En La Habana, con el general Torrijos
Tuve el honor de acompañar al presidente de la República de Panamá, Arístides Royo, durante la celebración de la VI Cumbre de Países No Alineados. Desde los tiempos universitarios de Salamanca, nos une una profunda amistad, que el paso del tiempo ha ido estrechando hasta hacerla sencillamente fraternal.Al término de una de las sesiones de trabajo que tuvimos en La Habana, nos reunimos en el precioso jardín de la residencia que ocupábamos. El día había sido bochornoso y la noche, iluminada por una espléndida luna, animaba a la tertulia. Estaban presentes el presidente Royo, el general Torrijos, varios ministros del Gabinete y embajadores panameños en países del área caribeña. Se veía al general relajado, medio tendido sobre sus propias rodillas, acariciando las botas que llevaba puestas, oyendo atentamente las opiniones de los demás, hablando poco, como tenía por costumbre.
De aquella larga conversación recuerdo algo que me parece digno de contarse. En un momento determinado se dirigió el general Torrijos al ministro de Obras Públicas y le preguntó: "Ministro. ¿cómo va el plan de construcción de viviendas protegidas?". Cuando el ministro terminó de exponer los principios que inspiraban el prograina aprobado y el estado de las obras en ejecución, el general -al que a veces costaba entender, pues además de hablar bajo, muy bajo, utilizaba expresiones cuyo sentido no se me alcanzaba- le dijo textualmente lo siguiente: "Permítame ministro que le dé un consejo. Cuide de que cuando esas viviendas sé adjudiquen haya militares entre los beneficiarios. Es preciso que el militar se mezcle con el pueblo, que viva entre maestros, empleados, profesionales, trabajadores. No es bueno que los militares y sus familias desenvuelvan sus vidas dentro de recintos castrenses. La intercomunicación entre la sociedad civil y militar es beneficiosa para ambas. Así desaparecerán suspicacias, recelos recíprocos, y de la convivencia surgirá el respeto, el entendimiento y la comprensión".
Aquellas palabras se me quedaron grabadas. Muchas veces las he contado entre amigos. Hay, cuando hace escasos días que el mundo se ha quedado sin un general profundamente querido por su pueblo, sin un luchador infatigable por los derechos humanos, escribo estas breves notas en su homenaje y recuerdo./
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