La venta de la Banca López Quesada la decidirá el Gobierno
La decisión sobre la venta de la Banca López Quesada la tomará el Gobierno, basándose en los informes entregados por el Fondo de Garantía de Depósitos al ministro de Economía el pasado martes, según Efe. En la reunión del Fondo el pasado martes, en la que se tomó la decisión de adjudicar el Banco Meridional al Vizcaya, se optó por dejar en manos del Gobierno el tema de la Banca López Quesada, habida cuenta de las presiones que están ejerciendo los siete grandes bancos y la Banque Nationale de París, el otro licitador interesado.
El subgobernador del Banco de España, Mariano Rubio, entregó al titular de Economía, Juan Antonio García Díez, una amplia documentación sobre el tema, en la que se incluyen los informes técnicos sobre las dos ofertas presentadas para la compra de la Banca López Quesada.García Díez está estudiando ambos informes y no se descarta que antes de tomar la decisión definitiva la consulte con el propio presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, ya que, en el fondo, se trata de una decisión política,
Medios próximos a la Administración han calificado la presión que está ejerciendo la gran banca española para impedir que entidades extranjeras compren bancos nacionales en crisis como «una caza de moscas a cañonazos». Sin embargo, la actitud del sector más tradicional de la banca deja entrever una realidad que se resisten a reconocer, al menos públicamente, como es la crisis del sector bancario.
Esta crisis es fundamentalmente una crisis de estructuras y modelo, según han manifestado a EL PAIS medios estrechamente relacionados con el mundo bancario, y su origen son los 35 años ininterrumpidos de statu quo, con expansión territorial controlada e imposibilidad de crear nuevas entidades. El decreto Barrera de Irimo de 1974 abrió las puertas a la apertura de sucursales y a la creación controlada de nuevas entidades. Casi toda la banca nacional cayó entonces en la tentación de emprender la carrera expansionista y las sucursales se multiplicaron con rapidez.
Este fenómeno llevó consigo un notable incremento de las plantillas de trabajadores, y la suma de los dos fenómenos disparó los gastos generales de estas entidades, que, a la vez, debieron hacer frente a unos procesos costosísimos de mecanización, que generaban excedentes de personal.
Con estos antecedentes se enfiló una de las crisis económicas más virulentas de la historia reciente, y las pérdidas que comenzaron a aflorar en las más diversas empresas provocó el que la banca tuviera que realizar un severo examen de conciencia y acometer unos drásticos planes de reestructuración de sus costes para mantener unas rentabilidades a sus inversiones que les permitiesen continuar obteniendo beneficios.
La primera caída y la Corporación
Así se empezaron a producir las primeras caídas de bancos y se creó la Corporación Bancaria, con el objeto de adquirir, sanear y posteriormente subastar las entidades del sector en dificultades. La evidencia de que se necesitaba un elemento más potente que la propia Corporación, llevó a la constitución del Fondo de Garantía de Depósitos, cuyo capital inicial, compuesto a partes iguales por el Banco de España y banca privada, sería reforzado anualmente con aportaciones proporcionales de estas entidades.La llegada de la banca extranjera a nuestro país, tremendamente contestada por los estamentos más conservadores del sector, supuso un nuevo sobresalto para la banca nacional. Sin embargo, los responsables económicos del anterior equipo de Gobierno consideraban deseable la llegada de entidades foráneas a nuestro país, por el efecto aleccionador que sus sistemas operativos pudieran tener para el sector nacional.
Tan pronto como la gran banca se ha podido percatar con datos concretos de la eficacia de estas entidades extranjeras, que con unos costes mínimos de estructura mantienen unos importantes volúmenes de negocio y consiguen unos resultados bastante saneados, reiniciaron su cruzada particular.
La primera estrategia que asumieron fue la de manifestar que el importante incremento en la actividad crediticia de la banca extranjera, que operaba en los mercados nacionales, se debía fundamentalmente a operaciones de traslado de los créditos que las casas matrices tenían concedidos a empresas españolas, y que tan pronto como abrían una sucursal en nuestro país eran remitidos. Sin embargo, no debieron quedar muy conformes con esta explicación y actualmente han reanudado sus esfuerzos por limitar las posibilidades de acción de las entidades foráneas.
No obstante, estas posturas no pueden considerarse unánimes, y diversos especialistas en temas financieros, consultados por este diario, manifestaron que nunca se ha encontrado la gran banca tan distanciada entre sí. El futuro del sector es la piedra de toque que consigue poner nerviosos a los máximos banqueros españoles. Mientras para unos lo mejor sería que todo continuase lo más parecido posible a como se encuentra ahora, e incluso sueñan con un salto a los comienzos de la década de los setenta -este sería el caso de Banesto y Santander-, otros piensan que el futuro es una realidad muy próxima y que de nada vale volverle la espalda. La integración en la CEE, la ampliación de los circuitos financieros y la propia internacionalización de la economía española son los argumentos que esgrimen los representantes del Hispano y del Vizcaya.
En una línea intermedia se encuentran el Central, el Bilbao y el Popular, cuyas posturas, aún no muy claramente definidas, parecen decantarse por la permisividad para la banca extranjera, pero sometiéndola a controles más o menos exhaustivos y a reciprocidad.
Estas posturas tienen mucho que ver con las propias filosofías de los hombres que se encuentran en las cúpulas de estas entidades. Así, los bancos donde aún no se ha producido un relevo generacional suelen ser los más reacios a aceptar las innovaciones, mientras que en el extremo opuesto son las entidades con unos cuadros más jóvenes quienes menos remisos se muestran a aceptar la llegada de extranjeros.
Como decorado de fondo está la política de concentración bancaria, que casi todos reconocen como necesarÍa, para hacer frente al ingreso de España en la CEE. Las soluciones parciales que cada entidad en solítarlo ha venido dando a sus problemas particulares se muestran insuficientes para corripetir con los grandes monstruos internacionales. Reducciones pactadas de plantilla como las que, según medios bancarios, podrían estar planteando el Central, el Bilbao, el Hispano y el Vizcaya.
La concentración, según casi todos los especialistas, es la única solución, pero ésta aún no está definida. En algunos sectores, se ha querido ver en la posible constitución del sindicato de los siete grandes el germen de una operación de largo alcance, que tendría como Fin último la definición y el reparto del sector entre los mayores bancos nacionales. La desaparición del Fondo de Garantía de Depósitos y la asunción de sus tareas por un ente privado ha desatado una fuerte polémica en el sector.
Diversas opiniones apuntan que, al existir una fuerte dependencia de la banca pequeña y mediana en relación a los grandes -el redescuento es un elemento de financiación imprescindible para las entidades menores- y no existir la posibilidad de recibir ayuda directamente de la autoridad morietaria, su debilidad aumentaría v el poder de decisión que tendrían los grandes sobre el futuro de los pequeños bancos acabaría por provocar unas concentraciones en condiciones muy favorables para los primeros. Siguiendo este mismo razonamiento en medios del sector también se apunta que la venta del Meridional al Vizcaya, cuando existía una oferta conjunta de la gran banca, podría tener la intención de debilitar, aunque no fuese más que temporalmente, tan condicional alianza y esperar a que los máximos representantes del sector presenten una definición de sus políticas a medio plazo más claras y concluyentes.
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