Jorge Tabares,

un cantante lírico de 37 años de edad, fue el encargado de rescatar una vieja tradición perdida en Tenerife desde hace alrededor de treinta años. Sobre la grupa de un caballo blanco, Suspiro, recorrió las calles de la ciudad universitaria de La Laguna, en la citada isla, a modo de pregonero medieval, informa Carmelo Martín. De esta forma anunciaba el comienzo de las populares fiestas del Cristo de la segunda localidad, en importancia de población, de Tenerife. Para ello hubo de ataviarse del traje de la época y hacerse seguir de un numeroso cortejo de bellas mujeres sobre caballos enjaezados, trompeteros, maceros, antorcheros, tamboreros, palafoneros y Banda Municipal de Música. En cada esquina, como era de rigor antaño, el moderno pregonero voceó el texto que había sido escrito con letra caligráfica, sobre un pergamino, para la ocasión. A Jorge Tabares le dejó sin aliento su caballo cuando apenas había iniciado el recorrido por las callejuelas laguneras. Suspiro se asustó ante la muchedumbre que se había concentrado para contemplar la novedad frente al Ayuntamiento, e irrumpió en relinchos hasta que pudo ser amansado. Su jinete había temido precisamente que esto pudiera ocurrir porque nunca había montado a caballo hasta dos días antes de encarnar el papel del resucitado pregonero.