El episcopado español, preocupado por las consecuencias golpistas del terrorismo
Cuando se trate de realizar objetivos patrióticos, tales como la justicia social, la legalidad constitucional y el respeto del pluralismo, la sociedad puede contar con que «no faltará el respaldo de la Iglesia», tal y como se afirma en el comunicado de la Comisión Permanente del Episcopado español «ante el terrorismo y la crisis del país», hecho público en el día de ayer.
Esta reunión de la comisión permanente tenía dos temas sobre el tapete: análisis de la situación española, a consecuencia del terrorismo, y el viaje del Papa a España. El atentado de ayer ha unido ambos puntos en la persona de Juan Pablo II, sujeto del viaje y objeto del terrorismo. Gracias a las noticias optimistas sobre su estado de salud, el clima emocional era más relajado que horas antes. El comunicado sobre «el terrorismo y la crisis del país» venía precedido de otra declaración centrada en el atentado a Juan Pablo II, en la que además de condenar los hechos e invitar a los fieles a la oración, agradecían los testimonios de afecto de la clase política y de los medios de comunicación.El documento sobre el terrorismo comienza constatando la inquietud general que se masca en el ambiente: «Aumenta en nuestro pueblo un difuso malestar, mezcla de sentimientos de frustración, de desconfianza en las instituciones, de miedo a la violencia y de preocupación por el futuro». Una inquietud que tiene su fuente en el paro creciente y que se nutre de lacras sociales como la droga y la quiebra de valores morales.
En esta visión panorámica «destaca el duro azote del terrorismo, cuyos autores están poniendo a prueba con sus crímenes la resistencia moral de nuestro pueblo». Estos delitos conculcan toda ley y no pueden caer bajo el capítulo de objetivos políticos.
Los obispos, en calidad de miembros de esta sociedad y de pastores de los creyentes, «se sienten llamados a confortar el ánimo». Si doloroso es «el llanto de las viudas y de los hijos de las víctimas», preocupante son igualmente las consecuencias que determinados grupos quieren sacar del terrorismo y que van de la venganza al golpismo de quienes «abogan por la abolición drástica del sistema de libertades que garantiza la Constitución».
Rearme moral
Ya no basta con condenar al terrorismo y a cuantos con él colaboran, «es necesario defender con firmeza y solidaridad los valores que destruye el terrorismo, dejando a un lado diferencias secundarias, aunque sean legítimas». Se impone, por tanto, un rearme o fortalecimiento moral que prive al terrorismo de su caldo de cultivo.
Según el documento de la Comisión Permanente es necesario que la sociedad entera secunde los esfuerzos del Gobierno contra el paro, mediante un reparto más equitativo del trabajo, de las rentas y «aceptando las cargas que se nos impongan en pro de una mayor justicia distributiva». En la lucha contra el terrorismo señalan el papel de los medios de comunicación social, «por su poder de cohesión y de disgregación, de esclarecimiento y de confusionismo, de estímulo y de desaliento».
Para los obispos es capital acabar con el «pesimismo psicológico y la inhibición moral», que está creando la presente crisis. Tras para frasear el dicho de Adolfo Suárez -«Hay que elevar a categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal»- deducen que hay que acabar con la desconfianza sistemática respecto,a las personas, instituciones y propuestas de solución públicas.
Los obispos españoles empeñan la palabra de la iglesia en el sentido de que no fallará su respaldo cuando se trate de realizar «los grandes objetivos patrióticos de la justicia social, el respeto al orden constitucional y la convivencia respetuosa dentro del pluralismo».
En su opinión, es ya significativamente positivo «las colaboraciones entre el Gobierno, los partidos, los sindicatos, las patronales y otras fuerzas de la sociedad para fines de bien común».
Tres redacciones
Este documento ha sido aprobado por todos los miembros de la Comisión Permanente, de la que también forma parte el cardenal de Toledo. Como la mayoría de los documentos episcopales, también éste ha sido fruto de una laboriosa gestación con tres redacciones, en aras de esa unanimidad. Previamente a su publicación, el cardenal Tarancón se había entrevistado con Calvo Sotelo, donde presumiblemente le comunicaría el contenido del mismo
A pesar del atentado al Papa, la conferencia Episcopal sigue trabajando con la hipótesis de su venida a España el próximo octubre.
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