Cien días
Se han cumplido cien días desde la celebración del congreso de Palma. Cien días de plenitud de acontecimientos, algunos muy graves para la vida política y la convivencia social. La excepcionalidad de este último período justifica una reflexión a modo de. balance, sobre las circunstancias que dentro del contexto nacional han presidido la actividad de UCD desde su segundo congreso, que en sí mismo constituyó un suceso de extraordinaria importancia.Desde entonces hemos trabajado todos para superar un denso ambiente de escepticismo. Escepticismo sobre las posibilidades prácticas de un Gobierno monocolor, un Gobierno de UCD, y escepticismo sobre la coherencia y solidez del partido como soporte de la gestión del Gobierno. A ello vino a sumarse la grave preocupación nacional por la amenaza de que fue objeto el sistema democrático mismo.
Siendo absolutamente cierto que el nivel de confrontación política ha experimentado un notable descenso, no lo es menos que se han producido desde diversos medios una multiplicación de juicios aprensivos, cuando no francamente negativos, sobre las posibilidades del Gobierno de UCD, e incluso la sobrevivencia de su partido.
Por ello, en esta hora de recapitulación, mi primer pensamiento está dedicado a cuantos hombres y mujeres de UCD han sostenido en adversas circunstancias no sólo su confianza, sino intensificado su esfuerzo para presentar una cuenta de resultados muy favorable en esta etapa. A ellos va dirigido este somero análisis. En primer lugar, hay que resaltar que, sin caer en el infantilismo de denunciar una conspiración contra la imagen del Gobierno y del partido, es evidente que se han introducido elementos tendentes a crear una crisis psicológica de desconfianza respecto a nuestra capacidad, y en esa crisis psicológica se evidencian elementos intencionales en unos casos, y en otros ligereza y desconocimiento. Ambos factores en presencia venían a manifestarse en un aumento objetivamente peligroso, por la posibilidad de que el pesimismo sobre la viabilidad del partido centrista, que ocupa la posicion estratégica y más densamente poblada del electorado democrático español, pudiera transferirse en pesimismo sobre el sistema de libertades, sobre el sistema político.
Actitudes minoritarias
Respecto de algunas actitudes individuales o absolutamente minoritarias en nuestro partido, la resonancia adquiría inmediatamente niveles de escándalo. No es mi propósito establecer comparaciones, y además lo consideraría, en un tiempo en que es una necesidad nacional el fortalecimiento de los partidos y de la clase política democrática, un indecoroso consuelo. Pero otros partidos han experimentado crisis tan o más profundas y su notoriedad ha sido menor.
En cuanto a comportamientos individuales los hay en todas partes para gusto de todos. Pero no olvidemos las realidades, y la primera es la propia gestión del Gobierno de UCD que preside Calvo Sotelo. Sin apelar a encuestas, se ha hecho evidente el respeto y la confianza en una gestión que se ha revelado, seria, firme y decidida. El Gobierno de UCD, gobierna.
En cuanto al partido, ha asimilado una presidencia directa y específica, renovado su secretariado ejecutivo, intensificado su comunicación interior y exterior, racionalizado sus procesos y, sobre todo, ha ganado en coherencia y en actividad. El instrumento ha sido un notable esfuerzo de colegiación de las decisiones y de debate interno, libre y rico, que ha ido fructificando hasta la celebración de nuestro último consejo político que, para sorpresa de algunos observadores, ha evidenciado una profunda compenetración entre partido y Gobierno, así como una capacidad de formulación de estrategias, planificación y programa ción de acciones que satisface las necesidades políticas de presente y del inmediato futuro.
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