Involución en la universidad
Recientes y graves sucesos de carácter universitario nos obligan a dirigirnos a EL PAIS con la intención de dar cuenta a la opinión pública de lo que estimamos como una manifestación más de la creciente involución científica y política en la universidad española. Dichos sucesos corresponden al intento de marginación de la personalidad científica y de la escuela de Pedro Laín Entralgo.Dejando aparte otros aspectos, nos referimos concretamente a los acontecimientos de los pasados días 14 y 15 de julio, que pueden confirmar un camino sin retorno en la vida universitaria española.
El día 14 se negó el nombramiento de catedrático numerario de Historia de la Medicina de la Universidad de Murcia al doctor Pedro Marset Campos, que ha ocupado allí con dedicación exclusiva el puesto de profesor agregado numerario de la misma disciplina durante la última década. Esta decisión se hizo en contra del informe de la facultad de Medicina y de la Universidad de Murcia, en los que explícitamente se afirmaba que los motivos de la dotación de dicha cátedra estaban basados, entre otros, en la apertura, por parte del profesor Marset, de nuevos frentes intelectuales y científicos -en la mejor tradición de la escuela lainiana-, por desgracia prácticamente ausentes del fosilizado mundo académico español. A ello se añade la grave circunstancia de que en una disciplina como la nuestra, de fuerte componente ideológico, la decisión de excluir al profesor Marset ha estado en las manos de una personalidad como el profesor Gabriel Sánchez de la Cuesta, de conocida afinidad ideológica con el régimen del general Franco. Hay que añadir que el profesor Sánchez de la Cuesta es catedrático jubilado de Farmacología, cuya relación con la Historia de la Medicina se ha limitado a una postiza erudición anecdótica, y que el profesor Marset es un destacado miembro del PCE.
El día 15 de julio se excluyó del nombramiento de profesor agregado de la facultad de Medicina de Cádiz al doctor Francisco Bujosa Homar, profesor adjunto numerario de Historia de la Medicina de la Universidad de Valencia, con dedicación exclusiva a la docencia y a la investigación, y autor, a pesar de su juventud, de una importante obra científica. Dicha exclusión -tras el abandono, indignados, de dos miembros del tribunal profesional de la Historia de la Medicina- se hizo al precio de conceder el citado cargo a unjefe de servicio de Rehabilitación de la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social de Cádiz, con conocida clientela privada y cuya relación con la Historia de la Medicina se ha lirñitado asimismo a una postiza erudición anecdótica. De forma paralela al caso anterior, la decisión de excluir al profesor Bujosa ha dependido del profesor José Gómez Sánchez, catedrático de Histología y Anatomía Patológica, absolutamente ajeno a nuestra disciplina, con pública relación amistosa con el beneficiario y también de conocida afinidad ideológica con el régimen del general Franco.
Los profesores Sánchez de la Cuesta y Gómez han ocupado la presidencia de los correspondientes tribunales como resultado de un proceso burocrático que ha ignorado deliberadamente la presencia en nuestro país de una figura científica que no necesita adjetivos, conocido en la comunidad históricomédica internacional como «the great man of Spain»: Pedro Laín Entralgo./ Catedrático de Historia de la Medicina. Universidad de Valencia./Luis García Ballester. Catedrático de Historia de la Medicina. Universidad de Granada.
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