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La política monetaria del Gobierno Reagan pone en peligro la estabilidad europea

El ministro francés de Economía, Jacques Delors, declaró anoche que «la política financiera americana es el equivalente de un tercer choque petrolífero».

Los medios financieros, económicos y políticos franceses, como los del resto de Europa occidental, se alarman al final de una semana en la que la irresistible escalada del dólar pone en grave peligro el funcionamiento global del Viejo Continente. Respecto al franco francés y a la lira italiana, la divisa de EE UU ha batido todos los récords históricos. La libra británica se desmoronó el viernes último e incluso el marco alemán se ha resentido.El alto nivel de la tasa del dinero practicado por los americanos, y otras razones políticas y económicas inherentes a varios países occidentales, explican el nuevo papel de superstar del dólar. Tras las elecciones legislativas franceses pudiera plantearse la cuestión de un reajuste de paridades.

El ministro francés de relaciones exteriores, Claude Cheysson, que cerró ayer sus conversaciones con las autoridades americanas, ha insistido ante estas últimas sobre las consecuencias múltiples y graves que pudiera acarrear la persistencia de su política financiera. Los dirigentes de EE UU al situar al nivel de un 20% el interés del dinero (algún banco ha llegado al 21%), atraen los llamados capitales flotantes, que van allí donde la rentabilidad es más píngüe, y así se desestabilizan los mercados de cambios. La política económico-financiera de la Administración Reagan se ha planteado como objetivo estrangular la inflación, y mientras ésta no ceda es posible que las súplicas de los países de Europa occidental no reciben más que buenas palabras por respuesta. El ministro francés de Exteriores, Cheysson, mantuvo ante sus interlocutores de Washington la tesis que exponen diariamente los nuevos dirigentes galos: la persistencia de la política americana, en Europa occidental, conducirá a la catástrofe económica, acto seguido a los desórdenes sociales y, consecuentemente, a desestabilizaciones políticas serias.

El presidente Ronald Reagan parece ser que fue sensibilizado por los argumentos franceses. Pero nada más.

Otro factor contribuye poderosamente a la subida espectacular del dólar: la desconfianza de los medios financieros y económicos por la situación política o económica de algunos países occidentales.

En primer lugar, el cambio de Gobierno en Francia aún no ha sido digerido por las finanzas internacionales, ni lo será hasta que el resultado de las próximas elecciones legislativas fije el rostro definitivo del poder (mayoría de derechas o de izquierdas en la Asamblea Nacional) y el de la política que va a conducir el futuro Gobierno. La crisis política y económica italiana y el fallo de la credibilidad total de la que gozó la República Federal de Alemania, así como los múltiples problemas británicos, infuyen en la configuración de esta etapa de la crisis occidental.

De todas maneras, en esta capital se piensa que a trancas y barrancas se va a mantener la situación hasta que se conozca el resultado de los comicios legislativos. A lo largo de las semanas siguientes, y de persistir la estrategia americana, no es de excluir una redefinición de las paridades de las divisas occidentales.

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