_
_
_
_

Más de 400 funcionarios desarrollan trabajos insólitos dentro del Ayuntamiento

Cualquier vecino de esta ciudad sabe que el Ayuntamiento madrileño le presta unos determinados servicios (a cambio de cada vez más importantes impuestos), entre los que se encuentra el control del tráfico, la extinción de incendios o la recogida de basuras. sin embargo, hay otros muchos servicios y trabajos municipales sobre los que no se ha notado el paso del tiempo y que todavía ocupan a más de cuatrocientos funcionarios en trabajos tales como la conservación de páncreas, la adopción de perros o la búsqueda de cualquier objeto perdido en el alcantarillado público.

Cada uno de estos servicios supone el pago de una cuota -nunca excesivamente elevada- que suele estar en torno a las mil pesetas. De esta forma, toda persona que lo desee puede llamar al Ayuntamiento o a la junta municipal del distrito al que pertenezca para tratar de solucionar casi cualquier problema cotidiano e imprevisto que le surja.Así, todo aquel que de la forma más insólita se encuentre con que es propietario de un determinado animal (cabra, oveja, burro), puede llamar al Ayuntamiento, porque un equipo de funcionarios se encargará de su recogida y traslado al centro adecuado. Si se trata de un perro, los funcionarios municipales, no solamente se lo llevarán, sino que además facilitarán su adopción por otro vecino interesado, en el centro de protección de animales.

La propia Cristina Almeida, presidenta de la Junta Municipal de Fuencarral, cuenta que ella misma ha tenido que hacer uso del servicio de recogida de animales, cuando hace pocos días vio en las proximidades de la Junta de su distrito una mula tirada en el suelo. Hasta entonces, la concejala desconocía la existencia de este servicio, pero, una vez avisada, llamó para que se llevaran la mula que creía muerta. Personados los encargados del servicio, en el momento de cargar al animal advirtieron que aún respiraba, por lo que volvieron a dejarlo en su lugar. Ante la sorpresa de la concejala, los funcionarios le advirtieron que llamara a los encargados de recoger animales vivos, porque ellos sólo se ocupaban de los muertos.

En el Matadero Municipal, el Ayuntamiento facilita también servicios tan insólitos como la conservación de páncreas de animales, el curtido y secado de pieles o la elaboración de despojos industriales a cargo de los mondongueros y cordilleras municipales, encargados los primeros de recoger los despojos destinados a la elaboración de chorizos o callos y, las segundas, de los que habrán de convertirse en comida para gatos.

La conservación de páncreas es ya muy pocas veces utilizada. Funcionarios del departamento de personal explican que el origen de este servicio es de hace muchos años, de cuando las cámaras frigoríficas municipales facilitaban la labor de la investigación. Pero actualmente cualquier laboratorio cuenta con los elementos de conservación necesarios, lo que convierte este servicio en algo prácticamente inactivo.

El secadero de cueros y pieles puede ser utilizado -no lo suele ser por la falta de información y de necesidad real- por todos aquellos que necesiten poner a punto una piel y que carezcan de medios o les suponga mucha dificultad enviarla a un taller apropiado. La permanencia de cada pieza en el Matadero Municipal cuesta menos de una peseta diaria. El simbólico precio es prueba de la inutilidad del servicio, ya que, si existiera una demanda normal, los responsables de la hacienda municipal ya hubieran procurado hacer rentable este trabajo. Los operarios encargados de esta tarea cumplen habitualmente otros trabajos, aunque mantienen su categoría laboral dentro del servicio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Un técnico en caligrafía

En el repaso de las 596 categorías laborales de la plantilla municipal puede sorprender la existencia (generalmente aislada) de ocupaciones que, cuando menos, resultan chocantes. Así, podemos encontramos con la existencia de un técnico en caligrafía. La función de este técnico, puesto que ocupa el funcionario Luis Moreno, consiste en transcribir a caligrafía, en los libros correspondientes, las actas de las sesiones de plenos y comisiones permanentes. Se ocupa, además, de la confección de diplomas, títulos, pergaminos, nombramientos honoríficos del Ayuntamiento, y correspondencia especial. Por si fuera poco -y siempre a mano-, debido a una antiquísima tradición municipal, se encarga de redactar documentos y pergaminos de la Casa del Rey y del Ministerio de Asuntos Exteriores.Dado que es la única persoan en el Ayuntamiento especializada en esta primorosa labor, el departamento de personal teme que con la jubilación de este funcionario se llegará a la extinción del servicio.

Dentro del campo de las artes manuales, en la calificación laboral municipal se encuentran siete costureras cuya misión no es arreglar descosidos, sino que, prescindiendo de las modernas técnicas de encuadernación, se encargan de coser los libros a mano. A la vista de que en el departamento de personal no recuerdan cuándo fue la última vez que se editó un libro con estas rudimentarias artes, cabe suponer que las plazas de las costureras no volverán a ser cubiertas una vez que las actuales ocupantes del trabajo se jubilen.

Otras dos categorías laborales a extinguir son las del barbero y el peluquero con que cuenta el Ayuntamiento. Ambos funcionarios prestan servicio en la asistencia social municipal, generalmente en el albergue de mendigos.

Reconversión de la antigua brigada de despiojamiento

De todas formas, el departamento municipal de personal ha iniciado la transformación de las ocupaciones de algunos servicios, dado que el requerimiento de éstos raramente se produce. En el caso de las 44 visitadoras sanitarias, procedentes de la antigua «brigada de despiojarniento», creada en la posguerra y destinada a visitar colegios para eliminar los piojos de las cabezas de los niños. Su misión de entonces consistía en rapar la cabeza del niño infectado y después pintársela de verde con una determinada sustancia química. Ahora colaboran con los inspectores sanitarios en el control de las condiciones higiénicas de los establecimientos hosteleros. Una misión más acorde con los tiempos.El personal del ceremonial encargado de dar solemnidad a los actos oficiales del Ayuntamiento ocupa a doce maceros, que, vestidos con terciopelos rojos y adornados con puntíllas, resisten a pie derecho las largas sesiones plenarias de la Casa de la Villa. El hecho de que se produzcan relevos después de cada hora no impide que, especialmente en verano, algún macero caiga desmayado al suelo, al no poder resistir inmóvil con el calor y bochorno reinantes. Cuando se quitan el uniforme los maceros desempeñan el trabajo de ordenanzas.

Una gobernanta general y tres amas de gobierno se encargan de que todo esté a punto en los cócteles oficiales. De ellas depende la selección de los canapés, de las copas, la colocación de adornos y todo aquello necesario para que los visitantes queden satisfechos de las recepciones municipales.

Los resultados de la búsqueda de servicios y ocupaciones insólitas dentro de la Casa de la Villa pueden parecer innumerables, especialmente por el desconocimiento hacia ellos por parte del vecindario. Algunos de estos puestos se irán extinguiendo paulatinamente, aunque otros tienen mayores posibilidades de continuidad. De momento, el Ayuntamiento seguirá contando con sus dos sacristanes (a los que se les pedían ejercicios de canto gregoriano en las oposiciones), los dos conductores de motora de los lagos del Retiro y de la Casa de Campo, los laceros (encargados de buscar perros vagabundos), los bañeros (vigilan las casas de baños) o los empedradores (especialistas en la colocación de adoquines de granito).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_