La estabilidad del Gobierno autónomo, afectada por la polémica Rovira-Barrera
La fragilidad del Gobierno minoritario de la Generalidad está siendo sacudida por una confrontación verbal entre el presidente del Parlamento catalán, Heribert Barrera, y el delegado general del Gobierno en Cataluña, Juan Rovira. El telón de fondo de la polémica es la radical pérdida de fuerza del centrismo estatal en Cataluña y su deseo de participar en el Gobierno catalán. Curiosamente este deseo es bien visto por el partido de Barrera, ya que ello debilitaría la fuerza electoral de Pujol en el campo nacionalista. Se da el caso de que centristas y Esquerra constituyen el apoyo parlamentario que Pujol precisa para gohernar.
Anteayer, Juan Rovira replicó a unas manifestaciones efectuadas tres días antes por Heribert Barrera, quien había comparado la situación de Gibraltar y la de Cataluña. Juan Rovira, por su parte, afirmó que las manifestaciones de Barrera «constituyen el ataque verbal más grave dirigido contra la Constitución desde su promulgación». Rovira hizo tal manifestación en el curso de una recepción celebrada anteayer en el Parlamento catalán, cuya nota más destacada fue la total ausencia de autoridades militares, pese a haber sido formalmente invitadas.Ayer, Barrera reiteró a Radio Cadena Catalana las manifestaciones que motivaron la polémica. Afirmó que «ningún texto legal puede evitar que Cataluña sea una nación». Agregó que «de la misma manera que desde 1713 hasta ahora reivindica Gibraltar, Cataluña también, desde 1714 hasta ahora, tiene derecho a reivindicar lo que en aquella guerra perdió».
Precisó Barrera que «quisiera decir que la reivindicación de Cataluña me parece más justa, por tres razones. Primera, porque -y, ésta es insignificante, lo reconozco- se refiere a un período más próximo a nosotros en el tiempo. La segunda es que España cedió Gibraltar por un tratado, mientras que las libertades catalanas nos fueron arrebatadas por la fuerza, por la fuerza bruta de las armas, por el hecho de que la Generalidad tuviese que capitular para evitar el saqueo de Barcelona y la muerte de sus habitantes. La tercera razón es que me parece que no hay ninguna duda de que hay una proporción de catalanes mucho más elevada que son partidarios del retorno de la soberanía perdida en 1714 que, en este momento, la proporción de gibraltareños partidarios de que Gibraltar retome a España».
También ayer el Gobierno Civil de Barcelona dio a conocer, en una nota informativa, que había remitido al Ministerio Fiscal el contenido de diversas intervenciones acaecidas en el mitin independentista del día anterior por la mañana. Entre las intervenciones remitidas figura la del diputado foral navarro José Antonio Urbiola.
Tanto la polémica entre Barrera y Rovira como esta accíón judicial se sitúan en la antítesis de lo deseado por Jordi Pujol. En claro contraste con lo que debía ser la realidad inmediata en las horas siguientes, el presidente de la Generalidad manifestó anteayer, refiriéndose a su reciente entrevista con el presidente Calvo Sotelo, que «le señalé que el Gobierno no debía ponerse en contra de la jornada (del 11 de septiembre) porque éste es sólo un día de afirmación de Cataluña, como lo tienen muchos otros países, Creo que el presidente del Gobierno lo entendió y la prueba de ello es que desde hace unos días ha cambiado la actitud gubernamental respecto a si lo que se dice es o no constitucional.
La versión dada por Miquel Roez de la entrevista que el rnismo sostuvo, después de Pujol, con Leopoldo Calvo Sotelo, indica que es posible una entrada de UCD en el Gobierno catalán, y paralelamente la de un miembro de la Minoría Catalana en el Gobierno central. Esta versión de Roca, facilitada a este diario por dos altos dirigentes del partido de Pujol, debe ser tomada con cautela, en opinión de las misr'nas fuentes informantes, debido al bien conocido deseo de Roca de llegar a ser ministro. Pero es significativa del deseo de Pujol de eliminar todo antagonismo con el poder central mediante un acercamiento a éste, al precio que sea y a cambio de poco.
Los deseos de Esquerra
Curiosamente, el partido de Barrera, Esquerra Republicana, desea tal acercamiento, ya que de este modo, llegado el rnomento de las elecciones, podría sustituir al partido de Pujol en la preferencia electoral de amplios sectores nacionalistas. Esquerra apoyaría puntualmente al Gobierno de la Generalidad de centristas y Pujol, pero mantendría un tono altamente crítico en la calle, que conectaría con el nacionalismo sentimental catalán de la pequeña burguesía.
Una polémica entre Barrera y Rovira entra perfectamente dentro de la óptica de centristas y de Esquerra, pero incomoda enormemente a Pujol, quien, por encima de cualquier otra alternativa, desearía continuar gobernando en solitario, son el contradictorio y paradójico apoyo parlamentario de las dos opciones políticas antes citadas.
En días pasados, según informaron dos consejeros de la Generalidad, el Gobierno catalán fue informado de la solicitud formal, hecha de forma reservada, de los centristas catalanes, de entrar en el Gobierno catalán para ocupar cuatro o cinco carteras. Paralelamente, se ofrecían otras compensaciones de carácter también reservado. No obstante, Pujol insiste en que de darse tal entrada también debería haber un ministro catalán en el próximo Gobierno de Madrid. De no darse este tipo de solución -que no depende de la política catalana, sino de la general española-, Pujol intentaría como solución alternativa, si falla su actual y contradictorio apoyo parlamentario, un Gobierno de unidad, es decir, de concentración, con todos los partidos. Pero en todo caso evitará como sea la solución que parecería más racional: un acuerdo con los socialistas catalanes.
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