Toros
Leía no hace mucho en un periódico, no recuerdo si en EL PAIS o en otro, que desde Eugenio Noel hasta hoy ningún escritor español se había declarado tajantemente antitaurino.Y las circunstancias parecen ir dando la razón a este aserto, puesto que, salvo algún disidente integral, como Manuel Vicent, o algún eventual e indeciso renegado (léase Quiñones), nadie parece decidido en este país y a estas alturas del siglo de las luces a tirar de una puñetera vez de la manta con valor y a decir de una vez, a quien quiera oírlo, que la juventud con cierta cultura, entre la que modestamente creo contarme, pasa en su inmensa mayoría de un espectáculo tan cruento, salvaje e inútil como es la llamada por los eternos depositarios de las esencias patrias «fiesta nacional».
En mi opinión, las corridas, y no me importa que intelectuales «sagrados e intocables» aun para la
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