Mitterrand deplora que las relaciones entre Francia y España no hayan mejorado más
El presidente francés, François Mitterrand, en la primera conferencia de Prensa de su septenio, ante cerca de medio millar de periodistas internacionales, lamentó que "las relaciones franco-españolas no hayan mejorado tanto como yo lo hubiese deseado". Se manifestó "favorable a que se abran las negociaciones" de la adhesión española a la CEE, pero teniendo en cuenta las condiciones preliminares conocidas. Explicó y matizó su política económica dirigiéndose especialmente a la patronal. El presidente cree que el "mitterrandismo es contagioso". Confirmó su política exterior, subrayando que debe restablecerse el equilibrio de fuerzas Este-Oeste, y que EE UU es su "primer aliado". Ofreció la capital francesa como sede de una posible conferencia sobre el desarme y anunció una exposición universal para 1989.
Con gran simpatía, el presidente galo se quejó de que se le pregunte insistentemente por algo que ha repetido tantas veces: su política con España. Si las relaciones entre ambos países no han mejorado como éI lo ha deseado "es debido a la rudeza de los tiempos, a la naturaleza de las cosas y a otras realidades políticas que deseo reducir".Sobre la adhesión de España a la Comunidad, Miterrand es favorable a que se abran negociaciones, "pero España no debe olvidar que existen con Francia realidades pendientes: agrícolas, industriales, económicas y regionales. Y los otros nueve de la Comunidad no pueden ser los únicos árbitros para resolver ese problema".
El presidente no respondió detalladamente a la cuestión de las extradiciones, pero sentenció que "Francia no concede extradiciones", antes de afirmar igualmente que "Francia no debe echarle una mano, aunque fuese indirectamente, a cualquier fuerza que intente desestabilizar la democracia española, tan bien sostenida por quienes la conducen". Y en el mismo tono concluyó asegurando que, sobre esto último, "Francia dará testimonio, lo aseguro. Todo lo demás depende de los Gobiernos".
A los empresarios
A lo largo de la más larga conferencia de Prensa celebrada en el palacio del Elíseo desde que se fundó la V República (casi tres horas menos cuarto), más gaullísta que nunca, por la pompa, el tono y el conjunto de la ceremonia, Mitterrand, como un emperador seguro de sí mismo, contento y dominador, se dedicó a una tarea fundamental: a ganarse definitivamente la confianza de los franceses, del mundo de los negocios particularmente, y la del entorno internacional.Dirigiéndose al sector empresarial del país, el mandatario socialista dijo: "No quiero darle gusto a nadie en particular. Lo que busco es el interés de Francia y el de cada uno en particular, y las empresas deben interesarse en trabajar con el presidente de la República", que teóricamente permanecerá siete años en el Elíseo, apoyado, durante cinco, por su mayoría parlamentaria actual.
Seguridad en su poder, pero conciencia también de que necesita de la colaboración de las fuerzas vivas del país que, enparte, hasta hoy al menos, han manifestado reticencias serias ante las perspectivas de su política económica. Ese fue el tono del monólogo de Mitterrand, que, al estilo de De Gaulle, agrupó las preguntas de los periodistas para responderles a todos a la vez con un texto que, a diferencia del fallecido general, no se había aprendido totalmente de memoria.
Reafirmó su política económica, basada en un crecimiento social, es decir, en la que la supresión del empleo es la viga maestra. Para ello confirmó las nacionalizaciones como "un instrumento del siglo próximo, porque si no nacionalizamos hoy, mañana serán internacionalizadas por los monopolios". Esa política en favor del empleo reposa en el relanzamiento económico, que, a su vez, debe contar con la solidaridad, es decir, con una fiscalidad nueva que esencialmente se traduce por el impuesto sobre la fortuna que la patronal no digiere. Por eIlo, Mitterand anunció ciertas modificaciones inmediatas. Refiriéndose a la salud del franco, no dijo que no sería devaluado.
Política exterior
Mitterrand reafirmó su política exterior, "que rechaza todo tipo de prohibiciones". Francia estará presente en todas las zonas del mundo cuando se trate de garantizar la paz o los intereses franceses. La bomba de neutrones, cuya fabricación no anunció, recordó que también entra en el terreno de la posible presencia francesa.El presidente socialista rechaza el pacifismo como garantía de paz, y cree que actualmente el desequilibrio de fuerzas Este-Oeste favorece a la URSS, y que a partir de 1985 EE UU invertirá la corriente. En Oriente Próximo, Francia será amiga de Israel y de los palestinos, y en consecuencia rechaza la actitud unilateral en favor de la negociación global o de la bilateral para resolver el litigio de esta región. Se reafirmó en su tercermundismo, las relaciones franco-africanas "son más armoniosas que nunca hasta la fecha". Polonia debe resolver sus propios problemas y, refiriéndose concretamente a los países de Europa occidental, y más aún a los vecinos, estimó que "el mitterrandismo tiene virtudes contagiosas", pero no a corto plazo.
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