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Los científicos europeos insisten en Helsinki en los peligros de la dependencia tecnológica

ENVIADO ESPECIAL.«El acceso a los fondos para realizar investigación básica debiera permitirse casi de forma exclusiva a los departamentos científicos punteros. Deben propiciarse los acuerdos entre la universidad y las empresas, facilitando créditos para la realización de programas de investigación precisos». Con estas palabras definía Marcos Rico, director general de Política Científica, la filosofía que presidía la acción de su departamento, en la Conferencia Parlamentaria y Científica del Consejo de Europa, que hoy será clausurada en Helsinki.

En su intervención, Marcos Rico señaló igualmente que las opciones y prioridades de la investigación debían ser fijadas con criterios políticos en aquellos campos que hoy en día parecen prioritarios, como, por ejemplo, la agroenergética, la microelectrónica, la ingeniería genética y la informática.

La 5ª Conferencia Parlamentaria y Científica analizó ayer dos campos de actividad cuya importancia ya había sido puesta de manifiesto en anteriores conferencias: la creación por parte de los Parlamentos y de los Gobiernos de las condiciones favorables al dinamismo de la investigación científica básica en la universidad y fuera de ella, y el desarrollo tecnológico.

De los informes presentados por lord Flowers, rector del Imperial College of Sience and Technology de Londres, y por Gunter Schuster, director general para Investigación, Ciencia y Educación de la Comisión de las Comunidades Europeas, se deduce la necesidad de una colaboración cada vez más estrecha entre los países europeos si no quieren verse desbordados, llegando a un estado de dependencia tecnológica no deseable. A este respecto, lord Flowers destacó la importancia creciente de la Fundación Europea de la Ciencia (FES), con sede en Estrasburgo y a la que pertenecen dieciocho países, entre ellos España. Gunter Schuster destacó, por su parte, la importante colaboración europea actual en materia científica.

En la sesión de trabajo de la tarde se analizaron los problemas que el desarrollo tecnológico europeo podría plantear a los países del Tercer Mundo. Los informes presentados por Francisco Sagasti miembro del Consejo Nacional para la Investigación Científica del Perú, y por Martin Lees, director del Fondo de la ONU para la Ciencia y la Tecnología al Servicio del Desarrollo, ofrecieron una visión pesimista en cuanto a lo que el progreso científico occidental podía suponer para los países en vías de desarrollo. En el debate posterior, nuevamente los parlamentarios conservadores, y muy especialmente los británicos, que ya se habían distinguido el primer día por su virulencia contra los análisis de Roger Garaudy, se opusieron a estos puntos de vista, insistiendo en lo mucho bueno que Occidente aporta a los países tercermundistas, Garaudy tuvo una de las últimas intervenciones, por alusiones, y, se limitó a afirmar que con sólo 20.000 millones de dólares se eliminarían los problemas del hambre en el mundo. mientras que la civilización occidental gasta al ano casi medio billón de dólares en armamento.

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