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El ex presidente argelino Ben Bella peregrina a La Meca

El ex presidente argelino Ahmed Ben Bella se ha desplazado a La Meca a fin de cumplir la tradicional peregrinación islámica, tal y como venía deseando desde que fuera liberado a finales de octubre del año pasado. Acompañado de su esposa y de dos de sus hijos adoptivos, el que fuera primer presidente de la Argelia independiente permanecerá una semana en Arabia Saudí, desde donde tiene, al parecer, la intención de trasladarse a Inglaterra, Francia y España, en visita privada.

En mayo pasado, las autoridades argelinas entregaron a Ben Bella su primer pasaporte desde su liberación, de tipo ordinario y en el que, al parecer, no figura su antigua condición de jefe de Estado. El Consejo Municipal de Argel ha puesto a su disposición un chalé, en las cercanías de esta capital, a título de vivienda provisional. Ben Bella ha expresado su deseo de trasladarse próximamente a su apartamento de Argel, adquirido por su esposa, Zohra Sellami.A sus 65 años de edad, Ben Bella sigue dando la impresión de un hombre plenamente lúcido, que sigue con atención la evolución de los acontecimientos políticos en el mundo, con una atención particular a los países árabes- En su residencia de la capital argelina ha recibido, sin trabas, a varios periodistas, confiándoles que mantendrá todavía su rechazo a comentar todo aquello que se relacione con la política actual de este país y sus dirigentes.

Pero, en privado, el ex presidente argelino no oculta su admiración hacia el jefe del Estado actual, Chadli Bendjedid, al que califica de «hombre honesto y sincero», aunque lamenta que esté-rodeado de «algunos malos consejeros ... ». Según Ben Bella, el error más grave en el que incurren los árabes es el perpetuar sus divisiones históricas.

Las divisiones del inundo árabe han abierto, para Ben Bella, la vía al hegemonismo de las fuerzas «imperialistas y sionistas» y causan un mal incalculable a los millones de habitantes de ese mundo, sometidos a las dificultades del subdesarrollo.Ben Bella rechaza su deseo de situar su actual imagen en el plano del misticismo religioso, pero no niega que aprecia la fuerza carismática de su persona y la lucidez que el estudio de las fuentes islámicas del saber le ha otorgado. La revolución islámica iraní es calificada por él como el gran acontecimiento de los últimos cien años en el mundo musulmán, y acepta, en consecuencia, que lo ocurrido en Irán es una «lección» de la que todos los musulmanes deben extraer una enseñanza.

«Yo», afirma a sus íntimos, «he luchado por la defensa del carácter arabo-musulmán de la personalidad argelina, y todo lo que pueda preservarlo suscita mi admiración, pero me niego a ser detractor de lo que algunos consideran un extremismo musulmán».

Los grandes acontecimientos del mundo en los meses pasados, tal y como el cambio de Administración en Estados Unidos y Francia, le merecen una atención particular.

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