_
_
_
_

Los Juegos Olímpicos, aspiración barcelonesa

Barcelona ha levantando definitivamente la bandera olímpica. El propio alcalde de la ciudad, Narcís Serra, pidió ayuda al Rey el pasado sábado para que la candidatura barcelonesa para 1992 está debidamente respaldada. Juan Antonio Samaranch, cuando sólo era un miembro más del Comité Olímpico Internacional, ya soñaba con la posibilidad de traer a España el mayor espectáculo deportivo del mundo. Ahora, desde la presidencia del COI, ha lanzado la semilla de la idea, que ya ha sido recogida en Barcelona ciudad, que siempre fue una adelantada del deporte español.

Barcelona no se ha dormido y ya ha tomado postura. De momento le ha ganado por la mano a Madrid a la hora de postular por la organización olímpica de 1992, fecha que coincide con el quinto centenario del descubrimiento de América. En Madrid no ha levantado todavía nadie la voz y todo hace suponer que se dejará hacer a la Ciudad Condal, para que sus posibilidades no queden disminuidas. Samaranch estuvo en Madrid en enero y lanzó la idea, pero a lo que se ve sólo ha prendido en Barcelona, que es donde el deporte ha tenido siempre caldo de cultivo natural. Barcelona aduce entre sus argumentos los antecedentes prolijos que la avalan.

Barcelona es evidentemente ciudad idónea para este tipo de manifestaciones y posee la capacidad económica suficiente para resolver la mayoría de los problemas. Unos juegos olímpicos no pueden ser una manifestación de unos pocos, y naturalmente todos los estamentos deportivos nacionales tendrán que colaborar en el empeño. Pero de igual manera que en Los Angeles existe un comité amparado en las fuerzas económicas de la ciudad, Barcelona tendrá que procurarse el apoyo de su potencial industrial para que el esfuerzo municipal no sea aislado. El grave problema serán, sin duda, las construcciones deportivas de las que ahora carece, pero los proyectos, tomados desde la lejanía, como ahora, no tiene por qué ser utópicos.

Por el momento, ya consta que Barcelona quiere ser sede. Ha hecho bien el alcalde barcelonés con anunciar sus propósitos, para crear el ambiente necesario a fin de que no se planteen los mismos propósitos ciudades de otros países. La fecha, sin duda, propiciará los votos de los países suramericanos representados en el Comité Olímpico Internacional.

Y mientras los estamentos oficiales de Cataluña se disponen a preparar los Juegos, el Barça se ha hecho a la idea de ganar la Copa del Rey. De momento está en las semifinales, en las que se enfrentará a la tradición. Aunque el Athlétic de Bilbao no está en buen momento, en el torneo copero siempre es peligroso. El Barcelona, además, se ha quedado estúpidamente sin Alesanco. En el Camp Nou arbitró el inefable Alvarez Margüenda, el más permisivo de los árbitros actuales.

El brillante Spórting que eliminó al Real Madrid se las verá con el Sevilla de Miguel Muñoz, equipo que ha tenido los peores escollos del campeonato y que los ha salvado sin graves riesgos. En Madrid, por el momento, y hasta la final, tenemos vacaciones futbolísticas. Pero desgraciadamente nos queda por lidiar el tema del Comité de Competición, que va a tener estallidos constantes. La benevolencia del Comité Superior de Disciplina Deportiva ha paralizado la investigación de los grandes conflictos. Nadie se atreve a meterle mano al tema Levante-Huelva, del que existe la denuncia del propio presidente levantinista, que ha afirmado que seis jugadores suyos se vendieron.

Y está por estallar el tema de la sanción a Alfonso Cabeza. Cabeza volverá a la carga y tendremos de nuevo divertimiento. Feliz, por el momento, sólo es Raimundo Saporta, al que han comunicado que la última auditoría de la Federación de Baloncesto ha tenido todos los pronunciamientos favorables.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_