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La OTAN no tiene prevista la presencia de, tropas españolas en el 'frente central', localizado en Alemania Occidental

Soledad Gallego-Díaz

El Gobierno español pretende anunciar oficialmente su deseo de adherirse a la Alianza Atlántica el próximo otoño, probablemente en la primera quincena de octubre, y promover al mismo tiempo un desbloqueo de la situación en Gibraltar, a fin de establecer una cierta vinculación entre ambos problemas. Estos dos temas estarán presentes en la entrevista que mantendrán mañana, lunes, en Bruselas, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, y su colega británico, lord Carrington. A este propósito, el Gobierno de Madrid estudia -como adelantábamos ayer- la posible convocatoria de unpleno extraordinario del Congreso en agosto próximo.

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En contra de opiniones extendidas en España, en los planes de la OTAN no entra la presencia de tropas españolas en el llamado frente central, en la República Federal de Alemania. Sólo para las unidades de la Armada, mejor dotadas técnicamente y más acordes en su organigrama con los de la Alianza, parece estar reservado un papel importante.En cuanto al problema de Gibraltar, y dado que la entrevista prevista será muy corta, se espera que Pérez-Llorca se limite a indicar al ministro del Reinó Unido la intención del Gobierno español de «flexibilizar» su postura y a fijar una fecha, antes de que acabe el verano, para celebrar una reunión conjunta, posiblemente en Londres.

Según fuentes diplomáticas citadas por la agencia Reuter , la iniciativa española consiste en proponer una serie de medidas «que integren la vida diaria del peñón con las de las localidades vecinas», dejando para más tarde el problema de la soberanía. En principio, el Gobierno de Madrid estaría dispuesto a poner en práctica el llamado «acuerdo de Lisboa» y abrir, como exige Londres, la verja que bloquea Gibraltar, sin necesidad de que el Reino Unido levante al mismo tiempo la prohibición de que los súbditos españoles compren propiedades en el peñón o se radiquen allí al mismo título que los súbditos británicos.

De esta forma se «desbloquearía» uno de los problemas que plantea la adhesión de España a la Alianza Atlántica, aunque la solución definitiva del problema de Gibraltar no llegaría antes de varios años y previo un referéndum.

La Armada interesa

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El Gobierno de Margaret Thatcher es un decidido partidario de la adhesión de España a la Organización para el Tratado, del Atlántico Norte (OTAN), no sólo porque estime que es más fácil solucionar el contencioso de Gibraltar, sino, sobre todo, porque la entrada de España en la Alianza le permitiría proceder más cómodamente a la reestructuración de su marina de guerra. Londres, acuciado por problemas económicos, acaba de aprobar un plan de «modernizacíón» que supone la desaparición de varias unidades navales. La integración de España en la OTAN llenaría ampliamente el hueco que va a dejar el Reino Unido en el Atlántico. La Marina española es, tal vez, una de las armas más modernas de nuestro Ejército y está dotada, por el momento, de ocho submarinos, un portaviones, once destructores y dieciséis fragatas en buenas condiciones de mantenimiento.Aunque los aspectos militares de la eventual adhesión de España a la OTAN se mantienen en secreto' y, según fuentes oficiales españolas, no se ha iniciado ningún tipo de discusión a este respecto entre el Gobierno de Madrid y Bruselas, en medios oficiosos de la Alianza se resalta que el Gobierno español firmaría el tratado de Washington sin ningún tipo de «condición previa», ni tan siquiera en cuanto a un eventual rechazo a la instalación de armamento nuclear en su territorio. Las mismas fuentes estimaban, sin embargo, que no deberían existir mayores impedimentos para que, una vez en la Afianza, España pudiera adoptar la misma postura que Dinamarca o que Noruega, dos países que no conceden autorización para ellos. De momento, el Gobierno de Madrid firmaría el tratado, que incluye sólo catorce artículos, en los que se establece «en abstracto». el compromiso de asumir conjuntamente la defensa de los países miembros de la Alianza, así como de mantener y desarrollar la capacidad individual y colectiva de resistencia a un ataque armado.

Una vez todos los Gobiernos aliados hubieran enviado a Washington los documentos de ratificación del protocolo de adhesión de España, lo que en unos casos exige la aprobación de los respectivos Parlamentos nacionales, se estudiaría la «mejor fórmula»'de participación de nuestro país en los esquemas aliados.

Las conversaciones «posadhesión» -es decir, cuando ya se haya celebrado el debate en el Parlamento español y en los quince países actualmente miembros de la Alianza- tratarían también de la participación financiera española, tanto en los gastos de funcionamiento de la estructura de la OTAN como en los fondos de financiación de la infraestructura aliada (según cálculos de UCD, unos 5.000 millones de pesetas anuales), así como la participación financiera española en programas comunes especiales, como, por ejemplo, la compra de los sofisticados aviones norteamericanos Awacs y el esfuerzo presupuestario nacional que exigiría la puesta al día de los Ejércitos españoles. (La OTAN aprobó ya un acuerdo según el cual, los presupuestos nacionales de defensa deben aumentar, como mínimo, un 3% anual más que el índice de inflación de cada país.)

Un segundo bloque de conversaciones debería tratar sobre la integración de España y de sus fuerzas armadas en la estructura de mando de la OTAN. Según fuentes diplomáticas aliadas, la Organización para el Tratado del Atlántico Norte tiene un gran interés en el papel «atlántico» que puede desempeñar España y no sólo, como se ha venido- resaltando hasta ahora, en su papel «mediterráneo».

El Ejército de Tierra

Lo que parece ya muy claro es que la Alianza Atlántica no cuenta con el envío de tropas españolas al «frente central», es decir, a la República Federal de Alemania. Fuentes oficiosas, comentando una información aparecida en el New Herald Tribune, según la cual podría enviarse a la RFA un determinado número de soldados españoles, manifestaron su extrañeza, resaltando además la dificultad de integrar unidades militares españolas con las aliadas, dados los distintos programas de preparación, nivel de conocimiento de idiomas, etcétera. Para este diplomático, era mucho más probable que si España entra en la Alianza Atlántica se optara por asignar algunas unidades, las más modernas, a la OTAN, pero permaneciendo en el territorio nacional.. Estas unidades, con programas especiales de preparación, serían las encargadas de participar en los ejercicios conjuntos o, en caso de conflicto, las que quedarían inmediatamente bajo mando aliado. Una de las unidades más « apetecidas» en este sentido sería la Infantería de Marina.

Canarias

El tercer capitulo que debería ser objeto de estas «conversaciones a posteriori» sería la situación del archipiélago canario. Las islas Canarias tienen una posición estratégica ideal para la Alianza, y según los expertos militares jugarían un papel inapreciable en e caso de que los convoyes militares norteamericanos no pudieran utilizar la «ruta del norte». Si la Península ofrece ya un gran interés por su situación «casi insular», y su posibilidad de jugar un papel parecido al de las islas Británicas (base de reagrupamiento, despensa y almacén de material, aprovisionamiento de gasolina y portaviones), el archipiélago reúne tales condición que le hacen estar en el punto de mira de la Alianza.

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