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LAS VENTAS

Una coleta de quita y pon

Román Lucero, cuando acabó con el quinto novillo, hizo que su apoderado le cortara la coleta, en pleno ruedo. Un chico sensato este Román Lucero si, como suponemos, advirtió a tiempo que no está suficientemente dotado para la dificilísima profesión de torero. Pero ya en frío debió pensar de otra forma, pues, según nos aseguran quiere torear el próximo domingo y lo que se tercie. Tiene Román Lucero una curiosa coleta de quita y pon.Acababa de lidiar un novillo extraordinario, con el que fue incapaz de triunfar. No se le podía pedir más boyantía al novillo, que metía la cabeza abajo, que iba a donde le mandaran, que hecho el recado, ni pedía propina ni nada «Usted dirá, don Román, si le voy a por tabaco», sugería el novillo. E iba a por tabaco, y traía las vueltas y todo con la sonrisa en el hocico.

Plaza de Las Ventas, (Domingo, 5 de julio)

Cinco novillos de Daniel Ruiz Yagüe, bien presentados, cornalones y astifinos, desiguales de comportamiento, en conjunto, manejables; sexto, sobrero de Arturo Gallego, bien presentado, manejable. El Bayas: dos pinchazos y estocada (silencio). Dos pinchazos y estocada tirando la muleta y descabello (silencio): Román Lucero: pinchazo, estocada corta delantera contraria, rueda de peones y descabello (silencio). Pinchazo y estocada saliendo volteado (se corta la coleta y da una injustificada vuelta al ruedo). Lucio Sandín: dos pinchazos, media atravesada, rueda de peones, estocada corta atravesada, aviso y descabello (palmas y saludos), Tres pinchazos, media contraria atravesada y tres descabellos (vuelta). Buena entrada.

Con un poquito de gusto, otro poquito de temple y otro poquito más de torería, Román Lucero habría salido de ésta colocado en los primeros puestos del escalafón Pero nada de eso acertó a exhibir, y ni siquiera la brevedad, pues se puso pesadísimo pegando pases sin sentido, y para colmo se llevó una voltereta a la hora de matar.

En el anterior novillo, un berrendo de gran trapío, pero que no tenía más que fachada, pues se quedaba corto y parecía descastado, tampoco se le vieron recursos de lidiador, ni ganas de tenerlos, y la faena consistió en reincidir en el derechazo provocando el cite a manotazos, en el cambio de mano por la espalda, y otra vez lo mismo; una desconsiderada insistencia, con aquel calor.

Pero bueno, el berrendo presentaba problemas y eso le tapaba. Hasta se le perdonó que no despegara los brazos en los lances de capa. Sin embargo, a partir de la larga que le dio al quinto de salida, para a continuación perder el capote, salir corriendo y tomar el olivo en picado, ya no se le pudo perdonar nada, porque el magnífico novillo, lejos de tapar, lo descubría todo. Descubrió hasta que el señor Lucero tiene una coleta de quita y pon.

Después de su debú en Las Ventas, queda El Bayas aún sin calificar. En realidad, no demostró nada especial, pero nunca se sabe. Su primero era un inválido y no tenía mérito torearle. El otro salió bronco. Y más bronco que lo hizo El Bayas con sus muletazos a destiempo y sin acertar la elección de terrenos y distancias. La casta del novillo le podía y su incierta embestida le hacía perder los papeles. Es evidente que el debutante necesita placearse y cuando esto ocurra todos sabremos -y él deberá saber, más que nadie- si le conviene continuar en la lucha o tomar las de Román Lucero.

Con gusto torea de muleta Lucio Sandín. Y, principalmente, liga de maravilla los pases. El secreto no está en que deje la muleta en la cara para tales efectos -aunque algo hay de eso-, sino en que ejecuta el muletazo con la técnica adecuada. Torear en redondo o al natural no es aquello que quieren los taurinos de «pegar el pase mu largo, mu largo». El pase no ha de ser largo ni corto, sino como lo pida el toro.

¿Esa codicia, esa nobleza, esa querencia, esos pies tiene el toro? Pues cito aquí y remato allí. Y de esta forma nada fácil -que en toreo todo es complicadísimo- el muletazo sale solito, como quien lava. La difícil facilidad, que decía aquél. De esta manera, Lucio Sandín embarcaba con suavidad, trazaba en semicírculo, en el remate quedaba engarzado el siguiente pase, etcétera. Un defecto serio: citaba con la muleta retrasada, y así no es.

A salvo excepciones, la muleta debe ir siempre adelante para el cite. «Se le ofrece la golosina al toro...», salmodiaba Juan Belmonte, a quien le daba por la retórica, a veces, y hacía bien, pues para eso era Juan Belmonte, ¡qué caramba! Con ese buen gusto para torear, es de suponer que Lucio Sandín aprenderá pronto la técnica y, a continuación, el sentido de la medida para no hacer las faenas tan largas, como el domingo,

Salieron cornalones y astifinos los novillos, bien de presencia, variados de comportamiento, aunque tiraban a flojitos. Hubo uno pura miseria -el primero- que se caía continuamente, y otro pura miel -el quinto- que le hizo cortarse la coleta a un torero (aunque luego se la volviera a poner).

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