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España se ha empobrecido dos veces más que los países de la OCDE entre 1979 y 1981, según el Banco de España

La pérdida real de renta en el período 1979-1981, producida por el impacto de la elevación de los precios del petróleo, ha sido del orden de tres puntos porcentuales para el conjunto de países de la OCDE y de seis puntos para el caso de España. La mitad de este efecto de empobrecimiento relativo incidió sobre la economía española durante 1980 y aún el año 1981 soportará una cuarta parte de mismo, según se desprende del informe del Banco de España presentado ayer en Madrid. En el capítulo de la economía española destacan los efectos provocados por las alzas de salarios reales, favoreciendo una fuerte disminución del empleo y un aumento del consumo de energía en la producción.

Las razones inmediatas del mayor impacto relativo del encarecimiento de los crudos sobre la economía española -según el Banco de España- son conocidas: la producción nacional sólo cubre un 31% del consumo de energía primaria (64% en el área de la OCDE), y el petróleo importado atiende un 66% del consumo nacional de energía primaria (34% en la OCDE).Salvado el período inmediatamente posterior al primer encarecimiento del petróleo (1974-1975), los salarlos brutos españoles han crecido mucho más rápidamente que los precios de la energía hasta el segundo encarecimiento de ésta (1979-1980), y este encarecimiento del factor trabajo respecto de la energía está claramente correlacionado con el crecimiento del consumo de energía por unidad de PIB.

El encarecimiento del trabajo respecto de la energía ha dificultado -según el informe- la sustitución de ésta en los procesos productivos y ha debido colaborar decisivamente a mantener e incluso incrementar la exposición de la economía española a los impactos resultantes de la elevación del precio del petróleo. De hecho, la evolución de los precios relativos de los factores ha sido tal que ha incitado a la sustitución de trabajo por capital y energía; es decir, ha estimulado a medio plazo la reducción de fuerza de trabajo y el aumento del consumo de energía en la producción.

Rentas del trabajo y del capital

Las reacciones de los agentes económicos en su esfuerzo por eludir la reducción de renta real impuesta por el encarecimiento del petróleo afectan, en otra dirección, a la demanda nacional, la balanza de pagos, la inflación y el empleo. La tensión entre los perceptores de rentas del trabajo y de rentas del capital en el deseo de protegerse frente a los impactos negativos sobre la renta real lleva a un proceso inflacionista y a una distribución de la renta que afecta inevitablemente a la composición consumo-inversión de la demanda nacional y a las cuotas de ahorro e inversión y, por tanto, al saldo de la balanza de pagos por cuenta corriente, añade el Banco de España.La ventaja de los salarios como resultado de esa tensión en la economía española durante los últimos años ha sido clara. De hecho, los salarios netos, en términos de bienes y servicios de consumo -que son los salarios reales que interesan a los trabajadores-, no sólo han conseguido eludir hasta ahora los efectos de los impactos de reducción de renta real procedentes del encarecimiento de la energía, sino que han registrado un aumento considerable desde 1973. Si los salarios reales así definidos se refieren a los ganados por persona fuera del sector agrícola, ese aumento ha sido de un 50% entre 1973 y 1980.

Para las decisiones empresariales relativas a la producción, la sustitución de factores y el empleo, los salarios reales relevantes son los salarios brutos (incluidas las contribuciones a la Seguridad Social) en términos de los bienes y servicios que producen, Y esos salarios reales brutos por persona, en términos de precios industriales, han aumentado un 72,6% entre 1973 y 1980.

Alteraciones en precios relativos

En resumen: el esfuerzo por mantener y aun aumentar los salarios reales netos y por atender, vía contribuciones, a las necesidades crecientes de la Seguridad Social ha alimentado un proceso inflacionista, pero ha hecho -siempre según el banco emisor- algo más importante que esto: ha determinado profundas alteraciones de precios relativos y ha conducido a una distribución funcional de rentas cuyas consecuencias han sido y continúan siendo:- Por una parte, la obstaculización de la sustitución y el ahorro de energía y, por tanto, de la reducción del grado de exposición de España a los impactos del encarecimiento energético.

- Y, por otra parte, la generación de paro como resultado de la compresión de los márgenes de excedentes y rentabilidad y del consiguiente hundimiento de la inversión productiva del sector privado y como resultado asimismo del estímulo a la sustitución de factores productivos en contra del trabajo como medio de defender los márgenes.

Por otro lado, la configuración de precios relativos lleva a una redistribución de rentas, por una parte, en favor de las rentas de trabajo y en contra de las rentas del capital -y, dentro de éstas, en favor de las rentas de la propiedad a costa de los excedentes empresariales-, y por otra parte, en favor de las rentas de los trabajadores empleados y en contra de los trabajadores en paro y de las clases pasivas.

Por su parte, el gobernador del Banco de España, José Ramón Alvarez Rendueles, insistió ayer en la presentación del informe en que «los fuertes aumentos de salarlos reales han sido la causa más importante de la generación del paro».

Rendueles señaló que, aunque no sea la única causa, sirve para explicar «la debilidad de la inversión, la pérdida de competitividad, la contracción de la demanda de trabajo y, en suma, la generación de un fuerte paro».

Los principales aspectos abordados por el gobernador del Banco de España en su intervención fueron los siguientes:

-1980 fue un período de lento crecimiento, bajos niveles de actividad y fuertes desequilibrios.

- 1981 será otro año de crecimiento lento, pero ya existen claros indicios de reanimación en países industriales, y cabe esperar que esa reactivación se consolide en el segundo semestre.

Los salarlos reales han crecido en la industria española un 47% entre 1973 y 1978, frente a un crecimiento del 11,5% en los países industriales.

- Las distorsiones de precios relativos del sistema monetario no pueden corregirse por vías puramente monetarias.

- Se mantendrá la tónica de contención en el ritmo de expansión monetaria. La política monetaria para 1981 se ha inspirado en criterios restrictivos similares a los de 1980.

- Hay posibilidades de actuación para moderar el crecimiento del gasto público corriente.

- Las medidas adoptadas recientemente por la autoridad monetaria tienen todas ellas una faceta de liberalización.

- El Fondo de Garantía de Depósitos ha realizado una intensa labor, habiendo procedido ya al saneamiento de casi una docena de bancos. El objetivo del fondo será, en un futuro, el de la permanente vigilancia.

Dentro del informe anual del banco, el capítulo referido a la economía española en 1980 destaca los siguientes rasgos básicos:

- El crecimiento del producto interior bruto (PIB) fue del 1,2%, gracias al fuerte crecimiento del sector primario.

- La actividad productiva recibió la mayoría de su impulso de la demanda interior, por la contribución negativa del sector exterior.

- El consumo del sector privado avanzó un 1% en 1980, mientras que en el sector público lo hizo en un 3,5 %.

- La formación bruta de capital creció, en términos reales, en un 2,3%.

- El encarecimiento de las importaciones, especialmente del petróleo, ha jugado una baza negativa importante en la inflación.

- En cuanto al empleo, los sectores no agrarios redujeron su empleo total en un 2,3%. El empleo asalariado disminuyó igualmente en un 3,5 %.

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