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Margaret Thatcher no cambia su política económica

Andrés Ortega

«¿Batirse en retirada? ¡Diablos, no; si acabamos de llegar! ... », señaló el jueves la primera ministra Margaret Thatcher, citando las palabras de un soldado americano recién llegado a Francia, en 1918. Con ello, Thatcher indicó que no quería cambiar su política económica, algo que debió quedar claro en el Consejo de Ministros de ayer, dedicado al examen de la estrategia económica general.

Las palabras de Thatcher ante la patronal, la Confederación de la Industria Británica (CBI), vinieron a calmar los ánimos de los industriales, ya que la primera ministra afirmó que proseguirá con los recortes presupuestarios y no irá hacia una política de inflación, pidiendo, por el contrario, una bajada del nivel de vida, con subidas salariales inferiores a la tasa de inflación. De hecho, según la CBI, los salarlos están subiendo sólo en un 9%, es decir, tres puntos por debajo de la inflación.A pesar de todo, el jueves, mientras Thatcher se afanaba en el Parlamento en dejar claro que no había ninguna rebelión entre sus ministros, el titular de la cartera de Energía, David Howell, aprobaba un plan por el que el dinero en efectivo de que dispondrá este año la Junta Nacional del Carbón llegaría a los 1.100 millones de libras (200.000 millones de pesetas), un 30% más de lo esperado.

Los mineros, que amenazaron en febrero con una huelga general si se cerraban algunos pozos y minas, consagraron así su victoria frente a un Gobierno que ahora resiste presiones similares por parte de los funcionarlos y de los empleados de ferrocarriles. El Gobierno conservador no ha llegado aún a controlar su gasto público ni a recortar sustancialmente los presupuestos ministeriales.

Sin embargo, a la salida del Consejo de ayer -y aquí no suele haber comunicados- se pudieron ver muchas caras largas. Aparentemente nadie llegó a criticar abierta y frontalmente la política oficial en las dos horas de debate a puerta cerrada.

Esto podría ocurrir en el otoño, cuando el Partido Conservador se empiece a preocupar más seriamente de la imagen que presentará a las próximas elecciones.

La obsesión con el instrumento básico para que no aumente la inflación, el control de la oferta monetaria, ha hecho perder de vista la carencia de política en otras cuestiones importantes, como el valor de la libra esterlina.

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