El aceite de colza, el tercero más consumido en el mundo
Alrededor de 20.000 hectáreas de cultivo de colza, tras las pérdidas del 30% sufridas tras la reciente sequía, es la superficie cultivada con esta planta en España. La producción anual de aceite de colza es de 1.200 kilos de aceite por hectárea. Toda la producción de aceite de colza que se registra en España es de consumo, sin riesgos para la salud, y suele mezclarse con otros aceites de semilla como el de pepita de uva, algodón o cártamo. El aceite de colza es el tercero más consumido en el mundo.La planta de colza primitivamente ofrecía un aceite que contenía hasta un 50% de ácido erúcico, muy bueno para engrase de maquinaria pesada por su excelente coeficiente de adherencia. El proceso de adaptación de la planta para obtener un aceite bueno para el consumo se hizo mediante una selección genética tras la que se consiguieron obtener productos aceitosos con un índice máximo de ácido erúcico del 0,02%.
Este tipo de aceite es el que se comercializa actualmente en España, toda vez que la implantación del cultivo es muy reciente. Sin embargo, hay países, como Francia, donde el consumo de aceite de colza con alto grado de ácido erúcico (el 40% y más) ha sido muy habitual durante años. Este consumo no ha producido ningún tipo de neumonía atípica, aunque sí, y ello desató una gran polémica, ciertas enfermedades cardiovasculares, aunque sólo si se toma en grandes cantidades. La producción mundial de semilla de colza en 1979 fue de 11.010.000 toneladas. Canadá fue el principal productor mundial, con 3.560.000 toneladas, seguido de China, con 2.650.000 toneladas, e India, con 1.800.000. Europa occidental produjo 1.490.000 toneladas, y los principales productores fueron Francia (490.000 toneladas), RFA (305.000) y Suecia (251.000).
En España, el aceite de colza ha sido consumido durante años en Canarias, con un grado de acidez alto, sin que se hayan registrado casos de neumonía atípica. Todo ello hace pensar que, contrariamente a lo que se pensaba, en el sentido de que el aceite de colza que ha causado el brote epidémico de neumonía atípica haya sido una partida de aceite para uso industrial, el verdadero responsable de esta epidemia sea alguien que, utilizando aceite de colza para uso industrial, probablemente importado, haya intentado disimular sus propiedades mediante la adición de colorantes o aditivos de muy baja calidad y en grandes cantidades para hacer pasar ese producto como aceite de colza normal, comestible, o cualquier otro tipo de aceite de semillas.
Lo que parece definitivamente claro es que solamente puede pensarse en comerciantes sin licencia y envasadores clandestinos como presuntos responsables de haber adulterado el aceite de colza. También parece claro, a estas alturas, que buena parte de la culpa de la epidemia pudiera estar en la falta. de información y de cultura alimentaria de aquellos que compraron un aceite adulterado como aceite de oliva y, sobre todo, en la presunta impunidad con que operan los vendedores de aceite no controlado, que comercializan sus productos con envases sin precintar.
Fuentes empresariales consultadas por EL PAIS han informado que mientras las grandes empresas sufren todo tipo de controles muy rigurosos sobre su producción por parte de Sanidad, los mercaderes ambulantes de productos alimenticios, bien por su difícil localización, bien por falta de atención suficiente, operan con relativa libertad para colocar sus productos. «A nosotros», dice un ejecutivo de una empresa dedicada a la comercialización de aceite, «llegaron a abrimos expediente porque uno de los aceites que envasamos con un grado de acidez había dado 1.02 grados en un análisis.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.