición -,contraria de mi partido, yo no había tenido demasiada ocasión de reflexionar sobre el tema que me resultaba, hasta ahora, un tanto alejado. Por eso me he aproximado a esa polémica sin prejuicios, interesado en escuchar las razones de los adversarios políticos del PSOE y partidarios de la incorporación, para contrastarlas con las que mis amigos y compañeros socialistas y de otros grupos contrarios aportasen. He hecho, también, lo posible para incorporar mi propia reflexión personal, que nunca es exclusivamente propia, sino que se forma en gran parte con las lecturas y con la reflexión crítica que sobre ellas se puede hacer. Quizá el primer problema -que se presenta a consideración es el del momento y su oportunidad. ¿Por qué ahora? ¿Cuáles son las importantes razones que aconsejan afrontar un tema tan espinoso y que tanto divide a las fuerzas políticas? Se ha respondido a estas interrogantes de una forma superficial y formal. El Gobierno puede elegir la oportunidad y ha elegido ésta. Mi amigo Rupérez vadiciendo por ahí, en esa cruzada pro OTAN que ha emprendido con un entusiasmo desusado en persona tan relativista y tan mesurada, que no es el PSOE quien tiene que decir cuándo es el momento oportuno. Yo creo que eso es una cortina de humo para no responder a una pregunta que me parece elemental, para las personas que, como yo mismo, no tienen juicios previos, y que quieren con buena voluntad esclarecer las respectivas razones: ¿porqué ahora?

El corazón del tema

Prescindiendo de las jugadas sucias, como la calumnia del presunto pacto del PSOE con el PCUS, y de la descalificación de nuestros argumentos, con el rechazable y falso argumento de que se trata de gritos, y no de razones, tengo un poco la impresión de que la polémica no ha entrado en el corazón del problema quizá tampoco por nuestra parte.De lo que sí estoy cierto es de que es un tema sumamente importante,y que hay que hacer todos los esfuerzos posibles por sensibilizar y comprometer a todos los ciudadanos en él, porque a todos afecta y concierne.

Quizá el mayor error que se pueda cometer es presentar el tema como algo técnico, de difícil comprensión popular y que no interesa a los ciudadanos. La minimización del tema es profundamente inmoral, precisamente porque el tema tiene, en última instancia, una radical dimensión moral.

A mi juicio, los argumentos políticos, militares, estratégicos, etcétera, son, en todo caso, argumentos instrumentales o secundarios ante el argumento moral, argumento radical, que se debe tener en cuenta prioritariamente.

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Probablemente, llegados a este punto, los pragmáticos partidarios de la real politik, despreciarán el argumento moral, acusándole de ilusorio y de utópico. Muchos,hombres, renunciando a los aspectos más hermosos y sugestivos de su condición, rechazan el argumento moral porque han renunciado a entender el mundo y se contentan con intentar dominarlo. Precisamente por las razones contrarias y porque el realismo que yo comparto no debe excluir el enfoque crítico, es decir, moral de la realidad, me parece que en el tema de la OTAN este argumento debe ser el definitivo.La pregunta que, a mi juicio, sitúa el tema en esta perspectiva ética no se ha escuchado mucho en la polémica de estos días y, sin embargo, es esencial. ¿La incorporación de España al Tratado del Atlántico Norte contribuye a la causa de la paz? ¿Sirve para alejar el espectro de la fuerza o, por el contrario, lo acerca más? Se trata de situar el sí o no a la OTAN en la disyuntiva paz o guerra. Y estamos en el ámbito moral, en el planteamiento más radical, porque la paz es condición para cualquier otro valor que haga posible la existencia humana. Sin paz no es posible ni la libertad, ni la igualdad; en definitiva, no es posible la dignidad humana. El otro término de la disyuntiva: la guerta es hoy incontrolable, limitada, conduce a un callejón sin salida, a la destrucción de la humanidad.

El problema nos interesa a todos, todos estamos comprometidos hasta la propia existencia no nos puede ser ajeno, y si la respuesta a este interrogante radical fuese que el ingreso de España en la OTAN no contribuye a la causa de la paz ni sirve para alejar el espectro de la guerra, todas las demás razones, por muy favorables que fueran, resultarían sin importancia. Desde este punto de vista tengo la impresión de que el Gobierno y su partido no han reflexionado suficientemente, se han dejado llevar por la ilusión del éxito inmediato, han realizado análisis más vinculados a la técnica de permanecer en el poder que a lo que los clásicos llamaban la preocupación del Bien Común.Si mis temores no son injustificados estamos ante una gigantesca frivolidad, alimentada con razones tecnocráticas y recubierta de una arrogancia sin precedentes en la corta historia de la democracia española.

Ocasión perdida

Una reflexión de filosofía moral, que quiera llegar hasta el fondo, se impone como contrapunto. Estos días he vuelto a leer un excelente y largo artículo de Norberto Bobbio, Il problema della guerra e la vie della pace, desgraciadamente no traducido al castellano, y su análisis implacable describe a la guerra como un camino sin retorno no imposible, pero sí indeseable, porque destruiría a la humanidad. Partiendo de esta tesis de Bobbio, el reto más importante para la razón moral de nuestros tiempos es evitar la guerra y crear una conciencia atómica.Con la entrada en la OTAN, España contribuye a fortalecer la política de bloques, el equilibrio del terror y pierde la ocasión de ser un interlocutor válido para romper la escalada que conducirá a la humanidad a una situación similar a la que Hobbes describe en el Estado de naturaleza de guerra de todos contra todos. Por muchas causas y muchos motivos se deben abrir vías que superen la bipolarización y, sobre todo, hay que oponerse, radicalmente, a la tesis de los defensores de la entrada en la OTAN respecto a la inevitabilidad de la política de bloques. No es inevitable, casi nada lo es para el coraje de la humanidad, y España puede dar en ese tema un testimonio de equilibrio y ser un elemento más que contribuya a disminuir la tensión.

De la "guerra justa"

Todas las viejas teorías de la guerra justa han sido pulverizadas por el avance nuclear y su capacidad de destrucción. ¿De qué sirve una guerra justa, si tanto el país ofensor como el país ofendido son destruidos? Antes, la guerra era irracional, porque la razón sólo se obtenía si se tenía más fuerza; es decir, que no ganaba quien tenía más razón, sino que acababa teniendo más razón quien ganaba. Aquellas terribles e irracionables palabras de Nietzsche eran muy expresivas: «Decis que una buena causa hace justa una guerra; pues bien, yo os digo.que sólo una buena guerra hace justa una causa...».Hoy la guerra es, además de irracional, indeseable. Es moralmente indeseable porque la guerra destruiría hoy a toda la humanidad. Esto quiere decir que tiene que ser un objetivo moral de primera magnitud evitar la guerra, porque no hay guerras justas. En la Posición de los defensores de la OTAN, planea la idea de que la causa occidental es la justa, y están en lo cierto. Entre los dos caminos, yo elegiría sin duda el de la libertad política, pero aunque el título sea justo, su ejercicio a través de la guerra es imposible, porque todo, se destruiría, incluso esa causa occidental justa que se pretende defender.

La exigencia de favorecer la paz

Si se piensa, pues, un poco seriamente sobre estos temas, se llega a la indudable conclusión de que es una exigencia moral de primera magnitud el favorecer la paz: el pacifismo activo que tiene una meta utópica es una actitud coherente, y puede ser también práctico y realista. En España, hoy, pasa por oponerse a la entrada en la OTAN, para no fortalecer el equilibrio del terror, para abrir puertas de interlocutores no comprometidos a una posible desescalada del clima de guerra fría. Militarmente, la entrada de España en la OTAN no fortalece más a los países occidentales: es sólo un éxito político de Estados Unidos, pero aunque fortaleciere en ese ámbito, tampoco sería un argumento ímportante si la guerra atómica destruye todo. Si no hay guerra, la entrada no se explica; y si la hay es lo mismo, a los efectos de la supervivencia; estar dentro que fuera.Yo tengo la impresión de que la moralidad está al margen del debate, y que UCD y el Gobierno del presidente Calvo Sotelo, que dicen fundamentarse en el humanismo cnstíano y en los valores de la civilización occidental, tienen dos criterios morales distintos: uno para la vida privada, y otro para las cuestiones de Estado. La moralidad de las cuestiones de Estado ni siquiera es la vieja moral de la razón de Estado, que, con todo, tenía su grandeza; sino una moral utilitaria basada en el éxito y en el mantenimiento en el poder. Con esos pequeños criterios se ha enfocado un tema trascendente para el futuro de las generaciones de españoles y se ha tomado una decisión. No es irreversible ni inevitable, y moralmente es una exigencia oponerse a ella.

Gregorio Peces-Barba Martínez es profesor de Filosofía del Derecho y diputado del PSOE por Valladolid.

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