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El 7% de los usuarios de los trenes de cercanías viaja sin pagar el billete

El 7,23 % de los usuarios de la red de cercanías, si se excluye los que utilizan el trayecto Móstoles-Aluche, no paga su billete, en la mayoría de los casos por no esperar las lar gas colas que se producen en las horas punta ante las taquillas de las distintas estaciones. Con objeto de que esta situación termine, Renfe ha estudiado un sistema de bono tren que servirá, por un lado, para evitar el fraude inducido y, por otro, para facilitar la compra de billetes a los usuarios, que en el futuro podrían utilizar estos bonos para viajar en metro o en autobús.El fraude detectado por los servicios técnicos de Renfe preocupa a los responsables de la compañía, ya que se eleva al 30% o 40% en las horas punta de algunas líneas. Esto supone, según informó el jefe de Cercanías de Renfe, Vicente Rayo, que se pierden al año unos dieciocho millones de pesetas.

El hecho de no contar la línea Móstoles-Aluche se debe a que es el único itinerario en el que se aplica el sistema cerrado consistente en un control desde la entrada a la estación de los viajeros que van a utilizar el servicio; si esta línea se incluyera en el estudio, dado el alto número de usuarios, el porcentaje de fraude descendería al 2,5 %.

«Renfe va hacia un sistema abierto de control, al igual que el que tienen otras capitales europeas, que no hacen pasar al usuario por una taquilla, un torniquete o una máquina controladora, sino que le dejan la responsabilidad de que sea él el que cancele el billete que va a utilizar», manifestó Vicente Rayo.

En este sentido, se ha pensado que la creación de un bono-tren solucionaría el problema del fraude inducido, nombre con el que es conocido el que cometen muchas personas que deciden coger el tren sin billete a esperar en la cola ante la taquilla

«Normalmente, el usuario de un tren de cercanías no va un cuarto de hora antes para comprar su billete, sino tres minutos antes de que salga el tren. Los empleados dedicados a la venta utilizan unos quince o veinte segundos por viajero, lo que hace que muchas personas decidan subirse al tren sin billete. Esto permite que otros, que ni siquiera se han planteado comprar el billete, se beneficien de la situación», manifestó el jefe de cercanías.

Con el nuevo sistema de bonos, valederos para diez viajes a utilizar cualquier día, el problema de las colas y, por tanto, el del fraude inducido desaparecerá. Asímismo se crearán brigadillas volantes de interventores que recorrerán las líneas y multarán hasta con mil pesetas a aquellos que no lleven el billete.

Según los estudios realizados por Renfe, para finales de este año podría estar instalado el sistema de canceladores, al menos en dos líneas de cercanías, que podrían ser Chamartín-Guadalajara y Atocha- Fuenlabrada, aunque, si es posible, podría instalarse también en las líneas Atocha-Aranjuez y Atocha-Parla. El resto de las líneas utilizaría el nuevo sistema antes del verano del próximo año.

En principio, el precio del bono será similar al de cinco viajes de ¡da y vuelta. Así habrá bonos para trayectos de diez kilómetros al precio de 185 pesetas, si no cambian las tarifas antes de diciembre; para diez viajes de quince kilómetros, el precio sería 240 pesetas; los de veinte kilómetros, costarían 3,30; los de veinticinco kilómetros, estarían a 420 pesetas, y los de treinta kilómetros, a 5 10 pesetas.

La fórmula apuntada por los técnicos para la creación de un bono tren-metro o de un bonotren-autobús consiste en que el usuario que normalmente utiliza dos transportes compre un bonotren por valor de diez kilómetros más de los que va a utilizar, es decir, unas dieciocho pesetas de más, lo que permitirá entrar al viajero libremente en el metro o en el autobús.

La adopción de este sistema exigiría la utilización de un sistema abierto en todos los transportes, en el que no hubiera controles a la entrada. Las bandas magnéticas que tendrían los bonos permitirían saber cuántos bonos combinados se utilizarían, con el fin de que las empresas afectadas pudieran repartirse posteriormente los ingresos.

Este sistema, que podría ir seguido en el futuro de la creación de una tarjeta mensual valedera para todos los transportes, exigiría, por una parte, una respuesta responsable de los usuarios y, por otra, un acuerdo entre Renfe, EMT y Metro, lo que en la actualidad, sin la existencia de un consorcio, es muy difícil

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