Sobre la pena capital

El debate sobre la pena de muerte debe desligarse de ciertos paralogismos y prejucios:1. Se oye decir a menudo que las naciones progresistas han eliminado la pena capital y que Francia, al mantenerla, aparece como un país oscurantista y atrasado. Es el tipo mismo del falso razonamiento. La Rusia zarista ignoraba la pena de muerte: ¿era más avanzada y más ilustrada que la Francia de Waldeck Rousseau, sin hablar de la del general De Gaulle?

La verdad es que una sociedad organizada determina sus prescripciones penales con la gravedad de los peligros que la amenazan ( ... ). Civilizaciones de tipo arcaico, dotadas de una rigurosa estratificación, pueden prescindir de la pena de muerte porque el orden sólo raras veces se ve perturbado (...)

2. Los abolicionistas nos advierten contra las reacciones naturales de la sensibilidad. Rechazan la opinión popular en la medida en que la suponen favorable a la pena de muerte, porque, según ellos, el horror del crimen falsificaría la serenidad de sus apreciaciones ( ... ). Ahora bien, si la opinión pública popular se pronuncia a favor de la pena de muerte, ¿por qué razón tendremos que rechazarla? En democracia, debemos aceptar y no considerar como despreciable lo que piensa la mayoría de los ciudadanos ( ... ).

Una vez formuladas estas obervaciones, me he decidido a presentar una propuesta precisa sobre el tema de la pena de muerte. Pienso que esta pena debe mantenerse, pero que debe limitarse a dos categorías de crímenes:

a) Los crímenes contra los agentes de la fuerza pública.

b) Los crímenes no pueden calificarse como atrocidades ( ... ).

, de la Academia Francesa.

, 28 de agosto