_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reconversión industrial y políticas de oferta

La tesis básica de este artículo es que el decreto-ley sobre reconversión industrial implica un enfoque adecuado al marcar un mayor protagonismo de las políticas de oferta, que son las más necesarias ante esta crisis. No se entra aquí a analizar si los apoyos concretos que contiene son los más eficaces o si los sectores que se elegirán serán los más convenientes, sino en la defensa del principio de la utilidad de las políticas de oferta, entre ellas las de reconversación sectorial.Características de la crisis actual

La crisis de los treinta fue una crisis de demanda. Ante ella es coherente que la Administración, de manera autónoma, busque incrementar la demanda agregada. Ahora bien, las crisis de los setenta son básicamente de oferta y de precios relativos, lo que exige una política diferente.

Un componente básico -aunque no único- de la crisis actual es la brutal elevación de los precios del petróleo,en un 1.800% desde 1973 a la actualidad. Los cuatro efectos básicos de esta subida han sido los siguientes:

1. Es inflacionista desde la oferta, desde los costes, y lo es de manera multiplicada. En primer lugar, por los efectos directos e indirectos sobre los productos relacionados con el petróleo; además, porque los otros sectores y factores productivos de la sociedad, al ver sus rentas reales disminuidas por la inflación, elevan también los precios de los productos o servicios que ofrecen; procurando recuperar su situación aniericir, lo que consiguen en distinto grado según su capacidad de negociación y de influencia en el mercado.

2. Es depresiva desde la demanda y esta es la diferencia mayor con la inflación desde los costes por elevaciones autónomas de los salarios, En el caso del petróleo el incremento de los precios implica una salida de rentas fuera de España sin contrapartida: una parte del pastel se transfiere a los países exportadores de petróleo de forma parecida a los antiguos «impuestos de guerra». El efecto es depresivo y afecta directamente al paro por disminución de la demanda.

3. Afecta negativamente a la balanza de pagos, por la transferencia externa de rentas a causa de la elevación de los precios de productos importados.

4. Repercute de manera fundamental en la estructura de precios relativos. El efecto inflación antes comentado afecta de manera muy diversa a los distintos productos y servicios, por lo que se pasa a una nueva estructura de precios muy distinta a la anterior.

Ante esta situación no parece adecuado actuar únicamente con políticas de demanda agregada. Si tiramos de la demanda sin haber ajustado previamente las funciones de producción a los nuevos precios relativos, la oferta no responde al tirón con incrementos de producción y absorción de recursos en paro, sino con, elevaciones de precios, porque no se puede seguir produciendo lo mismo y con las mismas técnicas ante los cambios brutales en los precios relativos.

La política de manejo o conducción de la demanda agregada resulta necesaria, especialmente para no incrementar los problemas existentes con un exceso de inflación -sin apenas repercusiones en el paro- o con un exceso de deflación, por querer frenar únicamente desde la demanda una inflación que proviene de los costes. Ahora bien, con todo ello se conseguirá que la situación no empeore, pero no es la auténtica forma de enfrentarse con las causas de la crisis por la que estamos pasando.

Ante una crisis de desajustes en los precios relativos, el mercado tiene mucho que hacer en la labor de ajuste. En este sentido, creo que en España hay que profundizar en el uso del mercado, que se, deben eliminar aquellos intervencionismos que dificultan el ajuste vía mercado o los que se basaban en una situación anterior precrisis, adecuados posiblemente para aquella época, o precios relativos, pero ineficaces tras los efectos terremóticos sobre los precios relativos de la crisis.

Ahora bien, el problema es que en la España de aquí y de ahora los mercados no funcionan adecuadamente. La estructura del mercado de trabajo está creando más paro del correspondiente a nuestro grado de crisis, y la estructura del mercado del dinero encarece este recurso para el empresario. Aún más, la reasignación de recursos que implica el ajuste y la necesaria reconversión y reestructuración inidustrial tendrán lugar con muchas mayores fricciones y dificultades si no se las apoya. Todo ello lleva a la necesidad de una política activa para impulsar lo que haría el mercado si funcionase adecuadamente, para transformar los mercados que estructuralmente funcionan mal y para que la reconversión y la reestructuración industrial se consiga en un período de tiempo menor y con costos sociopolíticos más reducidos.

En definitiva, desde el terreno de los principios y a la vista del tipo de crisis por la que estamos pasando, parece adecuada una política activa de reconversión sectorial.

Hace unos días se reunió en Valencia la gran mayoría de los catedráticos, agregados y adjuntos numerarios y un elevado número de profesores no numerarios de Política Económica de toda España. En el documento que aprobaron -que aprobarnos- se destaca que las políticas de demanda agregada -las políticas keynesianas típicas- no son suficientes para enfrentarse con esta crisis económica, por lo que se recuerda la necesidad de complementarlas con políticas de oferta. Aún más: después se hace constar la importancia tanto de la macro como de la microeconomía aplicadas, como partes esenciales de la política económica. Ambos datos son complementarios, porque implican la creencia de que hace falta complementar la tradicional política de demanda agregada, no sólo con políticas macroeconómicas de oferta, sino también con políticas microeconómicas de oferta y demanda, entre ellas las políticas sectoriales.

Luis Gámir es catedrático de Política Económica de la Universidad Complutense de Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_