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La ambición de poder de los liberales

Ultimamente parecen existir grandes inquietudes sobre las actuaciones de los liberales. Surge la pregunta: ¿dónde están los liberales?, mezclada con si son herederos de la tradición liberal, si son todos los que están, si están todos los que son, de dónde vienen y qué pretenden.La respuesta a ¿dónde están? contesta, prácticamente, a todas las demás preguntas. No existen datos y, por tanto, la respuesta no puede ser cuantitativamente exacta; pero sí pueden analizarse aspectos cualitativos, intentando hacerlo con cierta metodología, dividiéndoles en categorías relativamente homogéneas.

Liberales que no saben que lo son. Es el grupo más difícil de cuantificar. Probablemente condicionados por cuarenta años de propaganda contra el nefasto demoliberalismo, no saben bien en qué consiste. Algunos incluso se preguntan por qué no oían hablar tan mal del socialismo, sobre todo si era nacional. Forman parte del grupo más amplio de los ciudadanos que no quieren tener actividades políticas. Pueden ser identificados por sus quejas contra la inef icacia de la Administración pública, la baja calidad de la asistencia sanitaria de la Seguridad Social y las pérdidas del sector público; últimamente añaden comentarios sobre el sistema fiscal, comparando lo que pagan con lo que reciben.

Liberales de UCD. Entre liberales, difíciles de identificar por el carné, porque en UCD no hay carnés. Dentro de UCD, también se identifican mal, porque oyendo lo que oyen a veces, les preocupa manifestar su liberalismo. Con escasas excepciones se han incorporado a la política con posterioridad al fin del régimen anterior, dedicándose, previamente, a trabajar en sus cosas. Han aceptado disciplinadamente las sucesivas evoluciones del partido, participando decisivamente en la formulación de los programas ideológicos de los dos congresos celebrados hasta la fecha. Durante la primera etapa de UCD, estuvieron agrupados alrededor de Joaquín Garrigues Walker. En los últimos tiempos formaron parte del sector crítico ante el congreso de Palma, con excepción de algunos liberales notables que entendieron, muy en su derecho, que la otra opción era válida. En los niveles locales han comprendido mal, con frecuencia, que los gritos de unidad tuvieran aspecto de adhesión inquebrantable y cierto tono agresivo. Los más intelectualizados, cuando oyen hablar de la falta de comprensión de las ideologías por las bases del partido, sienten la tentación de examinar a los que lo dicen sobre Hegel; en cualquier caso, eluden la polémica con otros militantes, sobre el tema, cuando es en presencia de algún que otro gobernador civil. En las raras ocasiones en que se atreven a preguntar por qué siendo und de los sectores importantes de UCD, están poco representados en las áreas de poder, suelen recibir admoniciones sobre el carácter de servicio de la política y los pelígros inherentes a la ambición de poder. Mayoritariamente mantienen la esperanza de que su partido se organice de forma más flexible, de manera que la plena colaboración no suponga violencia alguna de las propias convicciones. También mayoritariamente, consideran que no hay alternativas mejores que intentar arreglar el partido por dentro; en ello están.

Tres grupos en UCD

Dentro de los liberales de UCD hay tres pequefios grupos que merecen especial mención. Liberales de origen que ocupan posiciones destacadas: personas de gran valla que han conseguido ocupar puestos significativos en el partido a pesar de las circunstancias. Liberales ilustres no comprometidos: miembros destacados de UCD con manifestaciones inequívocamente liberales y dificultades de integración, con los liberales, en el pasado, como consecuencia tanto de la falta de articulación de éstos, como de la postura, a veces cerrada, de algunos de sus miembros. Incluye ministros. Liberales socialdemócratas: miembros de UCD, algunos destacados, que a pesar de su profesión pública de socialdemocracia se cornportan y argumentan en la mayor parte de los temas como liberales progresistas.

Liberales de los clubes. Grupo creciente por toda la geografía española. El próximo 19 de septiembre se reunirán en la localidad gallega de La Toja representantes de cuarenta grupos promotores de clubes liberales, en constitución en otras tantas provincias. Aproximadamente la mitad de los participantes pertenecen a UCD. Hubo un momento en que estuvieron preocupados por la posibilidad de que se planteara en UCD la incompatibilidad entre la pertenencía al partido y a clubes de opinión observando con alivio que al final se imponía el sentído común. Los participantes sin adscripción partidista afirman su interés en actividades públicas sin integrarse en una organización de partido. Todos ellos consideran que el liberalismo no es, simplemente, como dice el diccionario: «actitud de ánimo generosa»; tampoco creen que liberal sea sinónimo de tolerante o demócrata. Piensan que los liberales son demócratas, partidarios de conductas tolerantes, que deben defender con todas sus energías un modelo de sociedad en el que la ampliación de las libertades hasta donde la imaginación alcance y cada sociedad concreta sea capaz de ir desarrollando, constituye la mejor de las utopias. Creen que el objetivo del liberalismo de progresiva igualdad a través de la libertad compite, ventajosamente, con el camino socialista hacia la libertad a través de la igualdad; lo creen porque, entre otras cosas, la experiencia histórica demuestra la mayor validez de la vía liberal. Respecto a desarrollos concretos del liberalismo no son dogmáticos, pero entienden que la protección de las minorías, la limitación de los poderes del Estado, la creatividad de la iniciativa privada, el potencial cultural del individualismo y la defensa de las libertades con minúscula, día a día, son un marco de referencias tan concreto, al menos, como el de otras ideologías.

Convergencia liberal

Los participantes en los clubes liberales consideran que la potenciación de los ideales del liberalismo en la sociedad española puede incrementarse con la actuación a través de clubes, sin perjuicio de que los partidos, en la medida en que puedan, también contribuyan al mismo objetivo. No desean interferir ni con UCD ni con otros partidos. No entienden que cuando afirman que los clubes son y serán siempre solamente clubes no se les crea; por supuesto, entienden que los miembros de los clubes tienen derecho a participar en partidos políticos o a adoptar las posturas políticas que crean convenientes.

A la información anterior conviene aiíadir que se está produciendo una progresiva convergencia liberal, al tiempo que de forma quizá no ajena a lo anterior, el liberalismo parece estar adquiriendo una mayor importancia en la vida política española. Así están las cosas en septiembre de 1981.

Pedro J. López Jiménez es militante de UCD y miembro del Club Liberal de Madrid. Fue subsecretario de Obras Públicas y Urbanismo, con Joaquín Garrigues, y en la actualidad es presidente de la Empresa Nacional de Electricidad.

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