El fallido asesinato sorprendió a la permanente episcopal cuando estaba reunida para condenar el terrorismo
«No me explico este atentado, no le veo la razón. Si todos los atentados contra la vida son injustificables, algunos pueden explicarse por una sinrazón, pero en el caso del Papa... No sé, da la impresión de que el mundo se ha vuelto loco», manifestó a este diario el arzobispo de Madrid, monseñor Tarancón, una hora después de producirse el atentado contra el Papa. Vicente Enrique y Tarancón, que se encontraba junto a otros veintiún obispos celebrando una reunión de la Permanente del Episcopado Español, manifestó que la noticia del atentado de Roma les había llegado a los obispos hacia las 17.40 horas, mediante una llamada telefónica o por la comunicación de un sacerdote que estaba escuchando la radio.
Más tarde se confirmaría la llamada de un sacerdote de Zaragoza a uno de los obispos, y que tras unos instantes de consternación y perplejidad habían pasado a la capilla para orar, mientras algunos otros trataban infructuosamente de recabar más noticias de la Nunciatura y ante esta imposibilidad combinaban rezos y gestiones con la audición de informaciones en pequeños transistores.El cardenal Tarancón hizo un llamamiento a primeras horas de la tarde a todos los madrileños, a todos los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad -a través de Radio Popular-, pidiéndoles que se unieran al dolor y a las oraciones de los prelados, solicitando a Dios la reincorporacion de Juan Pablo II a la dirección de los destinos de la Iglesia. Tarancón, en este llamamiento y en declaraciones aeste diario, habló de la gran generosidad, devoción y entrega a la causa de la paz y la libertad de Juan Pablo II. «Se ha dicho que es un Papa involucionista», manifestó, «pero es incierto. Es un Papa aperturista en todo lo relacionado con la liberíad y la dignidad del hombre».
Monseñor Tarancón, en estos primeros momentos (cuando todavía se creía que Juan Pablo II tenía una bala alojada en el páncreas), habló de la necesidacfde que los cristianos de hoy emularan a los contemporáneos de san Pedro, cuando éste fue encarcelado, y solicitaran a Dios de forma unánime un milagro que nos devolviera a la vida al papa Juan Pablo Il.
La Permanente Episcopal, según declaró Tarancón, había elaborado ya -tal y como estaba en el orden del día,- una declaración tajante contra la violencia terrorista, en la que también se condenaba -sin citar expresamente la Constitución- a quienes tratan de desestabilizar por la fuerza la voluntad mayoritaria de los españoles. Este documento, que iba a hacerse público hoy, podría ser modificado -aunque no en su espíritu e intención global (está pensado en torno a la situación española)- y recoger el atentado contra el Pontífice.
Tarancón, asimismo, reconoció la existencia de unas declaraciones del famoso padre Pío, «el de las llagas», que según se publicó cuando Juan Pablo II accedió al Pontificado, había confesado años antes a éste, y le había dicho que llegaría al Papado, pero que no ocuparía más de dos años la silla de San Pedro, Tarancón no dio ninguna importancia a estas declaraciones del padre Pío.
Gabino Díaz Merchán, presidente de la Conferencia Episcopal, confirmó a EL PAIS que la Permanente se encontraba interrumpida, pero no suspendida, y que ante la imposibilidad de entrar en comunicación telefónica con el cardenal Casaroli, secretario de Estado del Vaticano, le habían enviado el sigui ente telegrama: «Comisión Permanente Episcopal Español, reunida en Madrid, acaba de conocer atentado contra su Santidad. Profundamente conmovidos, elevamos fervientes preces al Señor por su pronta y plena recuperación y retorno feliz al servicio pastoral de la santa Iglesia. Unidos en Cristo, le tenemos presente, sin interrupción los obispos, clero y pueblo católico de España».
Díaz Merchán, en un ambiente ya más sereno al difundirse por radio que el Papa no tenía afectado ningún órgano vital por las balas recibidas, no se atrevió a calificar de terrorismo el atentado contra el Papa, «que parece más la obra de un demente, o un loco. Yo creo que los móviles han sido la publicidad que rodea al Papa, algo parecido a lo que le ocurrió a Reagan hace unas semanas».
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