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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / EL X CONGRESO DEL PCE
Tribuna
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Las cinco señas de identidad del PCE que queremos reconstruir

1. Un partido político. (No un club de amiguetes). Es el conjunto de todos los camaradas, con igualdad de derechos y deberes, aunque con diversidad de funciones, que asumen libremente la línea política elaborada por la mayoría en continua renovación dialéctica.No hay categorías de camaradas, ni culto a la personalidad, ni fetichismo de aceptar todo lo que viene de arriba, ni dogmatismos, ni camaradas poseedores de la ortodoxia que pueden excomulgar a otros camaradas. Es la unión permanente y organizada de todos los militantes que dedican sus mejores esfuerzos a trabajar en la sociedad bajo las directrices marcadas por la mayoría. (No tíos unen afinidades afectivas, ni sociales, ni de creencias religiosas, etcétera, sino afinidades políticas).

2. Democrático. No hay democracia sin una discusión política profunda. Al ignorante se le maneja. El fanático no piensa, comulga. Un partido democrático surge de unos militantes con conciencia de clase y con moral revolucionaria. (No desmoralizarse ante la trampa). No a las presiones psicológicas que impiden la libertad de expresión, no a las manipulaciones de Prensa, no a las campañas orquestadas desde el cenáculo (los que cenan), no a la falta de ética. La verdad es revolucionaria. La trampa, el engaño, el camuflaje enconan la herida y minan la moral revolucionaria. Autocrítica tantas veces repetida y casi nunca practicada. No a la secta, con esa idea vieja de que «los trapos sucios se lavan dentro de casa». Esto es un partido de masas y no vale el secretismo. El PCE no tiene secretos que no pueda pregonar a la luz del día. Un partido tiene derecho a equivocarse, pero no a empecinarse en sus errores.

3. Marxista-leninista. Esta es la firme seña de identidad de todos los partidos comunistas del mundo entero. (Nos hemos pasado de extravagantes dejando el leninismo). El PCE es el único partido comunista de la historia que no lo es. ¿Por qué?

El modo como se abandonó el leninismo: nos lo dijo Carrillo en EE UU como el gran jefe que marca el camino. No se discutió profundamente. (Si ser leninista no tiene importancia, ¿por qué tanto empeño en dejarlo? Y si tiene importancia, ¿por qué tanta precipitación y tan poca discusión para dejarlo?)

Se ridiculizó al leninismo. Ser leninista era, según la dirección, « el asalto al palacio de invierno» y «la dictadura del proletariado» y poco más. Cuando la historia y la obra de Lenin nos demuestra que a Lenin le correspondió la tarea de aplicar y de enriquecer la doctrina de Marx-Engels. Con la lectura de las obras de Lenin aprenderemos muchas cosas. Nosotros admitimos las aportaciones posteriores al marxismo, pero creemos que las aportaciones de Lenin son de vital importancia, por eso somos marxista-leninistas.

El cambiazo: pero resulta que quitaron a Lenin para hacernos eurocomunistas, sin saber ni cómo ni por qué. Carrillo decía, hace cuatro años, que el eurocomunismo inventado por los periodistas era un término impreciso e inexacto, no reflejaba la realidad. Hoy dicen que es ya un término no negociable, palabra sagrada. ¿Cómo?

Eurocomunismo = comunismo europeo. Falso, porque europeos son los partidos comunistas francés, portugués, inglés... y también son europeos los partidos comunistas de los países socialistas. Es un término falso que comprende sólo al PCE y al PCI y con abismales diferencias.

Término ambiguo que juega con las palabras pero no profundiza en las ideas. Es un camele. ¿Qué añade al auténtico comunismo? Decir «socialismo en libertad» es una tautología, porque el socialismo es libertad. Decir «la vía democrática al socialismo» es empequeñecer la idea leninista de que cada pueblo buscará y encontrará sus propios caminos para terminar con la explotación. Pero uno se hace algunas preguntas: ¿creen los euros en la lucha de clases, en el internacionalismo proletario, en la lucha revolucionaria de las masas, en la hegemonía de la clase obrera? Si me responden que sí, les diré que entonces son comunistas, como nosotros. Si me responden que no, les diré que no son comunistas.

En el transcurso de su historia gloriosa de lucha, el PCE cambió de táctica para acoplarse a la realidad, pero no necesitó cambiar de nombre.

El libro de Carrillo Eurocomunismo y Estado debe ser leído y discutido para comprender la debilidad ideológica del eurocomunismo y su gran confusionismo.

Es tal el cacao mental de estos euros, que bastará analizar las declaraciones más recientes de una de sus máximas lumbreras, Nicolás Sartorius.

Le pregunta el periodista de Interviu:

-¿ Sigue declarándose eurocomunista?

Sartorius responde así:

-Eurocomunista no soy yo, sino la política del partido. Declararse eurocomunista o leninista o afgano o prosoviético me parece una tergiversación del asunto. Yo estoy de acuerdo con la línea eurocomunista del PCE, pero no caeré en la trampa de situarme dentro de una tendencia.

De arranque, Sartorius niega que él sea eurocomunista. No él, sino la política del partido es la eurocomunista. La primera conclusión que sacamos es el milagro de un partido con política eurocomunista, pero sin eurocomunistas dentro. El milagro de la tortilla de huevos sin huevos. Sigamos el análisis lógico. Está de acuerdo con la línea eurocomunista.... pero no es eurocomunista, «porque declararse tal cosa sería tergiversar el asunto». Con lo cual, todos esos ingenuos camaradas que se declaran eurocomunistas están tergiversando el asunto, desde un Carrillo hasta un Marcelino Camacho, que han declarado a la Prensa «soy eurocomunista». Lo tergiversan tanto como los que se declaran leninistas, afganos o prosoviéticos. ¿Porqué? «Porque no hay que caer en la trampa de situarse dentro de una tendencia». Con lo cual, Sartorius nos dice en directo que ser eurocomunista es una tendencia dentro del PCE, lo mismo que el ser afgano o prosoviético o leninista, que ningún camarada caiga en la tergiversación de llamarse eurocomunista, que sería lo mismo que situarse dentro de una tendencia en el PCE.

4. Independiente. La política la elaboramos todos los militantes, pero sobre una realidad concreta que reafirma nuestro internacionalismo proletario («proletarios del mundo, uníos»), basado en la lucha de clases. Existen dos bloques: el imperialista y el socialista. Por eso somos prosoviéticos, no vamos a ser proamericanos. Los países socialistas, a pesar de sus defectos, han implantado el socialismo y contribuyen hoy a la esperanza de todos los progresistas del mundo.

5. Vanguardia del proletariado. Hegemonía de la clase obrera (en la alianza de la clase obrera, el campesinado y los intelectuales, la clase obrera ejerce la función rectora). Un partido de masas, abierto a todo el que quiera cambiar la sociedad y construir el socialismo como vía al comunismo. Con un programa concreto, no intentamos engañar a nadie. El futuro es nuestro porque somos la fuerza del progreso y el capitalismo camina herido de muerte por sus contradicciones internas. La Revolución de Octubre de 1917 rompe el mito de la invulnerabilidad del capitalismo como «orden lógico del mundo», cambia la correlación de fuerzas en la humanidad y refuerza y acelera la lucha de los pueblos por el socialismo que es libertad.

Camaradas, mantengamos la esperanza con la seguridad de que reconstruiremos el PCE con sus señas de identidad, porque ni la dictadura terminó con todos los comunistas, ni tampoco la actual dirección. Hay comunistas y mientras hay comunistas habrá PCE.

Francisco García Salve es miembro del Comité Central del PCE, de la fracción anticarrillista.

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