_
_
_
_
_

El Gobierno francés se enfrenta al problema de las "radios libres"

El primer Gobierno socialista del presidente François Mitterrand se enfrenta con el delicado problema de las ondas. En tiempos del poder anterior, grupos sociales, partidos políticos y sindicatos de todas las ideologías ya se aventuraron contra el monopolio estatal de la radio y la televisión, implantando emisoras que aparecían y desaparecían instantáneamente. La represión fue siempre la respuesta automática y sin contemplaciones. Pero desde que el pasado día 10 de mayo accedió a la presidencia Mitterrand, la avalancha se ha desatado. Cada día que pasa emergen noticias sobre el nacimiento de una nueva emisora o sobre proyectos en incubación.

En estos momentos ya no hay región en Francia en donde no se cuenten varias radios piratas. En la capital se calcula que funciona algo más de una veintena. Una de ellas incluso está animada por el hijo del ministro socialista de la Información, Georges Fillloud, que, en tanto que responsable, tiene la obligación de oponerse a esa «amenaza de anarquía radiofónica, al modo italiano».El Gobierno, en efecto, se encuentra entre la espada y la pared. Jurídicamente no puede autorizar la creación de radios libres porque lo impide el monopolio estatal de radio y televisión. Técnicamente le es imposible impedir su funcionamiento de manera absoluta. Políticamente, los socialistas, durante el régimen anterior, combatieron la testarudez del monopolio y preconizaron la creación de radios locales. El presidente Mitterrand, hace dos años, fue demandado por los poderes públicos en tanto que pirata de las ondas, al manifestarse en favor de una emisora de su partido.

Vacío jurídico

Las emisoras, que surgen como hongos en todo el país, son de naturaleza diversa. Los grandes diarios nacionales han anunciado proyectos importantes en este sector, pero respetan el vacío jurídico. Los sindicatos, el de tendencia comunista CGT en particular, han resucitado dos emisoras que el giscardismo les había prohibido. Algunas están dotadas de medios profesionales v económicos, y pretenden convertirse en radios clásicas comerciales. Otras están animadas por intenciones más altruistas y se definen como las radios de la diferencia, que, aceptarían un mínimo de publicidad para subsistir; otras, en muchas ocasiones subvencionadas por las municipalidades, son las emisoras puras y duras, que rechazan cualquier tipo de compromiso con los anunciantes. Esta disparidad de objetivos encona la confusión del salvajismo radiofónico frente al Estado.Las nuevas autoridades socialistas se encuentran ante una situación incontrolable y que pudiera desembocar en casos de represión. El Gobierno es partidario del monopolio estatal y piensa mantenerlo. Ahora bien, ya lo combatió en su forma actual cuando los socialistas se encontraban en la oposición, y ahora, desde el poder, reafirma su intención de reformarlo. En octubre será sometida a la aprobación de la Asamblea nacional una ley que pretende garantizar la independencia informativa de los medios de comunicación estatales y que, por otra parte, reglamentará la creación de radios libres.

Según se desprende de las manifestaciones del ministro de la Información, Fillloud, el Estado autorizaría la instalación de emisoras locales de potencia reducida, pero las puramente comerciales no serían admitidas por la nueva ley de medios audiovisuales.

Libertad para todos

Sobre el particular, Fillioud se ha manifestado en los términos siguientes: «En el origen de esas radios libres se encuentra de todo. Hay grupos que tienen algo que decir, otros desean expresarse o que se expresen las gentes en su contexto diario y familiar; hay radios de lucha también. Todas esas iniciativas son simpáticas y deben encontrar encaje en la nueva ley. Pero hay iniciativas menos puras, de gentes que ven en la liberalización de las ondas un nuevo mercado comercial a explotar. Esta situación será amaestrada por la ley».«Se cambiará, pues, la ley. Pero ello debe pasar por los procedimientos institucionales, y hace falta tiempo», decía el ministro M. Fillloud en una entrevista publicada anteayer en Le Monde. «Mientras tanto, respetaremos los textos en vigor». «Pero el hecho de que se haya creado un Ministro de Comunicación y no de la Información es un factor importante a considerar»

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_