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Mitterrand se instala en el despacho que ocupó De Gaulle

El denominado «De Gaulle de izquierdas», el presidente François Mitterrand, parece que, definitivamente, no reniega de, la histórica y significativa referencia: lo primero que ha hecho en el palacio del Eliseo es dedicar a trastero, más o menos, el que fue despacho oficial de su antecesor, Valéry Giscard d'Estaing, e instalarse en el que ocupó el general De Gaulle. Este no es más que el primero de los múltiples cambios que, en pocos días, quiere ilustrar en el dominio de las formas la otra política que les ha prometido Mitterrand a los franceses. Algunos de ellos ya le han valido críticas feroces.

Cuando el domingo pasado Mitterrand apareció en la entrada principal del Elíseo, al lado del canciller germano-occidental, Helmut Schmidt, para dirigir unas palabras a la Prensa, los presentes, los periodistas, no se frotaban los ojos, pero casi. Mitterrand en el puesto de Giscard y de tantos y tantos protagonistas del conservadurismo galo y, esto, desde hacía tantos años, fue un espectáculo inaudito. Al propio Mitterrand se le veía disfrutar de lo lindo, aunque su retranca de hombre avezado lo disimulaba.El cambio de personal y de formas, desde hace unos días, es un maná desconocido para los galos. A algunos les sirve para cotillear, pero nada es gratuito, ni para los socialistas ni para quienes profundizan a través de los signos externos. El primer ministro, Pierre Mauroy, ya ha invitado a sus ministros a utilizar sus coches, a viajar en metro también, y a ahorrar. Y los ministros, por su cuenta, continúan tuteando a sus conocidos.

Pero el primer bombazo del cambio lo lanzó ayer Mitterrand al anunciar la composición de su Gabinete particular. Regis Debray, el ex compañero revolucionario del Che Guevara, escritor, es consejero del palacio del Elíseo para Asuntos Exteriores. Bastaron pocas horas para que surgiera la primera protesta de la derecha: «Cuba no». Y para que le recordaran al presidente que a los festejos de su proclamación, la semana pasada, invitó a muchos escritores rojos, pero no invitó ni a un disidente soviético. ¿Por mor de las relaciones con la URSS?

El colaborador más próximo a Mitterrand es otro escritor y economista, el autor de Los tres mundos, Jacques Attali, que ha conseguido los galones de «consejero especial» del presidente. Los escritores y periodistas de izquierdas también parecen sentirse tentados por el poder.

Una de las más reputadas Firmas del semanario Le Nouvel Observateur, Thierry Pfister, se ha pasado al bando del primer ministro Mauroy. Pero el cambio, partidario de la supresión de la pena de muerte en Francia, ya le ha conmutado la pena capital a Philippe Maurice, un condenado que esperaba la guillotina.

Los sindicatos, en el Elíseo

Mitterrand continuó ayer la exposición de su «política de realismo» a las fuerzas sociales francesas, recibiendo en el Elíseo a las principales centrales sindicales. El lunes, el nuevo presidente se había entrevistado durante una hora con los dirigentes de los cuatro mayores partidos políticos, de la mayoría y de la oposición.

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