Alucinar a la basca
¿Qué está pasando? Cuando veo una obra de teatro o escucho la música de última hora no encuentro otra cosa que encuadres tales como música fascinante o mito, ceremonia, etcétera; no veo más que pomposidad, alucinación, aparato, marcha, y me da la sensación de que sólo se queda en eso.Comprendo que cualquier manifestación del arte es síntoma de las circunstancias del momento, pero vaya un momento. A la hora de crear o componer algo, el artista siempre cuenta con una intención o sensación a la cual le va a dar forma entonces, mediante esa forma transmite esa sensación; y yo, personalmente, sólo siento una forma y detrás de esa forma sólo el montaje
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para llevarla a cabo y el final de todo esto es el éxito y la fama -o el principio-. En una palabra: no hay sinceridad. El arte se ha convertido en algo así como el fútbol o cualquier otro espectáculo donde la gente va a dar rienda suelta a su agresividad, sentimientos reprimidos y demás cuelgues del estilo. No va a oír música, sino a ver música; a aprovecharse de ese medio para descargar todos sus rollos. No aprecia verdaderamente el valor que pueda tener una composición o ejecución, puesto que no lo hay -en caso de haberlo no importa-. La causa está en el músico-actor y en el negocio del cual ellos son la materia prima; y más que en ellos, en el mundo, en el hombre y su vida. La revolución ha dejado de serlo y se ha transformado en moda. Y me pregunto si realmente se está aportando algo nuevo, artísticamente hablando, pues todo lo que veo y escucho lo había visto y escuchado hace más de diez años, pero sin esta perfección en sonido y escenografías, como consecuencia del avance tecnológico. ¿Vale la pena el progreso? Particularmente prefiero escuchar los discos que desde el nacimiento de los Beatles hasta hace cinco o seis años se han venido grabando, porque siento en ellos un mensaje, o como se le quiera llamar, mucho más sincero.,
-La música nueva (nueva ola) no es, nueva, es viejísima, pues desde la revolución de los sesenta hasta hoy parece que hayan pasado más de cien años y no han sido más que veinte, y las estructuras musicales son las mismas. ¿Está el rock saturado? Yo pienso que no; sin embargo, siento la necesidad de un cambio y no sólo en el arte, sino también en mí mismo. Hombre-arte siempre será una eterna relación, y sí el hombre no cambia el arte tampoco lo hará.
No he escrito esto por el mero placer de quejarme de algo que no creo justo, sino porque tengo la necesidad de denunciar un hecho que creo lleva tras de sí dinero, por un lado, y manejo psicológico, por otro. No nos dejemos engañar, dejemos de ser marionetas de nuestras propias debilidades, seamos hombres... simplemente. / , músico.
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