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Crítica:"JAZZ"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Monty Alexander y Carrie Smith clausuraron el festival de Vitoria

EL V Festival de Jazz de Vitoria finalizó ayer con la actuación de Monty Alexander y de la cantante Carrie Smith. Con ellos se cerraron tres días de música que han complementado perfectamente los cinco de San Sebastián que aún puede continuarse en el festival que se celebra esta semana en Burgos.La organización ha sido buena y, lo que es más importante, con una conciencia clara de lo que pretenden y de sus propias posibilidades. El público ha llenado los tres días el polideportivo de Mendizorroza y los músicos han estado a gusto, factor este de una importancia fundamental.

El último fue un concierto algo atípico. Monty Alexander, pianista, vino con un grupo no excesivamente brillante, pero que produjo una primera parte de jazz muy variado en el que destacaban las intervenciones del mismo Monty y del steel drum (instrumento caribeño, un tambor cóncavo de metal realizado a partir de barriles de petróleo) en las manos de Othelo Molineaux. Luego salió un guitarra, Ernest Ranglin, de buen sonido y peores ideas, para dar paso a Hal Singer, con un saxo tenor que desmerecía notoriamente frente a los salvajes que pudimos escuchar en San Sebastián. Todo aquello era un poco despistante, aunque el público tan agradecido, como suele ser en nuestro país, aplaudió a rabiar.

Bien es cierto que el número fuerte de la noche era Carrie Smith, una negra tremenda, una señora impresionante, ataviada con un traje metalizado e imposible, gorda como una mesa camilla, pero con una capacidad para el baile muy contagiosa. Salió dando palmas y animando al personal a que lo hiciera (hay quienes olvidan que las palmas son el acompañamiento natural de todas las músicas étnicas), hacía saltar por el escenario su inmensa humanidad y cantó blues, con una voz de esas graves que resultan tan sensuales como religiosas, una voz que enloqueció a la gente y que le hizo pasar un gran rato.

No creo que fuera su mejor noche. La voz estaba allí, pero el acompañamiento de guitarra y batería era un poco deleznable y aquello se mantenía a flote más que nada por el improbo trabajo de Monty Alexander, que era el único que parecía entender de qué iba el invento.

Los riffs de Hal Singer eran, más que otra cosa, adecuados. Pero Carrie no pudo contar con el apoyo instrumental que la hubiera permitido lanzarse. Pero, lo que son las cosas, el concierto, que duró más de dos horas y media, pasó como por ensalmo, dejando un buen sabor de boca, aunque podría haber sido mejor.

Han sido tres días agradables que, como indicaba antes, pueden continuarse en Burgos, y que indican, como la cada vez más abarrotada agenda de rock, que la música en nuestro país se va convirtiendo en algo habitual y con un público capaz de responder a los requerimientos cuando éstos son mínimamente serios y de una cierta, en este caso superior, calidad.

"Jazz" en Burgos

A partir de hoy, y hasta el próximo día 30, la ciudad de Burgos celebra las primeras jornadas culturales en torno al jazz, organizadas por la revista Todo Jazz, que aparecerá en octubre. En el patio del claustro del monasterio de San Juan, con precios populares, se sucederán conciertos y recitales de música de jazz, flamenco, salsa, árabe, hindú y celta.Están previstas las actuaciones de Vladimiro Bas, Enrique Morente, Jean-Luc Vallet, Miami Jazz Sextet, Alfatihah, la presentación en España del grupo East West Trío, con el percusionista Glenn Hahn; Jamal Din Bhabtiya, en el sitar; el pianista Burton Green, y el quinteto formado por Carlos Carli, Jesús Pardo, Rubén Dantas, Carles Benavent y Jorge Pardo. Durante las jornadas habrá también exposiciones, conferencias y conciertos sorpresa.

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