Gran tensión en los funerales de los dos jóvenes muertos por la Guardia Civil
Los funerales y entierro de los jóvenes santanderinos muertos en circunstancias todavía no aclaradas en Almería se celebraron ayer en Santander y Muriedas, localidad cercana a la capital de Cantabria, en medio de una gran tensión, contenida ante el ruego de los familiares de que no se politizasen las ceremonias.
En las honras fúnebres de Luis Montero Garcia, al que asistieron unas cuatrocientas personas, en tre las que se encontraban las ejecutivas regionales del PCE y CC OO, se daba la circunstancia de que la madre del joven muerto por la Guardia Civil desconocía las causas del fallecimiento, que atribuye a un accidente de automóvil. Sin embargo, en el cementerio de Muriedas se escucharon gritos de «Policia asesina» y de «Libertad y justicia», que cuando quisieron ser acallados fueron contestados con un :«Que callen las pistolas». La anciana madre de Montero, María Luisa García, de 75 años, viuda y gravemente enferma, no captó el incidente, tal era su abatimiento.Los cadáveres de Luis Cobo Mier y Luis Montero García habían llegado al aeropuerto de Parayas a las nueve de la mañana, donde eran esperados por medio centenar de personas, entre familiares y compañeros de trabajo. Inmediatamente después se celebró el funeral por el alma de Luis Cobo en la iglesia de las Reparadoras de Santander. A continuación fue enterrado en el cementerio de Ciriego. Las honras fúnebres por su amigo Luis Montero empezaron a la una de la tarde en la iglesia de San Vicente Mártir, de Muriedas, cuya fachada mostraba dos enormes pintadas contra el terrorismo de Estado.
La madre de Luis Cobo Mier, Dolores Mier, no pudo resistir la ceremonia y hubo de ser conducida a su domicilio poco antes de que el furgón fúnebre partiera para el cementerio desde la parroquia en que se había celebrado el funeral. Dolores Mier, viuda, de 72 años de edad, partiría no sin hacer unas estremecedoras declaraciones en las que, después de afirmar que son una familia que quiere el orden y la paz y que ha llegado a llorar por las muertes» que se han venido produciendo en los últimos tiempos, dijo que «ahora nos ha tocado en las propias carnes de un muchacho inocente que era más bueno que el pan». «Ha sido un error asqueroso, asqueroso», añadió sollozando. «Yo me moriré sin perdonar a quien los ha difamado. Ellos han muerto por un error, pero después han difamado su nombre: les han acusado de bandidos, de delincuentes vulgares. Y eso no lo puedo perdonar. Me moriré con esa creencia y que Dios me perdone porque soy católica, pero eso no se lo perdono a nadie, aunque ine'condene».
Cinco días después de la muerte de los jóvenes santanderinos, las autoridades no han ofrecido a las familias ningún tipo de explicación, oficial o privadamente, sobre las circunstancias que provocaron el triste suceso. Ayer, en el aeropuerto de Parayas y mientras se cumplían las diligencias del desembarque de los féretros, el hermano de Luis Montero García, Faustino Montero residente en Barcelona y único familiar que logró ver los cadáveres calcinados en el depósito del hospital psiquiátrico de Almería, afirmaba no haber recibido más que dificultades para cumplir con su misión. En un principio se les negó la vista del dictamen del forense, que les fue entregado cuando hicieron saber que no procederían al traslado de Ios muertos sin antes cumplir con ese requisito.
¿Dónde están las pistolas?
Faustino Montero recordó también que a esta familia la habían aconsejado que no procediesen a reconocer el cadáver, lo que no recuerda si hicieron o no. En su caso, pudo ver el cuerpo de su hermano, sin piernas y sin brazos, agujereado en varios lugares del tronco y el rostro.
El hermano de Luis Montero informó también de que el forense ha dictaminado que los muertos lo habían sido por impacto de bala, aunque sabía que alrededor del coche en cuyos asientos posteriores se calcinaron los tres jóvenes santanderinos, se habían encontrado numerosos casquillos. De las pertenencias de los jóvenes, la familia no ha.recuperado nada, «tampoco, por supuesto, las pistolas que dicen que llevaban y que es como si yo le digo a usted que tiene hachís en el bolsillo y le saco una bolsa con mi mano», explicó Montero, retando a las autoridades a que se les enseñen esas pistolas y sus huellas. «A mi hermano le ponen una pistola en la mano y se desmaya; pregunte usted en el pueblo, por favor, a ver si no. opinan lo mismo», concluyó Faustino Montero.
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