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Gran preocupación en el Vaticano por el estado de salud de Juan Pablo II

Juan Arias

En el Vaticano existe gran preocupación y desconcierto por el estado de salud de Juan Pablo IL Los médicos permanecen en silencio y hasta dentro de algunos días no habrá ningún comunicado oficial del equipo de especialistas que operó al Papa después del atentado del 13 de mayo y que están luchando en este momento para descubrir la causa de la persistente fiebre que ningún antibiótico consigue cortar.

Se habla de un «virus misterioso». Ayer fue confirmada la pleuritis, provocada por una bronconeumonía, pero los médicos no se explican por qué no le desaparece con el tratamiento intenso con antibióticos. Le ha sido extraída una porción de líquido pleural para analizarlo, pero no se conoce el resultado. La Prensa ha hablado ya de nueve hipótesis distintas sobre el origen de la fiebre del Papa. Se trata siempre de indiscreciones de médicos amigos de los directores de los periódicos, lo cual demuestra la gran incertidumbre que reina entre los mismos médicos. Para salir al paso de estas especulaciones, el Vaticano pidió a los periódicos que se atengan a los comunicados oficiales. Pero quizá lo que más preocupa a médicos y colaboradores vaticanos de Juan Pablo II es su gran postración, de orden psíquico. El Papa está muy decaído, no consigue comer, quiere estar solo y se pasa mucho tiempo rezando privadamente. Ayer no tuvo fuerzas para celebrar la misa y asistió desde la cama a la de su secretario particular polaco. Sólo consiguieron hacerle sonreír cuando le llevaron un paquete de cartas de niños chilenos y el ramo de flores que le regaló una novia que acababa de casarse en San Pedro.

Lo que más preocupa en algunos ambientes vaticanos, al parecer, es la posibilidad de que el Papa tenga una gran dificultad en reproducir sus glóbulos rojos, lo cual hace pensar de nuevo en los rumores que habían corrido antes del atentado de que Karol Wojtyla arrastra, desde su juventud, las consecuencias de una mononucleosis mal curada, que le obliga a hacerse periódicamente transfusiones de sangre.

La única información que se les ha escapado a los médicos es que el Papa no dejará el hospital antes de quince días y que después necesitará un período, «larguísimo de convalecencia». En ambientes vaticanos se asegura que para esta recuperación el Papa se irá a su casa de campo de Castelgandolfo para estar lejos del ajetreo de Roma.

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