Ofensiva política de los comunistas portugueses
Los comunistas portugueses anuncian una ofensiva para provocar la caída del Gobierno de Alianza Democrática y la creación de condiciones para la formación de un "Gobierno democrático". El secretario general del Partido Comunista portugués (PCP), Alvaro Cunhal, pronunció el domingo uno de los más violentos discursos contra el poder instituido. Alianza Democrática sigue siendo, en opinión del dirigente comunista luso, el partido de todos los reaccionarios, capitalistas y latifundistas, animados de las peores intenciones contra la democracia y los trabajadores portugueses.
Algunas personalidades del nuevo Gobierno de Francisco Pinto Balsemão son acusadas por Cunhal de llevar a cabo maniobras "subversivas y conspiradoras", como Freitas do Amaral, encargado de la Defensa, y Angelo Correia, responsable de la Gobernación y, en consecuencia, de las fuerzas de represión.
Para Cunhal, después de las elecciones presidenciales de diciembre y de la caída del Gobierno Balsemão, era "posible, legítimo, constitucional y democrático" poner fin a los Gobiernos de derecha, convocando nuevas elecciones. No lo han entendido así el partido socialista, el presidente Eanes y el Consejo de la Revolución, actitud que Cunhal critica severamente.
Si las críticas hacia el PS y su líder, Mario Soares, no constituyen en sí ninguna novedad, no se puede decir lo mismo de las acusaciones moderadas formuladas contra el general Eanes y el Consejo de la Revolución, las primeras que los comunistas hacen en público desde 1980.
Cunhal anuncia también una lucha sin cuartel contra el Gobierno hasta provocar su caída, convencido de que "tarde o temprano" la disolución del Parlamento tendrá que imponerse, así como la "formación de un Gobierno democrático con participación comunista".
Dado el control que los comunistas siguen ejerciendo sobre la mayoría de los grandes sindicatos portugueses, hay que interpretar la declaración de guerra de Cunhal.
Los socialistas harán lo mismo, pero separadamente, y que no alterará para nada el resultado.
Lo que no se sabe aún es si Balsemão tomará la iniciativa de plantear un voto de confianza. Lo había hecho en enero, siguiendo el ejemplo de su predecesor, Sa Carneiro, pero no se lo impone la Constitución portuguesa.
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