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Reportaje:

El consumo de sol, una moda peligrosa para la piel

Desde que en 1925 Chanel lanzó la moda del bronceado y desterró las elegantes blancuras anteriores, todo el mundo hace verdaderas locuras para conseguir en un tiempo super breve el deseado color bronce. Pero el sol no sólo pone moreno, produce también peligrosas quemaduras y otros problemas que los llamados bronceadores deben contribuir a evitar. Este informe ha sido realizado con la colaboración de María Luisa Crespo -miembro de la Sociedad Española de Químicos Cosméticos.

Más información
Estrategia antisolar
Después del sol ("aftersun")

Los mal llamados bronceadores ni broncean ni tienen por qué hacerlo, su acción debe ser más bien todo lo contrario: moderar la enérgica acción solar para que el proceso natural de la pigmentación de la piel se lleve a efecto sin que ésta se nos caiga a tiras.Según la distinta Iongitud de onda, el espectro solar está compuesto de la siguiente forma:

Radiaciones infrarrojas, responsables de la sensación de calor.

Radiaciones visibles, la gama del color, del violeta al rojo.

Radiaciones ultravioletas, que a su vez se dividen en tres tipos diferentes. Las UV (C), de máxima energía, son absorbidas por la capa de ozono de la alta atmósfera y no llegan a la piel humana. Las UV (A), que atraviesan los vidrios y llegan a la dermis media, producen una pigmentación directa de la piel, lenta pero sin formar quemaduras. Las UV (B), que son retenidas por los vidrios, son las causantes de las quemaduras o «eritema solar». La peligrosidad de la radiación solar depende también de circunstancias tales como la altitud geográfica y el fenómeno de la reflexión.

Ante la agresión más o menos intensa de los rayos UV, el cuerpo tiene sus mecanismos de defensa. Uno de ellos es el sudor, por ejemplo, pero el más importante es la pigmentación de la piel, el bronceado, resultado de un complejo proceso químico que acaba en la creación de melanina, colorante natural de la piel.

Esta protección natural es hoy insuficiente dadas las largas exposiciones al sol que impone la moda, y por ello la cosmética ofrece una amplia gama de antisolares que refuerzan la defensa natural al incorporar filtros para evitar el paso a los rayos UV (B). Otra historia muy distinta es que estos productos aceleren el bronceado como prometen muchas publicidades, ya que el «moreno» es una reacción química ligada a unas células llamadas melanocitos y todos los individuos de raza blanca poseen el mismo número de melanocitos, que no varía jamás: 1.000- 1.500 por milímetro cuadrado. Lo que sí varía es la capacidad, ligada a cada individuo, de efectuar la reacción química con más o menos rapidez.

Lo cierto es que en el mercado hay en la práctica dos familias de bronceadores: los aceites más o menos exóticos, sin ningún filtro, y los productos con factor de protección -Indicado por un número-, que son los que llevan sustancias filtrantes. Los primeros no protegen en absoluto del sol, si bien es cierto que algunos aceites vegetales -el sésamo y el coco, sobre todo tienen un cierto poder de absorción de las radiaciones peligrosas, poder que resulta insuficiente.

Los que no tienen el más mínimo poder al respecto son los aceites minerales, por lo que no es extraño que la popular crema de la vaca, hecha con vaselinas, se prohibiese en Suiza (su país de origen) en 1977, y que en 1978 un juez de Génova la hiciese secuestrar en toda Italia. Esta crema se estuvo vendiendo en nuestro país sin ningún tipo de filtro y sin cumplir el requisito del registro sanitario, pero el año pasado se presentó en la Dirección General de Farmacia y Medicamentos y ahora se vende con el correspondiente número de registro y con un filtro solar, lo que no debe haber cambiado para nada el que sea vaselina básicamente.

En cuanto a los productos con sustancias filtrantes, éstas pueden ser de dos tipos: las que son impermeables a la radiación y la reflejan -compuestos de dióxido de titanio, silicatos, talco, etcétera-; éstos son productos adecuados para quienes no pueden tomar el sol en absoluto, y las que tienen una per meabilidad selectiva absorbentos rayos UV (B) y son transparentes a los UV (A) y a los visibles (productos idóneos para el bronceado).

Un buen filtro solar, además de tener la absorción adecuada, debe cumplir una serie de requisitos: ser estable a la luz, a la temperatura elevada, a la humedad y al aire; se inodoros, en lo posible, e insípidos tener buena estabilidad química; tener tolerancia frente a la piel y las mucosas; no ser tóxicos; no presentar ni reacciones de sensibilización ni alérgicas, y finalmente proporcionar protección uniforme.

La capacidad filtrante de un antisolar se indica con el número de factor de protección, que debe estar impreso bien visible en el envase. Este número indica cuántas veces más podemos exponernos al sol sin que aparezca la quemadura. Un factor dos nos informa que con el producto podemos estar al sol el doble de tiempo que sin él; naturalmente, esta relación no es matemática y hay que ser prudente.

Pocas exigencias legales

En realidad, el único dato fiable que tiene el consumidor a la hora de comprar un producto antisolar es el número de factor de protección, ya que las etiquetas indican bien poco más: la marca, el contenido y el número de registro sanitario, dato que algunos omiten o indican tranquilamente que está en trámite. Muy pocos dan instrucciones, y casi ninguno, la composición. Pero el problema no es de los fabricantes, sino la ausencia de una reglamentación específica y la existencia de una legislación cosmética completamente desfasada.

La ley sólo obliga a registrar los productos en la Dirección General de Farmacia y Medicamentos. Si pertenecen a la clasificación de cosméticos especiales -si llevan vitaminas, por ejemplo-, el control será más riguroso, habrá análisis, y deberán poner en el envase las letras CE,- si son sólo cosméticos, el trámite es puramente burocrático y no hay obligación de poner el número de registro en el envase. Las exigencias, como puede verse, son mínimas. No obstante, Antonio Vila-Coro -subdirector general de Establecimientos y Asistencia Farmacéutica- aseguró a EL PAIS que Sanidad hace un control periódico de los cosméticos y que los análisis efectuados el pasado año sobre más de doscientas muestras de productos solares de unas 45 marcas diferentes habían demostrado que ninguno presentaba problemas sanitarios.

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