Propuesta de las jornadas sobre la mujer: introducir el feminismo en la investigación
Han finalizado las Jornadas de Investigación Interdisciplinaria sobre la Mujer, que han venido celebrándose en la Universidad Autónoma de Madrid a lo largo de tres semanas. El objetivo principal: aglutinar los trabajos individuales de cuantos investigadores y docentes se ocupan de la mujer, en base a una nueva óptica del tratamiento científico de la misma, ha sido cumplido, y el Seminario de Estudios de la Mujer, promotor de las Jornadas y del reconocimiento académico del «tema femenino», repetirá la experiencia el próximo año con probable cooperación de la Unesco.Las implicaciones económicas de la producción doméstica y la connotación matriarcal del trabajo de ama de casa fueron temas principales en la mesa redonda sobre Nuevas perspectivas en Economía que abrió estas Jornadas Universitarias sobre la Mujer (véase EL PAIS del pasado 29 de abril).
La segunda y apretada mesa redonda giró en torno a La mujer en la historia, tanto como sujeto o como objeto de investigación y docencia. Se puso de manifiesto que la mujer ha sido «la eterna ausente» a la hora de reflejar la historia de los movimientos políticos, sociales, etcétera y que se presentan problemas metodológicos en la investigación, pues -según Pilar Folguera, coordinadora de esta mesa- «no sirven gran parte de las fuentes documentales habitualmente utilizadas, ya que o no señalan participación femenina o, si lo hacen, ésta es escasa y poco con trastada».
Al igual que en los otros apartados de estudio, coincidieron para hablar de historia personas que llevaban mucho tiempo por su cuenta aplicando un nuevo enfoque a la investigación, enfoque global, que no sexista. Actitud que, fuera del ámbito puramente feminista, han hecho suya hombres, y no jóvenes, como el catedrático de Historia, José Cepeda. «La mujer sólo aparece cuando se estudia la familia como elemento de cohesión» opina, y «si se quieren saber más detalles de su paso por la historia, hay que llegar a ella de forma indirecta», para lo que el estudioso propone una serie de fuentes: la literatura, los archivos inquisitoriales -que recogen siempre actividades punibles, brujería, adulterio-, libros fundacionales y lecturas de conventos; archivos parroquiales, de protocolos y de hospitales; testamentos, actas de matrimonio y defunción, censos poblacionales...
En las distintas ponencias sobre Nuevas perspectivas de la mujer en sociología, se puso de relieve cómo la mujer ha sido «instrumentalizada» de diversas formas por el sistema político y que, a distintas escala, el componente autoritario/patriarcal se halla en los distintos grupos del espectro ideológico.
Judith Astelarra y Mary Threlfall coincidieron en señalar la sutileza de la influencia educacional que la mujer recibe en la familia «en vista de que la participación política se ofrecía difícil, se ha buscado un líder de opinión particular, el padre o el marido, la memoria familiar condiciona la actitud de la mujer ante la vida». Así, «la respuesta de la mujer ante cuestiones como el divorcio o el aborto depende de su independencia o de su atadura sociocultural», se dijo, aunque «igual que el miedo que tiene inculcado, es importante la sumisión económica de la mujer».
Otro tema de discusión fue el de la maternidad y la distinta valoración -con pesimismo u optimismo-, según el grado de independencia o de mediatización que poseen las mujeres. Y en cuanto a las responsabilidades compartidas, los profesores Alberdi, Julio Iglesias y Joel Bergére, coincidieron en que «es más útil exigir de los padres la paternidad que reivindicar la maternidad». Y otra idea común fue la defensa de la ternura «como actitud verdaderamente revolucionaria».
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