No se aprovechan todas las oportunidades de comercio exterior, según Martínez Cortiña
La creciente competitividad entre los países desarrollados en la conquista de los mercados internacionales, el nuevo proteccionismo impuesto por las naciones industrializadas, y las mayores exigencias de financiación de los países subdesarrollados, en creciente endeudamiento, son algunas de las causas de la delicada situación del comercio exterior español, según el consejero delegado del Banco Exterior de España, Rafael Martínez Cortiña.
Otras razones de esta «tendencia muy preocupante » son los fuertes cambios en el comercio mundial, que están provocando una reorientación de la actividad productiva en todos los países, el creciente papel de las transnacionales, la aparición de nuevos mercados que, como los de la OPEP, son muy exigentes en calidad y precios, y la situación delicada de las economías del bloque socialista.Para Martínez Cortiña, que inauguró un curso sobre comercio exterior en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, de Santander, la tendencia a la baja de las exportaciones, que hasta 1980 era «el único sector auténticamente dinámico de nuestra economía», se manifiesta a partir de 1979 y es «muy preocupante» en los meses transcurridos de 1981, en los que, a pesar de esperarse un buen año turístico y el mantenimiento de las remesas de los emigrantes, se ha pasado de un déficit de 4.800 millones de dólares, en 1980, a unos 6.500 millones de dólares, en la actualidad.
Antes de 1980, las exportaciones aumentaban a un ritmo mayor que las importaciones, y el quiebro de esta tendencia a partir de aquel año lo justifica el consejero delegado del Banco Exterior de España en cuatro hechos. En primer lugar, la situación del mercado mundial; la segunda causa es la pérdida de competitividad de la economía española por su baja productividad, derivada del aumento de los costes de producción, aunque esta tendencia se ve paliada con la depreciación de la peseta; el tercer hecho hay que buscarlo en la aparición de productos industriales de países subdesarrollados que, con precios menores, están afectando a productos y campos de exportación españoles tales como el textil, el calzado y los derivados de la madera, y, por último, la aparición del nuevo proteccionismo, que limita nuestras posibilidades de venta.
Aunque la mentalización exportadora empieza en España a partir de 1974 y refleja resultados reales a partir de 1976, Rafael Martínez Cortiña cree que hay que mejorar actitudes y conceptos en esa política porque «no se han aprovechado todas las posibilidades». En este sentido, el consejero delegado del Banco Exterior alude al deficiente comercio con el Este, donde se han «frustrado las esperanzas de hace algunos años», y a que se han despreciado áreas de comercio mundial en las que España tuvo y debe tener muchas posibilidades.
Para argumentar la necesidad urgente de esa política, Martínez Cortiña dijo que la exportación española aún no ha llegado a alcanzar el 12% del producto interior bruto, mientras que la mayoría de nuestros competidores europeos han superado el 25%. «Ese raquitismo de nuestro comercio exterior», que era aún proporcionalmente mayor en la década de los sesenta, con sólo un 6% del producto interior bruto, puede haber iniciado el despegue, ajuicio de Martínez Cortiña, porque en los meses transcurridos de 1981 «el crédito a la exportación se ha disparado», con un incremento neto respecto al año anterior de unos 35.000 millones de pesetas.
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