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UNDÉCIMA DE FERIA DE SAN ISIDRO

El toro, al fin

Un corridón habían preparado para los que no son figuras. Para ver toros, al fin, hemos tenido que esperar a que llegara el domingo, con un cartel de los que son normales fuera de feria. Luego lo recomendable es ir a los toros fuera de feria. Y además hubo orejita, eso que tanto gusta al público de paso ganada por Campuzano por una faena valiente y torera.El toro. La discusión sobre el toro que Madrid quiere se pierde en bizantinismos año tras año por estas fechas. Todo el taurinismo parece tener razón, pues argumenta, en pura lógica, que el toro, para serlo. no necesita pesar una tonelada. v los más enterados recurren al proceloso campo de la ciencia para añadir. con gesto de experto en zootipos. que cada ganadería tiene su caja y es un disparate sobrecargarla de carne. Pero la discusión juraría siglos, tantos como esta feria y esta Fiesta pueden sobrevivir, y al final siempre tendrán razón los aficionados. incluidos. naturalmente. los de la andanada del 8.

Plaza de Las Ventas

Toros de Murteira Grave, con trapío, poder y, casta, mansurrones, manejables. El quinto derribó tres veces y lesionó a dos picadores. Roberto Domínguez: Estocada (silencio). Bajonazo (silencio). Currillo: Pinchazo hondo. rueda de peones, estocada trasera, dos descabellos, (aviso) y dos descabellos más (algunos pitos). Dos pinchazos, otro hondo, rueda de peones y descabello (protestas). Tomás Campuzano: Pinchazo y estocada baja (ovación y salida a los medios). Pinchazo y bajonazo (oreja). El picador Félix Román fue asistido en la enfermería de probable fractura de un hombro. y el también picador Manuel Cid, de contusiones en un muslo. Ambas lesiones son de pronóstico reservado.

Es una falacia del taurineo afirmare que la afición madrileña exige el toro de desmesurada enverardura. Porque la afición madrileña lo que siempre ha pedido es el toro de trapío apto para la lidia. A ejemplos muy próximos nos remitimos: la corrida del sábado, que suscitó escándalos, pesaba mucho más que la del domingo, y se protestó aquélla, no ésta, sencillamente porque la del sábado salió inválida y derrotada, mientras que la del domingo peleó con entereza en todos los tercios y, casta que tenía. no aguantaba una avispa en el carné de identidá.

Hubo en esta además un toro de enorme emoción, el quinto, que ni siquiera era el más grande de la corrida. el cual derribó tres veces con enorme poder, mandó a la enfermería a dos picadores, puso al público en pie en su pelea de toro de casta y, por añadidura, llegó al último tercio con suficiente entereza y boyantía para que su matador le cortara la oreja. Si el aludido no lo hizo. esa es otra cuestión.

El sexto, otro fuerte funo de mucho respeto embistió con genio y casta. que son características inquietantes para un figuritas de hoy, y al toro que las exhibe lo llaman «de contraestilo».Ja.ja.ja. Os daba yo contraestilo. Pero es el caso que se encontró con un Tomás Campuzano en riesgo y, ventura de es calar posiciones por el camino de la entrega y se jugó el físico a lo largo de una faena. muy bien planteada. emocionante de principio a fin, donde el mando del torero eliminó el cabeceo de la res y la obligó a tomar humillada la muleta.

Roberto Domínguez se mantuvo en línea de pulcritud, sin exponer con dos toros manejables, y Currillo, que parece estar sin sitio, tampoco se confió en su lote y desaprovechó la posibilidad de triunfo del poderoso toro quinto, que para la muleta quizá fue el más noble de la corrida.

Estamos ahora ante el tramo final de la feria, en el que vienen nuevas figuras a desgranar sus artes excelsos con el toro que les acomoda, el cual, también es casualidad y mala suerte, no sólo no gusta, sino que indigna a los aficionados de Madrid. Y de nuevo volverán a plantearse las bizantinas discusiones sobre el trapío, el peso, el zootipo, el biotropo, la caja y la bola. Qué pesadez. Mas, en realidad, la cuestión no es tan complicada e insoluble como la presentan. Si los toreros exigen determinadas divisas y éstas no tienen lo que llaman «toros para Madrid», pues que no vengan ni unos ni otros, Toreros hay a lo mejor tan buenos como los que se caigan del cartel o quizá mejores. Lo que no se puede hacer es camuflar al toro que Madrid no quiere con dietas de engorde, dejarlo incapaz para la lidia y, al final, cargar las culpas al propio público por intransigente. Taurinos, que se el os ve el plumero.

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